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dado á los misioneros de los indios Albatuinas, mandó aprestar dos bajeles, armados en artilleria é infanteria, y se hizo á la vela de ellos, con designio de vengar la inuerte de los Padres y recobrar sus sagradas reliquias. Aportó al cabo de Gracias a Dios, y aunque no pudo castigar como queria á los homicidas, por haber estos huido al monte, guiado de los indios cristianos, descubrió los tres cuerpos de los Religiosos, los que trajo á la ciudad de Trujillo y enterró con la mayor solemnidad, el dia 16 de Enero de 1624. Y habiéndose ofrecido competencia sobre el lugar de la sepultura de los referidos. cuerpos, entre el Cabildo de Trujillo y el Sindico del Convento de San Francisco, pretendiendo el primero fuesen enterrados en la Iglesia inayor, y el segundo que lo fuesen en la de San Francisco; el Señor Gobernador determinó que las reliquias del P. Comisario fuesen sepultadas en la Iglesia Matriz y las de sus compañeros en la de San Francisco: en cuyos sitios permanecieron hasta el año de 1643, en que los Holandeses se apoderaron de la ciudad de Trujillo. En este tiempo el Guardian del Convento de San Francisco recogió como pudo los tres cuerpos, y puestos en una arca, los condujo para Guatemala. Disponian en esta ciudad recibir con la pompa y solemnidad correspondiente las reliquias de los Santos mártires; pero el P. Provincial, por escusar ruidos y escesos del pueblo, determinó entrasen secretamente. Colocáronse en una alacena, en la Iglesia de San Francisco, funcion que se hizo con asistencia de la Real Audiencia, los dos Cabildos, Religiones y vecindario, llevando la arquita que contenia las reliquias las personas mas condecoradas, despues de haberse cantado con gran solemnidad la misa y oficio de difuntos.

Refiérense algunos sucesos que parecen milagrosos, obrados por Dios en comprobacion de la santidad de sus siervos: como fué que, habiéndose encendido la ciudad de Trujillo con un globo de fuego que en una tempestad despidieron las nubes, se observó que las casas donde habia reliquias de los Santos mártires las respetó el fuego y no padecieron lesion alguna; con la circunstancia que estando contiguas las casas, en llegando el

fuego á las que tenian alguna de las espresadas reliquias, saltaba á la casa siguiente. Pero el prodigio mas sigular que se observó en la muerte de estos Religiosos y que se puede llamar original en su especie, pues yo no tengo noticia se haya obrado en otra ocasion, es éste que refiero en los mismos términos, que se halla en declaracion jurada, que dió el M. R. P. Fr. Pedro Guerra, Provincial que fué de esta provincia, cuando volvió de Roma, á donde fué à sufragar al capitulo general que celebró la Religion de San Francisco el 17 de Mayo de 4623, como Custodio de esta provincia, dice pues: Que cuando llegó á Roma, halló y vió pintados en el Convento de Aracali los dichos tres Religiosos que padecieron en la Taguzgalpa, Fr. Cristóval Martinez, Fr. Benito de San Francisco y Fr. Juan Vaena, con el género de martirio que padecieron y dia, mes y año de su muerte. Y asegura lo tuvo á cosa milagrosa; pues tenia ciencia cierta, que despues de la muerte de los Padres no habia salido nao de estos puertos, sino es la en que S. P. se embarcò, y que cuando se hizo á la vela apénas corrian noticias y estas muy confusas del martirio de los citados Religiosos. Confirmase esta relacion con otra certificacion, tambien jurada, que dió el M. R. P. Fr. Juan de Bustos, Ex-Provincial de la provincia de Nicaragua, en que afirma haber oido lo mismo á cerca del referido cuadro al M. R. P. Fr. José de Lobo, Padre de la provincia de Andalucia, que asistió al citado capitulo general, y aseguraba haber visto el espresado lienzo; y añadió, que el R. P. Fr. Lucas Wadingo, Bibliotecario de Su Santidad, le certificó que el mismo dia que estos Santos mártires padecieron por la fé en este Reino, se halló en Roma, en el sacro palacio, la enunciada pintura.

Despues de la muerte de estos Religiosos, se suspendieron por algunos años estas reducciones, porque, como dijimos en el capítulo pasado, aunque muchos Religiosos intentaron entrar ya à la Taguzgalpa, ya á la Tologalpa, no pudieron efectuar!o. Sucedió por los años de 1664, que habiendo los índios Payas salido varias veces á saltear y saquear las haciendas y estancias circunvecinas, y haciendo los mismos insultos los indios Jica

ques en los valles de Xamastran y Olancho, siendo uno de los mas perjudicados en estos robos el Capitan Don Bartolomé de Escoto, tratando de remediarlo con otros sus aliados, hizo varias entradas en que sacó de las montañas algunos indios y los pobló en parage donde le pareció conveniente. Mas viendo que no tenia Sacerdote que los catequizase y administrase los Sacramentos, se vino á Guatemala, con tres indios Leucas, en solicitud de ministro que doctrinase é instruyese á aquellos infieles: informado de todo el Señor Presidente, pasó oficio al P. Provincial, encargándole que como cosa que habia criado y fundado la Religion Serafica y regado con la sangre de sus hijos, destinase operarios que segaseu la copiosa miez que se presentaba, pues tenia Religiosos aptos é idóneos para tan santos empleos y tan propios de su instituto, como la reduccion de los gentiles á nuestra santa fé. Hallábanse por este tiempo en el Convento de la Recoleccion de Almolonga el R. P. Fr. Fernando de Espino, Religioso anciano, docto y virtuoso, y que siendo natural de la Nueva Segovia, lugar vecino de las tierras de los Jicaques, sabia la lengua Lenca. Este sacerdote ejemplar, movido del Espiritu del Señor, se ofreció para ir á estas reducciones. Y habiéndosele agregado el P. Fr. Pedro de Ovalle, salieron de esta ciudad el 16 de Mayo de 1667.

