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El águila de bronce dirigia.

En el puente de Arcola entró el primero,
Llegó á su estremo de laureles rico.-

Ven, roba; ahí tienes dinero,
Chico, chico!

Berlin y Viena sus queridas fueron;
El venció sus desdenes y asperezas,
La resistencia que ambos le opusieron,
Tomando por el talle fortalezas.
Cedian á su cetro las mas fieras
Como á golpe de mágico abanico.
A tí te bastan rameras,
Chico, chico!

Atravesaba montes y llanuras,
Con la palma del triunfo en una mano,
En la otra el rayo, y en las dos seguras
Las fuertes riendas del linaje humano.
La sed de gloria le abrasaba ardiente.—
Ven, corre, alarga tu sediento hocico,
Sáciate en sangre inocente,
Chico, chico!

Y cuando en brazo de mortal letargo
Cayó por fin abandonando el mundo,
A su inmensa caida el golfo amargo
Su inmenso seno abrió, vasto y profundo.
Digno sepulcro de su escelso rango
Brindole en él un magestuoso pico.-

Tú te ahogarás entre el fango,

Chico, chico!

Heraclio C. Fajardo.

a

LA CONTRA-PASTORAL

Hay entre la República y el
Catolicismo la misma afi-
nidad que entre le razon y
el absurdo. (El autor).

INTRODUCCION.

EL PROBLEMA.

La pastoral del Sr. Obispo Escalada, ha servido para acen tuar mas la proposicion fundamental de mi libro la América en Peligro, y para demostrar mas á las claras todavia, la incompatibilidad entre la libertad y el catolicismo.

El católico europeo, en vez de alarmarse por esa proposicion, veria como generalmente sucede, una consecuencia lógica del absolutismo de su dogma y de la Iglesia. Es consecuente y no se alarma.

El católico americano sí, se alarma; porque no pudiendo ó temiendo, ó no queriendo abdicar como ciudadano, no puede negar á la república sin suicidarse en América. Es inconse

cuente y teme.

De aqui nace, que hará todos los esfuerzos imaginables para conciliar esa antitesis, y decir: el catolicismo es democrático.

Es pues el desesperado esfuerzo de la muerte para aferrarse ó encarnarse, ó revestirse de la vitalidad de la República, olvidando aquellas palabras: no se pone vino nuevo en odres viejos.

El catolicismo, obra de los hombres, debe pues desaprecer ante la libertad, obra de Dios. La moral del evangelio, el cristianismo, fragmento sublime de la eterna moral del género humano, debe pues separarse y se separa, y se ha separado ya del catolicismo, doctrina de revelaciones y encarnaciones del Oriente antiguo, que se quiere superponer à la revelacion y encarnacion universal de la razon en todo hombre.

Así, la razon, el progreso de la historia, los términos intermediarios entre la razon y Dios, como desarrollo en un inmenso silogismo, nos afirman estos hechos conquistados:}

1o-Distincion entre el cristianismo y el catolicismo.

2o-El cristianismo identificado con la moral del evangelio con exclusion de los dogmas.

3o-La forma y vida politica de los pueblos, separándose de Roma, de la Iglesia, del catolicismo para constituir su personalidad espiritual y temporal.

4°-La razon, como única autoridad para toda creencia ;-la razon como fundamento de la personalidad del hombre y de los pueblos;-la razon libre asentando la libertad razonable; la razon individual, único juez, criterio, autoridad de todo dogma, y la razon ó mayoría, único poder legislador, y juez de todo lo temporal.

Hé ahí las conquistas del espiritu. Estas son las bases del templo supremo de la humanidad emancipada.

Esas conquistas son innegables, indisputables. Llevan en si una fuerza progresiva que vivifica todo lo que es bueno, y que en su marcha pulveriza los obstáculos con la tranquiliad inexorable del destino.

La fuerza de mi libro consiste, en que se encuentra en la corriente de esa fatalidad de la razon, que quiere disipar todas las tinieblas y quebrantar todas las cadenas, y sumergir á todas las mentiras y errores del ódio, del privilegio, de las castas y del miedo, en la tumba del infierno católico de donde han salido, para reproducir el espectáculo de la alianza del Ser y los seres, de las razas, del corazon y el pensamiento, del instinto y de la reflexion, del individuo y la sociedad, de la creacion y el hombre, para repetir por los siglos de los siglos: PAZ JUSTICIA, AMOR!

Pero

¿Quién resiste?-La casta, el interés, el error. Es dificil «quemar lo que se ha adorado:» bien lo sé. hay en ese terror que inspira el adios á las playas del viejo mundo, mas bien resistencia imaginaria de las inteligencias timidas, amor propio empeñado, posicion social comprometida, esfuerzo voluntario para no encarar de frente la dificultad y cerrar los ojos á la luz.

