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En 9 de noviembre de 1641, el gobernador de Buenos Aires ordenó que el licenciado López, con otros compatriotas suyos, fuera internado a la ciudad de Córdoba del Tucuman.

Entre los compañeros de López se hallaba un muchacho que no alcanzaba a contar dieciseis años de edad i respondia al nombre de Francisco de Pasos.

Este habia llegado a Buenos Aires, a 28 de noviembre de 1640, en el navío Santa Maria, en el cual venian embarcados veinticuatro relijiosos i tres legos de la Compañía de Jesus.

El Santa Maria tenia por capitan a Domingo Tomé, tio de Pasos, orijinarios uno i otro de la ciudad de Leza, cerca de Oporto.

La vida en comun del destierro suele ser poderoso iman que liga indisolublemente a algunos hombres. Tal sucedió a López i a Pasos. El primero llegó a profesar al segundo un cariño solo comparable al de un padre por su hijo.

López Cainca se ordenó de sacerdote en Córdoba, i resolvió venirse a Chile, en union de Pasos, en el año de 1652.

En nuestro pais los dos amigos celebraron una compañía de comercio. El licenciado López aportaba mas de veinticuatro mil pesos, i su socio solamente diez mil; pero, en cambio, mientras el clérigo López debia permanecer en Santiago, Francisco de Pasos se obligaba a conducir personalmente las mercaderías al Perú (1). En una de estas ocasiones, Pasos contrajo amistad con el tesorero Pedro de Torres.

1) Carta citada del licenciado Vásquez de Velasco.

El clérigo López Cainca se habia formado una situacion respetable en Santiago. Para probarlo, basta recordar que fué hasta su muerte síndico del monasterio de monjas clarisas, i contador de la Catedral, cargo el último que ya habia ejercido en Córdoba, por confianza del cbispo don Melchor Maldonado.

En cuanto a Pasos, sirvió por algun tiempo, i sin remuneracion, una plaza honoraria de soldado; i en 12 de octubre de 1654 fué nombrado capitan de caballos lijeros, lanzas españolas, del número i batallon de la ciudad de Santiago.

Un hecho que no puede ponerse en duda es que López i Pasos, obtuvieron grandes ganancias. Ademas del almacen que habian establecido en Santiago, vivian bajo un mismo techo en una casa de su propiedad, i tenian esclavos bajo sus órdenes.

En el año 1667 terminó la compañía comercial de los dos portugueses, pero no su íntima amistad ni el sincero amor que se profesaban (1).

Uno i otro estaban como prisioneros en Chile, i sentian vivísimos deseos de volver a su patria. Con tal objeto, trataron de conseguir el permiso necesario, primero en Lima, i mas tarde en Madrid por conducto del embajador de Portugal, empleando cuantos medios se hallaban a su alcance. Llegaron a ofrecer hasta veinte mil ducados en cambio de la licencia (2).

¡Vanos esfuerzos!

El clérigo López fué el primero en perder la espe

(1) Carta de Vásquez de Velasco.

(2) Carta citada.

ranza de volver a Lisboa. Se sentia anciano i enfermo; continuos ataques de gota le retenian en cama.

Aunque en 1667 López i Pasos se habian repartido las ganancias de su compañía comercial, se instituyeron mutuamente herederos.

El clérigo López falleció a 13 dias del mes de marzo de 1681, i, por coincidencia realmente estraña, en el mismo dia cayó enfermo su compatriota Francisco de Pasos, el cual falleció con fecha 25 del mismo mes.

En 13 de marzo, el capitan Pasos habia conferido poder para testar a su amigo el tesorero Pedro de Torres; i le habia nombrado heredero del remanente de su hacienda.

Torres se apresuró a aceptar la herencia con beneficio de inventario, i a los dos dias del fallecimiento de Pasos compareció ante el tribunal de la Cruzada a fin de que se hiciera el inventario de los bienes.

