Imágenes de páginas
PDF
EPUB

añadió a la tiranía relijiosa la tiranía política; i si por espacio de un siglo todavía conservamos la preponderancia literaria, ni esto fué mas que el efecto necesario del impulso anterior, ni nuestra literatura tuvo un carácter sistemático, investigador, filosófico; en una palabra, útil i progresivo. La imajinacion sola debia prestar mas campo a los poetas que a los prosistas: así que aun en nuestro siglo de oro es cortísimo el número de escritores razonados que podemos citar (1).” Con efecto, señores, si buscais la literatura española en los libros científicos, en los históricos, en el dilatadísimo número de escritores místicos i teolójicos que cuenta aquella nacion, en el teatro mismo, casi siempre la hallareis retrógrada, sin filosofía i muchas veces sin criterio. Es verdad que en ocasiones luce en ellos algun rasgo del atinado injenio español; pero siempre a manera de aquellos lampos efímeros que momentáneamente alteran las tinieblas de una noche borrascosa; sus bellas producciones son frutos escondidos que no es posible descubrir sino desbastando el ramaje del árbol que los contiene. De los mejores autores, dice el citado, que se ofrecen mas bien como columnas de la lengua, que como intérpretes del movimiento de su época. La poesía, empero, ofrece relevantes muestras de talentos fecundos i eruditos, de pasajes sublimes, bellos i filosóficos; mas necesitais de trabajo i tino para hallarlos i para sacar de ellos el producto.

Con todo, no penseis, señores, que me estiendo al suscribir a estos conceptos, sobre la literatura de

(1) LARRA.

nuestros conquistadores, hasta llegar a mirar en ménos su hermoso i abundante idioma. ¡Ah! no: este fué uno de los pocos dones preciosos que nos hicieron sin pensarlo. Algunos americanos, sin duda fatigados de no encontrar en la antigua literatura española mas que insípidos i pasajeros placeres i deslumbrados por los halagos lisonjeros de la moderna francesa, han creido que nuestra emancipacion de la metrópoli debe conducirnos hasta despreciar su lengua i formarnos sobre sus ruinas otra que nos sea mas propia, que represente nuestras necesidades, nuestros sentimientos. I llenos de admiracion, seducidos por lo que les parece orijinal en los libros del Sena, creen que nuestro lenguaje no es bastante para esprimir tales conceptos; forman o introducen sin necesidad palabras nuevas; dan a otras un sentido impropio i violento, adoptan jiros i construcciones exóticas, contrarias siempre a la índole del castellano, despreciando así la señalada utilidad que podriamos sacar de una lengua cultivada i esponiéndose a verse de repente en la necesidad de cultivar otra nueva, i talvez inintelijible. Huid, señores, de semejante contajio, que es efecto de un estraviado entusiasmo.

Mucha verdad es que las lenguas varían en las diversas épocas de la vida de los pueblos; pero los americanos ofrecemos en esto un fenómeno curioso: somos infantes en la existencia política, i poseemos una habla que anuncia los progresos de la razon, rica i sonora en sus terminaciones, sencilla i filosófica en su mecanismo, abundante, variada i espresiva en sus frases i modismos, descriptiva i propia como ninguna (1). (1) MORA.

Nuestros progresos principian, i por mucho que nos eleve el impulso progresivo de la época presente, siempre tendremos en nuestro idioma un instrumento fácil i sencillo que emplear en todas nuestras operaciones, un ropaje brillante, que convendrá a todas las formas que tomen nuestras facciones nacionales. Estudiad esa lengua, señores, defendedla de los estranjerismos, i os aseguro que de ella sacareis siempre un provecho señalado, si no sois licenciosos para usarla, ni tan rigoristas como los que la defienden tenazmente contra toda innovacion, por indispensable i ventajosa que sea. Os interesa, pues, emprender la lectura de sus clásicos, i penetrar en la historia de la literatura a fin de saber apreciarlos i conocer esa poesía, que vereis, valiéndome de la espresion de un crítico, espresiva en su infancia, natural i sencilla, pero ruda, pobre i trivial; despues grave, docta i sonora, hasta dejenerar en afectada, pedantesca i enigmática; i por fin, grande, majestuosa i sublime, armoniosa i dulce, hasta acabar por hinchada, estrepitosa i sutil. De Garcilaso aprendereis a espresar vuestras ideas i sentimientos apasibles con candor i amable naturalidad; de La Torre, Herrera i Luis de Leon imitareis la nobleza, nervio i majestad; de Rioja el estilo descriptivo i la vehemencia del lenguaje sentencioso i filosófico. Descended a los prosistas, i Mendoza, Mariana i Solis os enseñarán la severidad, facundia i sencillez del estilo narrativo; Granada, la inimitable dulzura de su habla para espresar las verdades eternas i el idealismo del cristiano, i por fin, el coloso de la literatura española os asombrará con su grandilocuencia i con las orijinales graciosidades de su Hidalgo. Es

