Salve, oh Dolor! Aunque fatal i ciego, Tú despiertas con ráfagas de fuego En el hombre la vida i la grandeza: En tí, la mancha de su crímen lava, ¡Dolor! contigo la existencia acaba! ¡Dolor! por tí la eternidad empieza! Julio de 1881. Elejia a la Palabra Ya iba el himno a volar mas, de repente, soplo de abatimiento, soplo helado vino a tronchar sus fulgurantes alas i apagó su cadencia entre mis labios. Tedio sombrio oscureció mi mente al ver cual se alejaba sollozando la idea que enjendró mi fantasia la ardiente irradiacion del entusiasmo: i ¿a qué cantar, me dije, si en las almas como en siniestra cavidad de un antro tan solo zumban voces de blasfemia, de estéril duda, de rencor amargo? Ya no arrulla los aires con sus notas el harpa soñadora de los bardos, pues si ahora canta le responde el eco con carcajada inmensa de sarcasmo; que si ántes era ritmo i armonia i aura de inspiracion el verbo humano hoi no es mas que el acero del combate, llama de incendio i huracan de estragos; es la pasion que desbordada ruje, es el rabioso encono, es cráter ancho del odio i de la ira, o de rastreras adulaciones sofocante vaho. I ¿cómo pudo ser que la palabra, luz de un foco invisible que llamamos razon o sentimiento o fantasia, trueque hoi en sombra su fuljente rayo? ¿Por ventura no encarna ya la idea su creadora chispa en aquel vaso misterioso i sutil de la palabra en que esculpia el arte sus encantos? En ella suspiraban los amores, sonreia el placer, volaba raudo i libre como el cóndor, el anhelo, de la verdad por el radiante espacio; cantaba con la dicha himnos de gloria, con el dolor jemia; i sublimándose hasta el trono de Dios omnipotente subia en la plegaria i en el salmo; era eco luminoso que llegaba del alma hasta el recóndito santuario, i era en la eterna poesia, a un tiempo, nota, línea, color, silla i mármol; relampagueaba, a veces, triunfadora, de la elocuencia en los fluyentes labios cuando habria inspirado a las naciones del porvenir el prodijioso arcano: todo, solo por ella, hasta hoi no duerme del olvido en el fúnebre sudario i aun rasgan el olvido antiguas glorias como el nocturno tul rasgan los astros: por ella hasta hoi resuena en nuestro oido la voz de Dios que flota sobre el caos, su palabra, su verbo que en luz pura se derramo por el inmenso espacio; ella, como un aliento de los siglos, la vida nos infunde del pasado canta con el Salmista i con Homero, ruega con Dante o sueña con el Tasso; solo en ella el espíritu palpita de los heroes, los jenios i los santos A vosotros se vuelve reverente Hoi, la vida que a oscuras precipita mas ¡ai! que en breve desparece! El Arte, luz invisible como luz del cielo, que alumbra el corazon del desgraciado; esa perenne aura que se eleva siempre sobre el dolor, ya un velo opaco ANTOLOJIA CHILENA de hastio i de amargura i desaliento Dios mismo, un mito, como el eco vano: i esta nuestra alma que inmortal creimos, ya todo hombre al morir, todo hombre honrado tiene el orgullo de saber que vuelve a la gloriosa inmensidad del fango. Al rojizo fulgor de sus cien teas todo lo va el progreso iluminando i lo que ayer verdad, hoi es un sueño; infame ahora, lo que noble antaño. Artistas, escojed un rudo bloque esculpid un coloso inmenso, vasto, decid que ese es un himno a la materia i oireis a vuestros pies truenos de aplausos. con el lauro del triunfo, el rejio lauro, que un opresor materialismo ha puesto sobre todo ideal, negro epitafio Santiago.-1884. DON RAFAEL ERRAZURIZ URMENETA Dotado de un profundo i sincero amor por las letras, las ha cultivado con esmero en medio de los altos dones de la fortuna i la esplendidez de una vida social i pública de fastuoso brillo. Abogado i hombre de grandes empresas, político i diplomático, ha aspirado con noble aliento, a la gloria del escritor que a nadie emula i que a todos ejemplariza con su activo afan por el arte i la cultura. Pertenece a una estirpe ilustre de artistas, que, los unos con el pincel i los otros con la poesia, han propendido al mayor esplendor de la sociedad chilena. Cárlos Toribio Robinet, un dia de fortuna literaria para su nombre, elojiaba una delicada pájina de arte de los hermanos Errázuriz Urmeneta, Bajo el Alero, para señalar el ejemplo que presentaban a la juventud de su dedicacion a las letras en el seno de los halagos de la riqueza. |