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tamento, habla de informes siniestros enviados en contra suya al rei de España. Las víctimas de su codicia. naturalmente se habian convertido en enemigos irreconciliables.

Estos espesos nubarrones que oscurecieron el último período de su existencia, no fueron, sin embargo, obstáculo para que Pedro de Torres se preocupara hasta el fin de la conservacion i mejoramiento de su fortuna.

Ademas de las propiedades de que se ha dado cuenta, adquirió por compra una chacra, llamada mas tarde del Cármen, en los alrededores de Santiago i dentro de la jurisdiccion de la parroquia de San Isidro.

A pesar de su avanzada edad, Torres hizo edificios en ella, plantó una viña i rodeó ésta con un cerco.

Pero la preferente atencion del tesorero fué dar remate a la construccion del portal de la Plaza Mayor de Santiago. Con tal objeto, compró de diversos dueños tres tiendas i una casita pequeña, que se hallaban intercaladas entre las tiendas de su propiedad; e inmediatamente las reconstruyó uniformando todo el edificio.

Solo quedaba como un lunar la puerta de la casa de don Juan de Argomedo, la cual interrumpia la hilera de las tiendas con una arquitectura diversa.

Previo permiso del propietario, Torres completó el portal en este punto, en altos i bajos. Argomedo, por su parte, se comprometió a pagar setenta pesos por el empedrado que le tocaba, i reconoció al tesorero la propiedad de la construccion de cal i ladrillo hecha sobre el zaguan de su casa.

Pedro de Torres manifiesta en su testamento de un modo espreso su voluntad de agregar al mayorazgo estos nuevos edificios.

Por desgracia para Torres, así como no pudo gozar del título de Castilla, que otro adquirió con dinero suyo, así tambien el portal edificado merced a su constancia i desvelos no debia llevar su nombre, sino el de Sierra Bella.

Pedro de Torres murió en Santiago a 24 de agosto de 1722, i de ello da fe el escribano público Juan de Morales Melgarejo, quien le vió, en su casa de la Plaza Mayor, tendido en la cama i amortajado con un hábito dominicano.

El tesorero Torres, como todos los caballeros de su 'época, era sumamente devoto. En vida fué mayordomo de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, i en su testamento ordenó que su cuerpo fuera colocado en la capilla de la misma advocacion del convento de Santo Domingo, en sepultura de su propiedad, donde se hallaba desde hacia años su mujer, doña Isabel de Olivares. Mandó tambien que despues de su muerte se rezaran por su alma innumerables misas, i dejó en su testamento diferentes legados para objetos caritativos o de piedad.

En el codicilo que otorgó a 18 de setiembre de 1721, disminuyó, sin embargo, estos últimos legados, en atencion, decia, al menoscabo de su caudal (1).

El matrimonio de su nieto, don Diego Mesía de Torres con doña María de Munive, habia sido fecundo en hijas mujeres, i el tesorero, que las habia visto nacer, quiso dejarles a todas una prueba de su cariño.

A doña María Micaela Gregoria la mejoró con la

(1) Tanto el testamento como el codicilo pueden leerse al fin. Apéndice, número 2.

chacra del Cármen, sin otro gravámen que una capellanía de dos mil pesos impuesta por él sobre esta propiedad en favor de su alma, i de las almas de doña Isabel de Olivares, María de Torres i demas parientes difuntos.

A doña Isabel Mónica le dejó dos azafates i dos palanganas de plata, i ademas dos esclavos, un varon llamado Pedro Nolasco, de seis años de edad, i una hembra llamada María Renovata, de doce a trece años. De advertir es que el tesorero poseia a la fecha de su muerte, entre hombres i mujeres, veinticinco esclavos. Por último, a doña Nicolasa i a doña Andrea las mejoró con trescientos pesos a cada una, a fin de que compraran sendas negritas para su servicio.

En su codicilo, Pedro de Torres nombra a una quinta bisnieta, doña Leonor, a la cual deja dos bernegales con sus salvillas.