Se imaginan los que resisten à la iluminacion de la razon, que reconocer la falsedad del catolicismo es desencadenar el

caos, destronar à Dios de la inmensidad, matar la inmortalidad, corromper las costumbres. Todo eso es resultado de la prédica católica, y nada mas que para defenderse, ha pretendido hacer la existencia del mundo, solidaria de las elubraciones de algunos judios.

Todo eso es el último baluarte del error. La razon afirma á Dios, á la libertad y á la justicia, y el gran crimen imperdo- . nable que comete esa razon, consiste en abolir entre Dios y el hombre, la intervencion de la iglesia. La razon nos pone en comunicacion directa con el Eterno y suprime el fraile. Hé ahí su crimen.

Emancipando à la razon, nos acercamos à Dios;--sometiéndola como el católico, nos acercamos al hombre. Libres!-escuchamos la revelacion directa de Dios en cada uno. Siendo católicos, escuchamos la revelacion de Pedro y compañia que nos trasmite el padre Astete.

Así, yo diré al católico sincero: Nada temas. Emancipando tu razon, Dios te sustenta. ¿Temes acaso el esplendor de su

faz?

La verdad no teme, ni puede temer à la razon. ¿Podrá Dios temer á la razon del hombre?-La razon ha sido hecha para ver la verdad, y la verdad es para ser vista.

Bajo otro aspecto, la proposicion fundamental del libro, la América en Peligro, es la única solucion radical de nuestros males fundamentales y trascendentales.

Es la única solucion del problema del Estado y de la Iglesia. Muchos lo juzgan así, pero creen que es necesario ir despacio. -Entre tanto, se hace un gran servicio à la inteligencia, prcsentándole de antemano el resultado fatal de la marcha de la razon en la humanidad, y predisponiendo los espíritus á las conclusiones del gran silogismo del destino.

Esta cuestion se agita hoy en todas las Repúblicas del Sur. La Iglesia se asocia á la invasion en Méjico, despues de haber trabajado por discolar ese pais, y dar pretexto á la calumnia de los monarquistas.

La Iglesia conmueve á la República Oriental, y quien sabe si la sangre viene a salpicar el manto negro de los vicarios que revuelven al pobre pueblo contra la autoridad, á nombre de la revelacion infalible del Papado?

La Iglesia pesa, con el peso de todos los errores y preocu

paciones y supersticiones que ha enseñado, sobre el interior de la República Argentina, sobre Chile, Bolivia, Perú, el Ecuador........

Es pues una cuestion permanente, á la órden del dia, y de cuya solucion depende la radicacion de la soberanía del hombre, ó la perpetuidad del despotismo de la Iglesia.

El catolicismo vencido en Europa por el cristianismo y por el racionalismo, procura refugiarse en América. En guardia, Americanos: Annibal ad portas! No permitamos que el continente de la República se pierda;—no permitamos que la democracia se decapite en su desposorio con la Iglesia; no permitamos que la libertad busque su fé de bautismo en los archivos de la Santa Sede, de la Santa Curia y de la Santa Inquisicion;— no permitamos que la razon soberana abdique de tal modo, que tenga necesidad del visto-bucno de una casta para afirmar la verdad y la justicia.

Concebis una República, sin la soberanía del pueblo? ¿Concebis una soberanía sin la autocracia de la razon? ¿Concebis una razon que se empeña en probar que la razon no tiene razon? Tal es la pretension de los que asocian el catolicismo y democracia. Es el absurdo ! - pero el absurdo pertenece à la lógica católica; ; y es por esto que es dificil convencerla. La obstinacion en la sin razon, es lo mas lógico, en los espíritus, que niegan la autoridad de la razon.

Así, pues, las pretensiones del señor Obispo y de los demas apologistas del catolicismo, se estrellan fatalmente ante la con secuencia que el sentido comun deduce de sus premisas: Condenando ó sacrificando la razon, se ven condenados á no tener razon. Es la victoria mas espléndida de la verdad y justicia de la causa que sostenemos. Hay si que lamentar un mal, y es la condenacion à las tinieblas en que sumerge la iglesia á sus sectarios. ¿Pero por qué hemos de desesperar del advenimiento de la luz, para los que yacen sentados á la sombra de la iglesia?-¿No está dicho, y no creemos, y esperamos en la iluminacion progresiva del astro que emerge de las entrañas de la conciencia humana, para proclamar la resurreccion de la mas terrible de las esclavitudes, la esclavitud consentida, la lescavitud católica ?

Tal es mi fé.

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