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III.

MARCHA DE LA CRÍTICA.

Y ese problema es agitado por los filósofos, por los teologos, por los historiadores y filólogos. Los pueblos empiezan á sentir la repercusion del profundo trabajo de los ciclopes que en las entrañas del pensamiento y de la historia, conmueven la' tierra que sustenta catedrales.

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Trescientos años tardó el credo católico en formarse, y en menos de trescientos años hemos visto estrecharse las fronteras del mundo católico, perdiendo el Norte de la Europa, y re-› ducido hoy á dominar en las poblaciones mas atrasadas, que tambien y poco a poco entran en línea de batalla, arrancando paulatinamente las reformas que en su natural desarrollo llevan la muerte de la Iglesia.

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Las heregias que se creian vencidas ú olvidadas se despier tan: Las promesas ofrecidas á los pueblos no se cumplen, y estos empiezan a preguntarse, si el Evanjelio es una burla, ó si la Iglesia es una fantasma subsistente tan solo en las imaginaciones aterradas. Al pié del Cristo de la Iglesia, los «pastores,» los reyes,» los «sabios, han venido á depositar sus lágrimas, sus riquezas, su poder, su fé, sus esperanzas; y des÷ pues de mas de 1800 años, ni el Samaritano ha sido cura-i do, ni Lázaro ha sido resucitado, ni el pobre ha tenido pan, ni el corazon alegria, ni la fé satisfaccion, ni la catedral.ha sido amparo. Mas qué digo? han sido los hereges, han sido los filósofos, ha sido la revolucion, ha sido la ciencia del derecho, la filantropia de los llamados ateos, los que han levantado al Samaritano, resucitado pueblos sepultados, iluminado á los ciegos, dado pan al hambriento, y justicia al débil humi: Ilado! Ha sido la filosofia la que apagó las llamas de la Inquisicion, la que pide la abolicion de la pena de muerte, la desa parición del tormento y la rehabilitacion del delincuente, là: que ha quebrantado las cadenas de los esclavos, hoy solo exis-> tentes en España y Brasil.

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O contraste! y esa Iglesia autora, ó cómplice de todas las tiranias, se dice la heredera, la representante de Jesus, y ese Jesus es Dios!

Y su vicario en la tierra es el Pontifice romano!

No veis claro, que ese tremendo contraste seria suficiente J sin estudio, ó para legitimar una blasfemia, ó negar, la divinidad al fundador del poder del pontifice romano?-Qué! Dios ála justicia absoluta, ha creado el privilegio de la infalibilidad de la razon en unos pocos! Dios ó la libertad ideal, ha creado la despotica y repugnante teocracia que ha pretendido dominar la tierra! -Dios, ó el amor infinito ha podido fundar el régimen sistemado del terror, del tormento, del cuerpo y el es piritu! Dios! ó la providencia del bien, ha podido desarrollar esos infernales circulos históricos presididos por la Igle sia católica, ligándose con los tiranos, instituyendo tiranias,, sancionando esclavitud, servidumbre, feudalidad, monarquia, conquista, y explot.cion de pueblos! Dios, el verbo, la luz, la inteligencia infinita, ha podido ser representada en el solio del soberbio Vaticano, para humillar y perseguir al pensamien to, condenar la ciencia, y embrutecer la humanidad!-No!-repiten las tumbas de las generaciones engañadas. No! repiten, el instinto, la ciencia y la conciencia del mundo moderno, ostentando las verdades, las glorias, los beneficios, las libertades d de la civilizacion; de la ciencia y de la industria, arrancadas a la ignorancia, al despotismo, á la crueldad y torpeza de la teocracia Romana.

Este contraste, histórico, presente, y tremendo, debe forzosamente producir dos consecuencias. La primera, es el exámen de la Divinidad de Jesus. La segunda, la critica de la conducta de la Iglesia como ajustada ó no al texto puro de los Evanjelios.

