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para mí solo ese amor i esa admiracion, sino esforzándome en hacer partícipes de tales sentimientos a todas aquellas personas susceptibles a su vez de adquirirlos i cuyo espíritu marcha de acuerdo con el mío.

DON LEONARDO ELIZ

Labrado por su propio esfuerzo en la horfandad, haciendo la vida intensa del estudio i del trabajo, por el pan i el libro, ha alcanzado la altura del intelectual selecto que se conquistara admiracion del talento ameri

cano.

Mui contados son en nuestro pais i en el hemisferio latino los prosistas i los poetas que hayan hecho jornada mas hermosa i esforzada que Leonardo Eliz, colocándose al nivel de los clásicos por su atildamiento literario i sobrepasando a los mas notables injenios de nuestra historia contemporánea por la inspiracion i novedad de sus producciones líricas.

Discípulo del maestro Eduardo de la Barra, a quien el eminente crítico cubano Manuel Sanguily estima superior a Andres Bello, disfrutó de su acendrado afecto i fué el legatario de sus confidencias i de sus manuscri

tos.

Jóven, mui jóven, se dió a conocer como prosista i poeta, en las revistas i en las obras que forjó su númen i su perseverancia, iniciando con sus Musas Chilenas su triunfal carrera literaria que ha coronado con sus Poesias Líricas i sus estudios, de poeta i de filósofo, Vida i Obras de Eduardo de la Barra.

Catedrático i vice-rector del Liceo de Valparaiso, su nombre fué aclamado con vibraciones armoniosas de victoria i fraternidad en el Brasil i en América, mereciendo títulos académicos de altas corporaciones científicas i literarias.

Nacido en Santiago en 1861, se formó en constante lidia con la adversidad, hasta vencerla, rodeado de abrojos i de espinas, sembrando de flores del alma su senda i haciendo surjir ilusiones en su carrera hasta llegar a ser el cantor de Las Rosas, su poema del sol i de la esperanza.

Su labor ha sido fecunda. En el poema como en las

pájinas de análisis literario i filosófico, ha brillado con luz propia su intelijencia radiosa, inspirándose siempre en nobles temas de belleza artística i de naturaleza seductora.

Su idilio Viñamarina, puesto en música por eximio artista americano, ha sido copiado, cual los poemas de Núñez de Arce, en la América tropical, por su espíritu delicado i el encanto de las fascinaciones de amor que reproduce én sus gloriosas estrofas de melodia tiernísima.

Leonardo Eliz, es un poeta de inspiracion espontánea, que deja fluir la poesia como sonidos delicados de las cuerdas de un instrumento musical.

Es el cantor de las bellezas de la vida i la naturaleza, sin rebuscamientos de escuelas, sin modelos ni maestros, canta como el pájaro del bosque la melodia no aprendida, sino el trino con que vino a la vida en su garganta, dado como don del cielo.

Su poesia es golondrina que vaga por las playas, sobre las olas, mojando su pico en la onda amarga i chispeante i asciende al cielo, con sus alas humedecidas por la espuma que estalla en la roca i esparce gotas de rocio, como brillantes, al sacudirlas para volar por los espacios.

Su caudal literario es copioso. Baste indicar algunas de sus obras para dar idea de su laboriosidad i de su cultura, bagaje adquirido por su constancia en el estudio apartado i silencioso, sin emulaciones ni petulancias, envuelto en su modestia injénita i retirado en el bello rincon de su hogar de esteta consumado de la belleza de la naturaleza.

Gramática Histórica de la Lengua Castellana; Parnaso Chileno; Métrica Castellana, Contemporáneos Ilustres de Chile; Tántalo, poema; Cuentos Infantiles; Misceláneas, son las mas salientes de sus producciones.

Ha vertido al verso castellano los Cantos del Sabiá de Gonzalvez Diaz, el bardo ilustre del Brasil, comunicando a las poesias del inspirado poeta fluminense la ternura de su alma delicada e impresionable.

Reproducimos como muestra de su estro vigoroso una solemne composicion poética suya, dedicada a la memoria del sabio historiador i humanista chileno don Diego Barros Arana, digna del maestro i del apóstol de libertad i de cultura cuya gloria consagra.

A

Diego Barros Arana

(1830-1908)

(Composicion declamada por su autor en el acto fúnebre literario musical en homenaje a la memoria del señor don Diego Barros Arana, verificado en el Liceo de hombres de Valparaiso el 10 de Enero de 1908).

I

A la Patria chilena,

De mirtos i de lauros coronada,

En noche mui serena

Llegó la Parca airada

A perturbar la paz de una morada.

II

Al despertar la aurora

En la nevada cordillera andina,

Que perlas atesora

En el valle que ilumina,

La Patria, en su dolor, la frente inclina.

III

A la enhiesta montaña

Ha descendido el rayo omnipotente

Con implacable zaña

En la noche silente,

I al árbol secular hirió en la frente!

IV

Su benéfica sombra

Nutrió de savia la temprana mente,
Que, por florida alfombra,

Pudo seguir sonriente

A escalar, del saber, la cumbre injente.

V

Cual sándalo cortado

Por el hacha feral del campesino,

Exhaló el delicado

Aroma tan divino

De su jenio, su vida i su destino.

VI

El pensador profundo,

El egrejio titan deste hemisferio,

Cuya vida en el mundo

Fué un noble majisterio,

Cayó en las sombras de eternal misterio

En belijera nave,

VII

Por el túrbido ponto de la vida,

Buscó el aura mas suave

De paz apetecida

I el sol de la libertad con frente erguida!

VIII

-Barros Arana ha muerto!» Divulgan el telégrafo i el diario; Llegó al seguro puerto,

En su existir tan vario,

El victorioso nauta literario.

Artífice de la idea.

IX

Guerrero de la pluma no vencido, En lucha jigantea

Obtuvo enternecido

El lauro de Minerva merecido.

X

Estudiante del foro,

Dejó sus libros i tomó la pluma,
I en pájinas de oro,

Con arte i ciencia suma,

De la ignorancia disipó la bruma.

XI

Narró de Benavides

La hostilidad feroz en firme tierra,

Las prolongadas lides

En el llano i la sierra

I el clamoreo bronco de la guerra.

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