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que señale a cada jeneracion un fin especial que realizar. Las tendencias de la sociedad en una época dada son el efecto de aquellas leyes, i no son el resultado de causas estrañas e independientes de su naturaleza moral: así es que los acontecimientos de la historia se verifican en virtud de esas tendencias propias de la sociedad i de su época, i no por accidentes pasajeros, ni por la voluntad de sus reyes o conquistadores, ni por la voluntad de los fundadores de sistemas filosóficos o relijiosos. La voluntad de los poderosos no es omnipotente: ella solo coopera, i nunca triunfa, sino cuando se empeña en la realizacion de una síntesis, es decir, de un todo, sea un hecho, sea una doctrina, que ya está preparada por la accion de las leyes morales, i que tiende a verificarse como puro efecto de causas anteriores, como consecuencia de los principios ya elaborados i admitidos. De esta manera es como las leyes i los gobiernos, como los filósofos i los estadistas aceleran o retardan el progreso social, cuando sirven o contrarian las tendencias de la sociedad, cuando lo ayudan en su desarrollo o cuando lo estorban, lo pervierten, lo violentan o lo estravian del curso natural que imprimen a los acontecimientos las ideas.

La sociedad hace sus jornadas de etapa, como los ejércitos, pero no de un modo regular i en disciplina como éstos, sino dolorosamente, rodeada de incertidumbres i de contradicciones, sin guias ni luz que marquen su paso i le muestren los escollos i las cimas. I llega a un puesto de etapa donde poder hacer alto i tomar descanso, cuando alcanza a encontrar un nuevo órden de ideas que sirva de base a sus

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instituciones, a sus hábitos i a sus aspiraciones. Ahí reposa largos siglos, durante los cuales, nuevas ideas i nuevas creencias se elaboran i surjen de la lucha con el sentimiento i los hábitos, para dar ocasion a una época de transicion, a una nueva jornada de conflictos i de vacilaciones.

Tal es lo que la historia del jénero humano nos enseña. La humanidad ha principiado por ser fetiquista i politeista simultáneamente, esto es, por suponer rejidos por otras tantas divinidades los fenómenos materiales, los intelectuales i morales; por suponer una fuerza superior en todos los objetos de una individualidad marcada, que parecian tener una voluntad i una fuerza que les eran propias: de aquí la adoracion de muchos dioses, el politeismo i la adoracion de los astros i de los seres naturales, el fetiquismo. Desarrollada esta manifestacion casi instintiva, el espíritu procedió a hacer abstracciones, suponiendo la existencia de entidades intermediarias, de esencias i virtudes que servian a los dioses para gobernar los fenómenos que rejian respectivamente; i de esta manera, desde el principio, el modo teolójico

de pensar i el modo metafísico coexistian en el espíritu, mientras que la creencia en las leyes invariables de la naturaleza, que es la que constituye el modo positivo de pensar, se abria lentamente paso al traves de los otros dos, a medida que la observacion descubria primero en cierta clase de fenómenos, despues en otra, las leyes a que están realmente sometidos. Este progreso en los conocimientos positivos fué el que principalmente determinó la transicion del politeismo al monoteismo, en la concepcion teolójica del

universo. La idea de un solo Dios se abrió camino lentamente, contribuyendo a su triunfo el modo metafísico de pensar, el cual servia de ausiliar poderoso al espíritu positivo en la lucha que éste sostenia contra la forma predominante. La doctrina de las entidades abstractas--naturaleza, esencia, quididad, virtudes o fuerzas invisibles-es decir, la metafísica, era una especie de conciliacion instintiva entre la uniformidad observada en los hechos de la naturaleza i su dependencia de una voluntad suprema. De este modo las tres fases sucesivas de la especulacion intelectual i de la creencia, si bien han sido sucesivas en su predominio, han sido tambien simultáneas i contemporáneas durante la elaboracion de los antecedentes que debian traer ese predominio, i han continuado despues su misma accion, destruyendo las dos últimas gradualmente el modo primitivo. «La esplicacion teolójica de los fenómenos fué universal en otro tiempo, con escepcion de los hechos familiares que se esplicaban fácilmente de un modo positivo, porque se veia desde luego que ellos estaban bajo el imperio de la voluntad humana. Las primeras i las mas fáciles jeneralizaciones de la observacion comun, anteriores a todo vestijio de espíritu científico, dieron nacimiento al modo metafísico de pensar. Cada progreso ulterior en la observacion de la naturaleza ponia poco a poco en claro las leyes invariables de ésta i producia, a costa del espíritu teolojico, un nuevo desarrollo del espíritu metafísico, el ual constitu ia el único término medio que podia hacer compatibles temporalmente las conclusiones del modo positivo de pensar con las premisas del mo

do teolójico. En un período mas avanzado, cuando se ha venido a comprender hasta cierto grado el verdadero carácter de las leyes positivas de la naturaleza, i cuando la idea teolójica ha asumido en los espíritus científicos su carácter final, a saber-el de un solo Dios que gobierna el mundo por leyes jenerales, entónces el espíritu positivo ha emprendido la tarea de destruir el instrumento de su propia aparicion, porque ya no tiene necesidad del intermedio ficticio de las entidades imajinarias de la metafísica. Mas, aunque él haya trastornado la creencia en la realidad de estas abstracciones, esta creencia ha dejado atras de sí, en el espíritu humano, tendencias viciosas que están todavia bien lejos de borrarse.»

V.

Hoi nos hallamos, pues, en una de esas épocas de transicion, en una de esas largas jornadas de incertidumbres i de fatigas. A lo ménos esta es la situacion actual de la mayor parte de los pueblos cristianos de Europa i América, que son los que abren la marcha del progreso. Las teorías teolójicas i metafísicas sobre el universo, sobre todos los fenómenos materiales, intelectuales i morales, han perdido su antiguo valor. Hoi aspira la humanidad civilizada a buscar otro apoyo mas cierto, mas positivo a sus ideas sobre el universo; no quiere esplicarse los fenómenos por el modo teolójico ni por las abstracciones metafísicas, i busca en el estudio de la naturaleza física i de la naturaleza moral una base mas efectiva, mas práctica a sus ideas, a sus instituciones, a sus costumbres, para consultar mejor las condiciones de su perfeccion.

Hace tres siglos que se ha emprendido un trabajo de demolicion del pasado i que se han echado los cimientos de una nueva síntesis. ¿Cuál será ésta? ¿Cuáles serán las causas de los nuevos efectos que han de formar ese todo predominante? ¿Cuáles serán los principios que han de constituir esa nueva doctrina, ese cuerpo de creencias sobre que se ha de or

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