La primera ha sido obra de la filosofia. La segunda, obra de la Reforma, bajo todos los aspectos que ha podido revestir. Pero la filosofia ha procedido de dos modos. A veces, partiendo de la razon pura, ha negado el absurdo de la encarnacion de Dios;-otras ha buscado en los mismos libros canónicos y en las luces de la historia la solucion de la dificultad.

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FOT

El siglo XVIII, el gran siglo, Voltaire à la cabeza, partió de la razon, ligando sus trabajos á los de la filosofia antigua, y empleó ademas todas las armas que la historia le suministraba.

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El siglo XIX, siglo bastardo, místico y ateo, pantheista é in-. dustrial, egoista y poeta, tariúfo y humanitario, eclectico ó adúlExo en mo moral, en politica, en diplomacia, ha seguido y reunido

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en su seno las dos grandes corrientes de ideas, agitadas por la reforma y la filosofia; pero con una particularidad notable debida à la Alemania.

Esa particularidad es debida á la filosofia pantheistica, que parece haber imperado y estendido su influencia á todos los ramos del saber en Alemania, y particularmente à la literatura, á la historia, á la mitologia, y últimamente al cristianismo.

¿Cual es el carácter particular del pantheismo?-Es sabido que esa doctrina partiendo de la idea de substancia considera á los seres como manifestaciones particulares de la inagotable riqueza de formas que contiene la idea de Infinito. De aquí se vé salir un movimiento comunitario, permitasenos la expresion. Todas las manifestaciones de la vida en la naturaleza, todas las formas del pensamiento en la historía, no son sino variaciones ejecutadas sobre el tema de la substancia una é infinita. Asi es que la substancia, Dios, la naturaleza, para servirnos de las admirables palabras de Schelling, «dormita en la planta, sueña en el animal, se despierta en el hombre.»

Y asi como todo ser es divino, todo pensamiento, toda filosofia, toda religion son manifestaciones mas o menos adecuadas, mas o menos perfectas del eterno movimiento de la idea identificada con la realidad, que siempre en progreso, jamás acabará de realizar la infinidad de formas contenidas y organizadas en série ascendiente; en la idea eterna de la variedad, coexistente con la unidad suprema.

¿Cuál será la influencia de esa doctrina, aplicada á la literatura de los pueblos? Si todo es emanacion de la naturaleza, los actos individuales y las individualidades perderán su distincion, su autonomia, su originalidad, su libertad y aun la posibilidad del heroismo. Entonces las historias, las epopeyas de los héroes, serán figuras, representaciones ó mitos de la naturaleza, ó de los sentimientos, ideas y fantasías de las masas, ó de la naturaleza humana. Rómulo y Remo no serán dos individuos, sinó dos pueblos, ó dos razas, ó dos ideas; Homero no será un hombre, sinó la personificacion de los cantores anónimos, ó de la poesia de las masas.

Imperando ese sistema, ¿cómo debe comportarse, ante la gran individualidad de Jesus?

En las manos de ese sistema, en la cristología y filosofia de Hegel, que ha servido de base al libro de Strauss, el Cristo se

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convierte en el ideal que la humanidad ha fabricado. Asi Cristo, no es el autor del cristianismo, sinó el cristianismo, el creador del Cristo. Hegel dice:

La verdad, que sale de la historia del Cristo y que ha llegado ◄ å ser la herencia de los hombres, es que el hombre es el Dios presente, inmediato; de tal modo que, comprendida por el « espiritu, esta historia aparece como la imagen de la evolucion « dialéctica del hombre, del espíritu mismo.»

De modo que, segun el sistema, nos quedamos sin Cristo, porque todos somos Cristo, nos quedamos sin Dios, porque todos somɩs el Dios «presente é inmediato». Es así como el dogma católico de la encarnacion de Dios en un hombre. (que es un pantheismo tímido é incompleto,) viene en manos del pantheismo á sacar sus consecuencias y á aceptar todos los misterios del catolicismo, con la pequeñísima diferencia de la explicacion dialéctica,

El doctor Strauss aplicó la famosa dialéctica á los Evangelios, y todo el cristianismo se convirtió en una série de mitos, que amenazó no solo á la Iglesia, sinó á la figura misma de la existencia de Jesus.