Llegados á los confines de la Taguzgalpa, entraron á la montaña, guiados del Espiritu del Señor, y despues de muchos trabajos, encontraron una familia de indios Lencas, que actualmente trataban de dar muerte á una muchacha, á quien imputaban el crimen de hechiceria: hizo cuanto pudo el V. anciano por librarla de la muerte; y aunque no lo consiguió, pero logrò el catequizarla brevemente y bautizarla. Lo mismo hizo con otra enferma de peligro, la cual murió muy consolada. Continuaron los dos misioneros en su ministerio catequizando, instruyendo y bautizando los indios que se convertian á nuestra santa fé, hasta principios del año de 1668 que llamó la obediencia al P. Fr. Fernando. Quedó trabajando en estas reducciones el P. Fr. Pedro de Ovalle, el que con otros compañeros que se le enviaron logró á

costa de inmensos trabajos sacar de la montaña hasta 600 infieles, con los que formó siete pueblecillos, en los que el año de 1675 se empadronaron 600 almas. Fuéronse aumentando estos neófitos, de modo que el año de 1679 ya llegaba su número á 1073; y el de 1690, como consta de papeles auténticos, pasaban de 6000 los que habian muerto bautizados, y habia ya fundados nueve pueblos.

El año de 1694 vinieron algunos Religiosos del Colegio de misioneros de Propaganda Fide de la ciudad de Querétaro, con el destino de fundar Colegio del mismo instituto de esta ciudad; y no pudiendo estar ocioso el ardiente celo de estos Varones Apostólicos, ínterin se efectuaba la referida fundacion, salieron unos para la Talamanca, otros se destinaron para el Chol: el V. P. Fr. Melchor Lopez, nombrado Presidente de estos Religiosos, habiendo vuelto de la Talamanca el año de 1695, emprendió nueva espedicion con el P. Fr. Pedro de Urtiaga para el Obispado de Comayagua, donde predicó con el fervor y espíritu que acostumbraba; y viéndose cerca de la Taguzgalpa, aunque estas reducciones estaban á cargo de la provincia del Nombre de Jesus de Guatemala, deseando entrar en parte de tan gloriosa empresa, con beneplácito de dicha provincia, se internó con su compañero en la espresada Taguzgalpa, donde trabajó con gran provecho de aquellos infieles hasta el año de 1698, en que lo llamó el Señor á recibir el premio de sus grandes merecimientos. Habiendose fundado el espresado Colegio de Propaganda Fide, por los años de 1701, imitando sus hijos el celo de su Santo Fundador Fr. Melchor Lopez, han cuidado de estas conquistas de los gentiles de Honduras: en el dia tienen una reduccion que llaman Luquigui, donde asisten á lo menos dos Religiosos.

Mas no por esto ha abandonado enteramente estas reducciones la referida provincia del Dulcisimo Nombre de Jesus de Guatemala; pues fuera de otros, por los años de 1740 ó poco despues, pasó á la Taguzgalpa el P. Fr. Félix Figueroa, varon de gran virtud; y aunque volvió á Guatemala á tratar algunas cosas tocantes á es

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tas conquistas, brevemente se regresó y continuó trabajando en el catequismo de estos neófitos hasta su muerte. Consérvase en gran veneracion en la Iglesia de la reduccion de San Buenaventura una bien pesada cruz que llevò á cuestas este Santo Religioso desde Guatemala hasta el referido pueblo de San Buenaventura. Y en nuestros dias hemos visto partir para la Taguzgalpa en la edad de 70 años al M. R. P. Fr. José Antonio Goycoechea: este Religioso, despues de haber servido à su provincia en el ejercicio de Lector hasta jubilarse tercera vez: de haber ido por su Procurador á la Córte de Madrid, y traido una mision de 46 Religiosos; y últimamente haber desempeñado el empleo de Ministro Provincial: queriendo consagrar á Dios su ancianidad, ha salido para la Taguzgalpa por el mes de Junio de 1805, llevando en su compañia al R. P. Fr. José Antonio Martinez. Habiendo llegado a los confines de la referida provincia se internó él primero en la montaña de Agalta, donde sin embargo de la ferocidad y barbárie de sus moradores, logró civilizar multitud de ellos, con los que pobló dos reducciones que intituló el Santisimo Nombre de Jusus Pacura y San Estevan Tonjagua. Al cabo de dos años volvió á esta capital llamado de la obediencia el P. Goycoechea; y viéndose los índios de los referidos pueblos sin ministro que los catequizase, vinieron algunos á esta Ciudad y se presentaron al Gobierno suplicando les diesen Sacerdote para dichos pueblos: el Gobierno pidió informe al P. Goycoechea, que lo evacuó por Noviembre de 1807, y en él espone la necesidad que habia de ministros en dichas tierras y la buena disposicion en que se hallaban sus habitantes, para recibir la fé de Jesucristo. El indio Antonio Lopez, Catedrático de lengua en esta Universidad, informó à S. M. sobre el asunto, haciendo personeria por los de su nacion. En virtud de este informe, el Supremo Consejo de Regencia despachó real cédula, su fecha de 1° de Marzo de 1810, en que manda que inmediatamente, oyendo al efecto al R. P. Fr. José Antonio Goycoechea, se provean de ministros las espresadas reducciones.

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