tudiad tambien a los modernos escritores de aquella célebre nacion, i hallarcis en ellos el antiguo romance castellano hecho ya el idioma de la razon culta i capaz de significar con ventaja los mas elevados conceptos de la filosofia i los mas refinados progresos del entendimiento del siglo XIX.

Una vez que hayais aventajado en esta indispensable preparacion, creo que ya estareis capaces de recibir las influencias de la literatura francesa, de esa literatura que sojuzga la civilizacion moderna, de la cual ha dicho uno de sus campeones del presente dia, estas notables palabras: "Desde la muerte del gran Goethe el pensamiento aleman se ha cubierto. otra vez de sombra; desde la muerte de Byron i de Walter Scott, la poesía inglesa se ha estinguido; i a esta hora no hai en el universo mas que una literatчra encendida i viviente, que es la literatura francesa. De Petersburgo a Cádiz, de Calcuta a Nueva York, no se leen mas que libros franceses: ellos inspiran al mundo"... (1). No podemos escusarnos de reconocer esta verdad, pero es cordura no dejarse deslumbrar por su esplendor: veremos de qué manera deben inspirarnos esos libros franceses tan poderosos. Tres épocas de triunfo ha tenido la literatura de Francia, las cuales han sido caracterizadas por otras tantas escuelas, que sin ser iguales entre sí, llevan impreso cierto aire de familia que ha causado graves equivocaciones. La dominante en el siglo XVII, que habia sido formada, segun el respetable Villemain, bajo las influencias de la relijion, de la antigüedad i de la

(1) HUGO.

monarquía de Luis XIV; la dominante en el siglo XVIII, en la cual por el contrario influyeron, a juicio del mismo sabio, la filosofía escéptica, la imitacion de las literaturas modernas i la reforma política; por fin, la que en nuestros dias se ostenta triunfante i rejeneradora, la cual a mi entender está dominada por el vigoroso i saludable influjo del cristianismo, de la filosofía i de la democracia, o en una palabra sola, por la perfectibilidad social. Las dos primeras, sin embargo de su diferencia, tienen entre sí tal consonancia que pudieramos considerarlas como una sola; i en efecto, Villemain dice que esas dos épocas tienen sus puntos de contacto, i que los talentos de la una han tenido algunos caracteres de la otra. Como quiera, señores, creo que ámbas escuelas no merecen nuestro estudio, sino en cuanto son dignas de la curiosidad del literato, porque pertenecen a la historia de los progresos del entendimiento humano; pero nada considero ménos adecuado a nuestras circunstancias que la literatura de esos tiempos, i de consiguiente nada tampoco ménos digno de nuestra imitacion. No obstante las diversas causas influentes en aquellas escuelas, señaladas por el ilustre profesor, permítaseme agregar que todavía hai otra mas universal que sirve como de eslabon para ligarlas; tal es aquel aire de afectacion empalagosa que las domina, conforme al gusto disciplinado de esas épocas, segun las conveniencias, usos i espíritu de cuerpo que ligaban a los palaciegos i demas jente de tono de la corte francesa de entónces. Aquel gusto dictaba una crítica severa i absoluta, egoista, si puedo decirlo, que condenaba sin recurso todos los arranques de la fantasía,

« AnteriorContinuar »