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Pedro de Valdivia i haber asesinado a Gonzalo de los Rios.

La reo confesó que hacia trabajar a los indios en dias festivos; pero agregó que esto solo sucedia cuando amenazaba lluvia, en cuyo caso les ordenaba que colocaran bajo techo la azúcar que estaba al aire libre, a fin de no perderla.

Despues de rendida la prueba de testigos, el tribunal condenó a la Encío, a mas de algunas penitencias espirituales, a pagar mil pesos ensayados (1).

No puede negarse que este proceso, seguido a la luz de las antorchas de la Inquisicion de Lima, alumbra de una manera siniestra la sociedad chilena de entonces.

María de Encío era una de las señoras mas ricas i encopetadas de Santiago.

Las tierras de la Ligua tocaron en herencia a sus hijos Gonzalo e Isabel; pero Gonzalo quedó en definitiva como único dueño por compra hecha a su hermana de la hijuela que le habia correspondido.

Confirmóle en el dominio de esta propiedad el presidente Jaraquemada, con fecha 9 de diciembre de 1611. Aunque sus padres, como se ha visto, tambien la habian poseido, la encomienda de la Ligua fué otorgada al segundo Gonzalo de los Rios en primera vida, si bien, es cierto, con mayor estension, bajo el nombre de encomienda de la Ligua, Putaendo i Codegua (2).

El hijo de María de Encío llegó a ser de este modo uno de los señores feudatarios mas poderosos del pais.

(1) MEDINA, La Inquisicion en Chile, tomo I, pájinas 292 i siguientes. (2) Papeles del mayorazgo Cerda.

MAYORAZGO

ΤΟ

En vida de su madre ya pertenecia al cabildo de Santiago en calidad de rejidor.

Con fecha 26 de mayo de 1590, el cabildo le nombró alférez, encargado de la custodia del estandarte real; pero esta designacion no tuvo efecto, pues cuando el cabildo mandó notificarle, María de Encío contestó a nom. bre de su hijo que éste se hallaba imposibilitado para pasear el estandarte en la fiesta del apóstol Santiago.

La corporacion juzgó que esta negativa no se fundaba en razon alguna, i acordó penar a Gonzalo de los Rios. En el acto mismo fué elejido, en su reemplazo, alférez de la ciudad el rejidor Bernardino Morales de Albornoz (1).

Trascurrieron los años i este escándalo se perdió en el olvido.

Gonzalo de los Rios fué nombrado alcalde ordinario de Santiago en 1614 con don Diego de Godoi, en 1618 con don Melchor Jufré del Aguila, i en 1622 con don Andres de Toro Mazote; i ejerció las funciones de correjidor de la ciudad en 1611, 14 i 19.

El renacimiento del hijo de María de Encío a los honores i altos empleos públicos podria tener una esplicacion mas o ménos satisfactoria.

Entre el año de 1590, en que habia caido en desgracia ante el cabildo, i el de 1611, fecha de su primer nombramiento de correjidor, habia contraido matrimonio con una dama de gran influencia en la sociedad de Santiago, Catalina Lisperguer i Flores.

Esta señora, a pesar de su elevada alcurnia, era digna

(1) Sesion de 23 de julio de 1590. Medina, Historiadores de Chile, tomo XX,

hija de María de Encío; pues ántes de casarse habia querido envenenar al gobernador Alonso de Ribera i habia dado muerte al indio que le servia de cómplice, it despues de su matrimonio quitó la vida a una hija de su marido (1).

Gonzalo de los Rios i Catalina Lisperguer tuvieron dos hijas: doña Águeda i doña Catalina, la famosa Quintrala.

La primera de ellas casó con un oidor de Lima, don Blas de Torres Altamirano, quien exijió una dote de 50,000 pesos, e impuso ademas como condicion previa para su matrimonio que la encomienda de indios de su futuro suegro no pudiera ser renunciada por doña Águeda en favor de doña Catalina (2).

Segun parece, estas estipulaciones recibieron debido cumplimiento, i a la muerte de Gonzalo de los Rios la encomienda de la Ligua, Putaendo i Codegua fué poseida por su hija mayor.