Aunque el asesor del mencionado tribunal fué de parecer que a esta corporacion no le correspondia tal dilijencia, el subdelegado i comisario apostólico, doctor don Cristóbal Sánchez de Abarca, ordenó que se procediera segun lo solicitado.

En virtud del poder de Pasos, Torres otorgó el testamento en 21 de junio de 1681; i fundó por el alma de su amigo dos capellanías, una de dos mil pesos en el convento de carmelitas descalzas, i otra de tres mil pesos en el convento de San Agustin de Santiago, constituyéndose él mismo como patrono de ambas.

Ademas lo era de una tercera capellanía, fundada por el licenciado López Cainca en su casa de habitacion. Francisco de Pasos habia sido el primer patrono de esta última.

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Habria gozado tranquilamente el tesorero Torres de la herencia del capitan Pasos, que, segun se susurraba en la sociedad de militares i comerciantes de la capital de Chile, subia a centenares de miles de pesos, si no hubiera sido por las jestiones de un fraile del órden de San Agustin, llamado Juan de Pasos, el cual reclamaba para sí i una hermana suya la antedicha herencia, por ser hijos naturales de aquel rico mercader.

Frai Juan de Pasos se dirijió a la real audiencia; pero esta alta corporacion declaró por dos veces su incompetencia para conocer en el asunto, i por dos veces devolvió los autos al tribunal de la Santa Cruzada, ante quien se estaba haciendo el inventario de los bienes del capitan Pasos.

En el mencionado tribunal, el abogado del fisco denunció que el capitan Pasos habia venido a las Indias sin permiso de su majestad, i por esta causa, en calidad de estranjero, habia incurrido en la pena de perdimiento. de todos sus bienes; i añadió que en el inventario mandado hacer a pedido del tesorero Torres, habia manifiesta ocultacion del oro reunido por los comerciantes portugueses, oro que no habia pagado los derechos reales, i, por lo tanto, habia caido en comiso.

Despues de recibida la causa a prueba, que jeneralmente resultó favorable al tesorero Torres, el tribunal, con fecha 3 de marzo de 1682, absolvió a éste, i declaró libres los bienes del capitan Pasos de la accion intentada por el fisco.

Frai Juan de Pasos, que en secreto era estimulado por otro relijioso, frai Juan de la Concepcion, del órden de Nuestra Señora del Cármen, al cual le habia tocado asistir a Francisco de Pasos en sus últimos momentos, con

la esperanza de una importante donacion del moribundo para fundar en Chile un convento de relijiosos de su órden, se dirijió precipitadamente a Lima para dar aviso al virrei de lo que ocurria en nuestro pais. Pero el tesorero Torres, personaje de grandes influencias entre los togados i los eclesiásticos, consiguió que los superiores del órden de San Agustin, bajo precepto de santa obediencia, hicieran guardar silencio al inquieto fraile, i le ordenaran volver a Chile; lo que ejecutó confiado en una capellanía de tres mil pesos que Pedro de Torres debia fundar a su favor, i que efectivamente fundó con los bienes del capitan Pasos.

Despues de este nuevo triunfo, el tesorero de la Santa Cruzada creyó que podria disponer con libertad de la gran herencia que habia caido entre sus manos (1).

IV

Antes que nada, el tesorero Torres se esforzó por conseguir, i obtuvo, una cédula de su majestad por la cual el rei lo autorizara a él i a su mujer para instituir un ma

(4) Para la redaccion de este párrafo III, he tenido a la vista tres documentos fidedignos i de indiscutible importancia.

Primero, la causa criminal seguida ante la real audiencia de Chile, por orden del monarca, contra Pedro de Torres, con motivo de la herencia de López i Pasos, catalogada en el Archivo de la real audiencia de Santiago, tomo I, páj. 190, núm. 566.

Segundo, el alegato que en la misma causa, i a favor de Torres, presentó al real Consejo de Indias el licenciado don Juan Rosillo de Lara. Folleto impreso de 74 hojas, de la librería del señor arzobispo don Rafael Valentin Valdivieso, i perteneciente hoi a la biblioteca del Seminario de Santiago.

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