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Nació don Rafael Errázuriz Urmeneta, en Santiago, el 11 de Agosto de 1861, siendo sus padres don Maximiano Errázuriz i la señora doña Amalia Urmeneta. Educado en el Instituto Nacional, cursó leyes en la Universidad i se tituló abogado el 12 de Agosto de 1881.

Viajó desde mui jóven por Europa, estudiando las bellas artes por inclinacion de su espíritu delicado e impresionable i fruto de sus observaciones son sus hermosos i notables libros Roma, Dresden i Escandinavia.

Miembro de los Arcades de Roma, ha hecho estudios especiales de arqueolojía que ha consignado en sus obras.

Ha sido diputado al Congreso Nacional, senador de la República i Ministro de Estado en el departamento de Relaciones Esteriores i Enviado Diplomático Estraordinario ante la Santa Sede.

Colaboró en la Revista de Artes i Letras, de Santiago, siendo uno de sus trabajos mas amenos el que intituló A traves de la Fantasía. Su libro Roma ès de la mas elegante factura literaria i artística i de él copiamos el capítulo que sigue denominándolo por sus ideas, Viajes de juventud, no obstante que él lo destina a prólogo de su obra.

Viajes de Juventud

En años anteriores, cuando, dominado de la actividad propia de una juventud ávida de emociones poéticas i de estudiosas observaciones, me dedicaba a recorrer en busca de ellas todo el mundo civilizado,completando, a la manera de Wihelm Alcister, los años de aprendizaje con los años de viaje; en aquel tiempo, lejano ya, tuve invariablemente por costumbre consignar en un libro, dia por dia, i con fidelidad minuciosa, las ideas seguidas por la gráfica enseñanza de tanto espetáculo nuevo i las impresiones siempre variadas de los sitios que iba recorriendo.

El alma juvenil, por naturaleza franca i abierta,

necesita en ciertas ocasiones de un confidente íntimo a quien poder participar aquello que se siente, sufre o lo que goza; i de seguro no trará ninguno mas discreto ni mas leal que las páji

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que

encon

nas de un libro mudo a las cuales confia con candorosa sinceridad el depósito de sus impresiones.

Pues, bien, las mias durante varios años quedaron en tal forma consignadas i los diarios que las encierran constituyen para mi, como es natural, uno de los mas preciados tesoros que conservaré con cariño mientras viva.

Empeñado posteriormente en la tarea de escribir mis viajes con harta mayor amplitud, desarrollando muchas nuevas observaciones recojidas en épocas sucesivas i juzgadas con el criterio ménos estrecho, no ya del jóven inpresionable, sino del hombre formado, di comienzo a una segunda edicion de esos mismos libros.

Hallábame ocupado en élla, i aunque jamas hubiera abrigado el propósito de entregarlas a la publicidad, porque las consideraba demasiado íntimas i subjestivas, hé aquí, sin embargo, que al escribir por segunda vez mis impresiones de Roma i al describir sus monumentos tan universalmente famosos, movido por invencible entusiasmo, fuí poco a poco dando rienda suelta a la pluma, hasta llegar a formar con esas pájinas por sí solas una obra independiente, voluminosa en tamaño, pobre de méritos literarios quizás, pero que el parecer benévolo de mis amigos ha logrado inducirme a que la entregue al juicio de la opinion.

¿Para qué un nuevo libro sobre Roma? se me dirá. ¿Que no se ha dicho, que no se ha escrito ya sobre la capital del mundo antiguo o sobre la capital de la cristiandad?

¿Cuántos escritores distinguidos que honran las letras europeas no se han impuesto, ántes de ahora, la tarea de revelarnos los tesoros de Roma, analizando sus monumentos, catalogando sus riquezas artísticas o repitiendo los interesantes recuerdos de su historia i sus tradiciones?

Poetas, artistas, sacerdotes, arqueólogos i preceptistas, pensadores ilustres dentro de los mas variados órdenes de conocimientos, han llenado largos volúmenes con el inagotable caudal de esos tesoros, i parecería que en pos de tan numerosos comentadores del paganismo i del cristianismo, del Papado i de las artes en todas las épocas, de las ruinas i de los palacios, ya nada resta por agregar a esos estudios, que no sea otra cosa que simple repeticion de lo escrito o descripciones ménos elocuentes i eruditas talvez que las ya dadas a la luz pública.

Todo esto, sin duda alguna, es perfectamente

exacto.

Pero, entre tanto, por lo que toca a Chile, en este querido rincon del mundo a que pertenezco, con ser numerosísimos los viajeros que recorren los interesantes países de Europa, i entre ellos, con particular predileccion, la bellísima Italia i la ciudad Eterna, con abundar todavia los espíritus artistas o los fervorosos cristianos, en realidad de verdad no existe hasta hoi libro alguno que comente i vulgarice los monumentos romanos.

Aliéntame entonces la idea de llenar en parte este vacío de las letras nacionales.

Aliéntame asi mismo la esperanza de contribuir siquiera con un grano de arena a la divulgacion de algunas de tantas maravillas del arte i de la fé.

Puesto que me ha cabido la suerte de admirarlas i amarlas, no quedaria ahora satisfecho reservando

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