En el mismo documento ordena que a su bisnieto i ahijado don Cristóbal le den un calentador de plata; dos de las mejores piezas de plata labrada; dos mulatillos, uno llamado Nolasco, i otro, que no nombra, de cinco meses; la cama i ropa blanca, dos escritorios i dos cajas de su uso. Recomienda tambien especialmente a sus padres le eduquen con esmero, como a quien va a ser sucesor en el mayorazgo.

Don Diego Mesía de Torres i doña María de Munive tuvieron un séptimo hijo, don Pedro Nolasco (1), que probablemente nació despues de la muerte de su bisabuelo.

(1) Don Pedro Nolasco Mesía i Munive se graduó de bachiller, licenciado i doctor en teolojía en la Universidad de San Felipe, con fecha 20 de octubre de 1760. Véase el indice de los libros de esta corporacion, publicado en la Imprenta Cervantes, año 1898. Páj. 363.

El tesorero dejó de albaceas a su nieto don Diego Mesía de Torres, a su hijo natural don Diego de Torres, a su sobrino don Francisco Isidro, a don Manuel de Manzanal i al presbítero don Francisco Pardo; i de tenedores de bienes a don Diego de Torres i a don Francisco Isidro.

Don Diego Mesía de Torres, sucesor en el mayoraz

El Condedebe
Bella

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go instituido por su abuelo materno, debia tambien heredar el título de Castilla concedido a su abue

lo paterno. Ei hijo de

María de Torres fué el tercer conde de Sierra Bella. Su situacion social i pecuniaria no podia ser mas brillante a la muerte del tesorero de la Santa Cruzada. De éste habia recibido valiosísimas propiedades raíces, i por el lado de su padre i de su mujer tenia relaciones de sangre con las familias principales de Lima.

En el año 1712 desempeñó las funciones de alcalde ordinario del cabildo de Santiago, en compañía de don Agustin de Vargas.

Dos de sus hijas contrajeron matrimonio con encumbrados magnates de la capital de Chile: la mayor, doña María Micaela, con don Luis de Ureta i Carrera, alcalde de Santiago en 1745; i doña Andrea, con don Alejandro de Salamanca, hermano del presidente interino del reino, don Manuel de Salamanca, i comisario jeneral de caballería en el gobierno de éste.

Por desgracia, a los pocos años del fallecimiento de su abuelo Torres, el conde de Sierra Bella empezó a sufrir los golpes de la suerte.

El primero fué su destitucion del empleo de tesorero jeneral de la Santa Cruzada.

Este cargo público habia sido enajenado por la corona en la mitad del siglo XVII, i vendido a don Francisco Ruiz de Samaniego por la cantidad de ocho mil quinientos pesos.

Ruiz de Samaniego habia vendido el destino a Pedro de Torres en 20,000 pesos, con fecha 22 de mayo de 1 679.

Como ántes se ha visto, Torres habia agregado la tesorería al mayorazgo fundado por él, i en tal virtud desempeñaba el cargo su nieto don Diego Mesía.

Es el caso que se condenó al conde de Sierra Bella por mala administracion del destino, i éste fué puesto en almoneda en el año 1725 (1).

Lo remató en 20,050 pesos don Juan Briand de Morandé, quien lo cedió años mas tarde por dote de su hija doña Javiera a don Francisco García Huidobro, primer marques de Casa Real (2).

El segundo gran golpe sufrido por don Diego Mesía de Torres fué el terremoto que, con fecha 8 de julio de 1730, arruinó gran número de edificios de la ciudad de Santiago, i entre otros el portal de la Plaza Mayor.

(1) El mismo Mesia de Torres habia vendido el cargo de tesorero al capitan de caballos don Pedro de Ustáriz, hijo del ex-presidente, en la cantidad de 20,000 pesos, por escritura otorgada ante el escribano Juan de Morales Narvaez, con fecha 2 de mayo de 1724. En este documento, el conde de Sierra Bella declaraba que por causa de mala administracion era deudor al ramo de Cruzada de mas de 17,000 pesos. La venta antedicha no llegó a perfeccionarse, i como se refiere en el testo, la tesoreria de la Santa Cruzada fué puesta en almoneda al año siguiente.

(2) He tomado estas noticias en los documentos que se publican en el apéndice de esta relacion bajo el número 3.

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