Doña Catalina de los Rios i Lisperguer casó con un criollo chileno de escasa fortuna, don Alonso Campofrio de Carvajal, al cual ella llevó pingüe dote i, al mismo tiempo, su codicia desenfrenada.

Despues del fallecimiento de su hermana doña Águeda, doña Catalina deseó a toda costa apoderarse de la rica encomienda de indios que aquélla gozaba en segunda vida; pero, como existia prohibicion real de que las encomiendas pudieran ser concedidas por tres vidas, se presentó a solicitarla, nó doña Catalina, sino su marido.

Era éste hijo de un valeroso capitan estremeño que

(1) Palabras del obispo Salcedo. Los Lisperguer i la Quintrala, pájina 263.

(2) Obra citada, pájina 265.

habia llegado a Chile con don García Hurtado de Mendoza i habia prestado importantes servicios en la conquista de nuestro pais.

El presidente Laso de la Vega, a quien se dirijió la peticion, accedió a ella; pero don Alonso Campofrío tuvo que entregar la cantidad de 7,000 pesos en las reales cajas de Santiago (1).

Gozó en segunda vida de esta misma encomienda doña Catalina, despues del fallecimiento de su marido.

Por real cédula de 1.o de junio de 1654 se permitió que las encomiendas de Chile pudieran concederse hasta por tres vidas. La viuda de don Alonso Campofrío quiso aprovechar esta gracia, i pagó con tal fin la suma de 3,300 pesos, a mas de otros 400 pesos que dió a la real caja para que la autorizaran a designar el sucesor de su encomienda.

Como doña Catalina de los Rios habia perdido a su único hijo, designó a su sobrino don Fadrique, hijo de un primo hermano, don Juan Rodulfo Lisperguer i Solórzano (2).

La encomienda de la Ligua, Putaendo i Codegua contaba seis años despues de la muerte de doña Catalina tres caciques, trece indios tributarios, veintidos ancianos i veintinueve muchachos (3).

Muerto don Fadrique Lisperguer i à peticion de don Juan de la Cerda i Contreras, el presidente Garro concedió la encomienda de la Ligua a don Juan de Dios de la Cerda i Hermúa, primojénito del licenciado.

(1) Apéndice, núm. 3.

(2) Papeles del mayorazgo Cerda.

(3) La Quintrala de Vicuña Mackenna, páj. 112.

No faltó, sin embargo, un vástago de la familia Lisperguer que solicitara para sí la misma encomienda; pero la verdad era que estos indios habian estado, puede decirse, al servicio de la misma casa, contra órdenes terminantes del rei, por siete vidas, a saber, las de don Gonzalo de los Rios, María de Encío, Gonzalo de los Rios i Encío, Águeda de los Rios, Alonso Campófrío de Carvajal, Catalina de los Rios i Fadrique Lisperguer, i el santo Garro, como lo denomina la tradicion histórica, creyó que debia romper esta cadena de peculados.

El rei confirmó la concesion de la encomienda a don Juan de Dios de la Cerda por cédula firmada en Madrid a 12 de setiembre de 1692.

Segun ántes se ha leido, tres años mas tarde el licenciado don Juan de la Cerda compró la hacienda de la Ligua a su cuñado el canónigo Hermúa.

De este modo, no solo las tierras i los ganados, sino tambien los indios de la Quintrala pasaron al dominio de los Cerda.

La encomienda de la Ligua se estinguió en poder de esta familia.

El presidente don Manuel de Salamanca la concedió en segunda vida a don Nicolas de la Cerda i Carvajal, hijo de don Juan de Dios de la Cerda i Hermúa, a 24 de noviembre de 1734; i, aunque don Nicolas no pudo conseguir en España esta misma encomienda para su hijo mayor, el presidente Amat, en el año de 1761, puso a este último en posesion de ella mientras el rei resolvia de nuevo el asunto (1).

(1) Papeles del mayorazgo Cerda. Segun matricula practicada en 8 de mayo de 1771, la encomienda de Cerda tenia 26 indios reservados,

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