Benditas ilusiones de la infancia, Risueñas esperanzas de grandeza, Pájinas dulces de mi oculta historia, Flores, risas, canciones....
Todo eso pasa hoi por mi memoria En estraño misterio,
Como jentes felices, pero tristes, Que van a visitar un cementerio!
¿Qué guardo ya, viajero fatigado, Para llegar al fin de mi camino? Un corazon hastiado
Que los años tras años ha luchado Para rendirse al fin a su destino. ¿Qué puede ya esperar el que no siente Ni dolor ni placer entre los hombres Marchando siempre solo, vagabundo, Con el alma sin exio,
Por todas partes encontrando el mundo Como está el corazon, seco o vacio?
Mi alma ha sido un rosal de primavera En cándidos botones Brotaban a la par entre las hojas Ensueños e ilusiones.
Nacian en los tallos las sonrisas, I a las flores traian juguetonas Besos amantes, cariñosas brisas. Si salia talvez algun jemido, Sonaba musical en el ramaje; Su raiz fecundaba un sol querido,
I en su verde follaje Las aves del amor hicieron nido.
Despues... ¡ai de las flores
Cuando sopla en borrasca el torbellino! Sus hojas una a una
Se pierden entre el polvo del camino; El viajero las pisa indiferente,
I en el rincon de su ignorada cuna Queda apénas doliente
Un pobre tallo con las ramas yertas Llorando el duelo ee sus flores muertas.
Yo he visto así volar de mi existencia
Una a una las blancas ilusiones. En el rosal de májica apariencia No asomar ya botones;
La brisa que jugaba en sus hojas Apénas.saca ya de entre las ramas Tristes ayes de hondísimas congojas.
I hoi arrastro mi vida poco a poco, Sin fe, sin ilusiones, sin cariño, Algunas veces riendo como un loco, Otras veces llorando como un niño, Con alma indiferente i distraida, No busco ya el placer i nada envidio; Pero vivo infeliz, porque mi vida, Cuando no es la tristeza es el fastidio.
Yo he libado el amor en muchas copas I con él me he embriagado muchas veces; Pero siempre he encontrado Al fondo de la copa amargas heces. He llorado de amor en muchos brazos; Junto al mio he sentido,
En ardientes, dulcísimos abrazos De muchos corazones el latido.
He visto abrirse el cielo en las miradas De mujeres amantes,
I las he visto mudas, sollozantes, Caer sobre mi seno desmayadas. I loco he palpitado,
En delirio febril estremecido, Por corrientes de fuego electrizado. El placer en su colmo devoraba, Por solo el placer. Jamas he hallado Lo que con ansia férvida buscaba: El amor, santo, puro,
Como en mi corazon yo lo soñaba!
Ahora, yo no sé... todo me hastía, Sin rumbo mi camino voi siguiendo, Ya en el mundo no encuentro poesia, Yo mismo lo que tengo no comprendo. Es un disgusto estraño,
Algo sin esperanza i sin consuelo, Que no puedo alejar, que me hace daño. Todo lo hallo sombrio,
Nada llega a mover mi indiferencia,
Porque este mundo impio
Nada en el alma me ha dejado, nada, Ni amor, ni sentimiento, ni creencia.
Yo he caminado mucho, he caminado Por el sendero a la esperanza abierto; El término he buscado,
I al fin de la jornada solo he hallado La inmensidad horrible del desierto.
Una pasión que disipó en mi mente Los sueños que de niño la guardaron, Fué la hoguera fatal donde a agotarse Las flores de mi alma comenzaron. En esa pira que en mi sueño ardia, Que con mi propia sangre alimentaba, Cada boton hermoso que nacia, Antes de abrirse en flor ya se quemaba Espíritu de llamas
Mi corazon amante sacudia; Trataba de apagar aquella hoguera. I la hoguera crecia!
I ella ¡la ingrata! ella ¡la altanera! Brisas de amor al corazon mandaba, Con rayos de su luz lo acariciaba, En él entónces una flor nacia, I luego la implacable, que no amaba, En desgarrar la flor se entretenia. I a cada hoja que la cruel rompia, Mi corazon deshecho
En ruda convulsion se estremecia!
¡l la amaba! la amaba!
I ocultando la sangre de mi herida, Iba a buscar la savia de mi vida En aquella mujer que me mataba! I esperanza, i amor, i sentimiento, Inocencia, ventura,
El placer ideal del pensamiento, Todas las ilusiones que he creado, Sueños, delirios, todo
En esa hoguera horrible se ha quemado.
En un siglo de torpes vanidades,
Campo abierto en que luchan con locura Grandezas i ruindades.
Este que llaman siglo de las luces, De gloria, de virtud, de libertades No ofrece al alma nada
Mas que la hiel de amargo escepticismo. La atmósfera cargada
Parece que estuviera envenenada
En el frio letal del egoismo.
Mucho vapor, telégrafos, imprenta,
Se ve en el fondo del mar, se lee en el cielo.
Pero el ruido de tanta maquinaria
No deja oir la voz de una plegaria. Cada dia se ostentan
De la industria mas grandes inventores I cada dia tienen
Mas dulzura i mas hiel los corazones. Mucho adelanto en artes i placeres, Progreso sorprendente!
I el hombre aun mata jente,
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