Ya no se trata de continuar las interminables discusiones teológicas de los protestantes, de los maniqueistas, de los Arrianos, de los Vadenses, de los Armenios ó los Griegos, y de los que pretendian fundar la alianza del Evangelio y de la filosofia. Ya no se trata de disputar palmo á palmo sobre el bautismo, sobre la Eucaristía ó fabricacion de Dios, la trinidad, sobre la misa, sobre los dias de fiesta, sobre el ayuno, sobre la gracia, sobre la confesion, sobre las indulgencias, sobre la infalibilidad de la Iglesia, del Papa, ó de los concilios. Ya no se trata de presentarse en la lid armado con los textos de los santos padres, patriarcas, intérpretes, con las decisiones de concilios, bulas de pontifices. ó la autoridad de la costumbre y tradicion. En América, ha exedido en este tremebundo trabajo, el ilustre Vigil, autor de la «Defensa de los Gobiernos, contra las pretensiones de la Curia Romana». Ya se tiembla ante el descubrimiento de un texto, ó de una mera interpretacion que pretenda probar que la Iglesia no es cristiana, segun unos, ni Evangélica segun otros, ni ccuménica y demoácrtica, sino mon rquica y autocrática. El catolicismo, fuerte en su base del sometimiento de la razon á la autoridad, se defendia y defiende con su sello autoritario, y no negándosele esa

base revelada y autoritaria por sus adversarios, subsiste aun mu tilada, por la espantosa fuerza de inercia que posée.

Mas ahora, qué cambio! No solo se ha puesto en duda sus textos sagrados, sinó que han sido arrojados á los vientos; no solo sus textos que sirven de fundamento se disipan, sino que hasta la persona misma de su Dios se niega, con la tremenda dialéctica del pantheismo y de la crítica.

Grande fué la conmocion, y grande el asombro y la mudez de la Iglesia. Veia que eran armas nuevas, que ya no era la culpa de Voltaire, ni de Rousseau, ni del ateismo de Diderot. Hubo un momento en el mundo cientifico, en que inspiró compasion la ignorancia de la Iglesia; y en Francia. fué nuestro amado maestro Edgar Quinet, que salió el primero, plantando la bandera de la personalidad y del heroismo en el palenque de la crítica, contra el pandemonio desatado.

Su obra, «exámen de la vida de Jesus» que recomendamos mucho a nuestros lectores, y que el Sr. Renan nó nombra siquiera, por motivos que no quiero calificar, abrió los ojos de la Francia pensadora y reveló al mismo tiempo su ignorancia respecto á los innumerables y profundos trabajos de exégesis que tenian lugar en Alemania. Qué abismo de elucubraciones teológicas! qué abismo de erudicion, de crítica, dehistoria, de filosofia y de originalidad! y el mundo latinoslo ignoraba, y aun hoy apenas empieza á sentir los resultados. La Francia empezó á estudiar, y con su génio claro y popularizador, ha extendido algun tanto el movimiento. El Sr. Litré, ha traducido á Strauss, y muchos trabajos se han sucedido, sea dando á conocer los de Alemania, sea originales de franceses, sobre el mismo tema. La Inglaterra tambien ha seguido el movimiento.

Me refiero al trabajo del señor Edgardo Quinet, para los que quieran tener una idea del trabajo exegético de los alemanes, que han preparado y servido para la formacion del libro del Sr. Renan, y que explica el profundo movimiento de transformacion de creencias á que asistimos.

Se vé pues que el terreno ó la faz de la lucha ha cambiado. Ya no se trata de negar á la iglesia tal dogma, porque esté en oposicion con el Evangelio; ya no solo se trata de negar racionalmente el milagro y la encarnación y todo lo que se llama revelado; hoy, principalmente desde Hegel, y particularmente desde Strauss, se acepta los textos, pero explicados segun la

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