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PAJINAS

APÉNDICE

PRÓLOGO

La presente memoria no abarca un período histórico completo.

Ella solamente se compone de una serie de monografías de familias chilenas; de todas aquellas que en nuestra sociedad del siglo XVIII podian ostentar un título de Castilla o enorgullecerse con la posesion de un mayorazgo fundado en Chile.

En cada uno de los capítulos que siguen se hallan reunidas numerosas noticias de diferentes especies. La historia de una familia, como se comprende, abarca un campo vastísimo, que, ya invade los dominios de la historia política, ya se mantiene dentro de los límites de la vida privada, ora descubre los progresos agrícolas e industriales de la nacion, ora sigue el desenvolvimiento de las clases principales de la sociedad.

La historia del hogar, o sea la historia íntima de un pais, refleja siempre con exactitud los vicios de su organismo i pone de manifiesto las bases de su progreso.

En los capítulos de esta obra se encontrarán abundantes pormenores sobre las encomiendas de indíjenas, las cuales nos dan a conocer el verdadero oríjen de nuestra sociedad.

Cada una de esas encomiendas o repartimientos presenta la historia en pequeño de la sociedad chilena. En ellas, los indíje

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nas constituian la clase baja, i los encomenderos las capas elevadas. La mezcla de la raza araucana con la raza española en el interior de las encomiendas fué formando con el trascurso de los años el elemento popular, al cual hoi pertenecen los obreros de la ciudad i los inquilinos del campo.

Pero sobre la clase de los tributarios dominó siempre la de los amos o patrones, que en los siglos XVI, XVII i XVIII se llamaron encomenderos, i que en nuestra época se conocen con el nombre de hacendados o agricultores.

Entre los indíjenas i los europeos no habia clase media, porque no la necesitaba aquella sociedad rudimental.

Constituida así esta apartada colonia de Chile sobre poderosa base oligárquica, presentó mas elementos de resistencia que sus otras hermanas de América a las convulsiones políticas que vinieron despues de la guerra de la independencia.

En los archivos públicos i privados se conservan documentos que permiten reconstituir la historia completa de algunas de las principales encomiendas de Chile. Así, verbigracia, en la presente obra, se estudian desde su orijen hasta su abolicion las encomiendas de Quillota, la Ligua i Pullalli.

El valle de Quillota, por su situacion jeográfica privilejiada, ofreció desde los primeros dias de la conquista mayor facilidad que otros valles para la esplotacion de los lavaderos de oro, que en aquella época constituyeron su principal riqueza.

El primer poseedor de esta encomienda fué Pedro de Valdivia, quien a su vez la puso en manos del obispo de Santiago González Marmolejo.

Los nombres de estos encomenderos suministran buena prueba de la importancia del feudo.

Despues de ellos siguieron esplotando los lavaderos de Quillota tres diferentes conquistadores, los cuales se desalojaron el uno al otro, hasta que la corona se adueñó del repartimiento.

El trabajo de los lavaderos, o de las minas, como entonces se decia, era tan duro, que la encomienda de Quillota fué quedando despoblada de indios ántes que otras; pero no por esto aquel hermoso valle se vió abando..ado de españoles i mestizos.

Ántes por el contrario, el cultivo del cáñamo, que prosperaba

admirablemente en la indicada rejion, atrajo a ella numerosos habitantes; i ya desde 1607 se pensó en fundar una villa que sirviera de estacion intermedia entre Santiago i la costa.

Desgraciadamente este proyecto no pudo realizarse sino un siglo mas tarde, en el gobierno de don José de Santiago Concha. La encomienda de la Ligua, o sea de doña Catalina de los Rios i Lisperguer, ofrece la especial circunstancia de que en ella se ensayó durante toda la época colonial, desde los tiempos de Pedro de Valdivia, el cultivo de la caña de azúcar.

I,

ha habido quien ponga este hecho en duda, no está de mas advertir que no solo se hacen referencias a él en las actas del cabildo de Santiago, sino que últimamente un prolijo investigador de nuestros archivos nacionales (1) ha descubierto en los primeros protocolos del rejistro de escribanos que se guarda en la Biblioteca Nacional el contrato por el cual un soldado de la hueste de Valdivia se comprometió a plantar las mencionadas cañas en las tierras de Gonzalo de los Rios.

Del poder de esta familia la encomienda de la Ligua pasó al dominio de los Cerda, quienes la conservaron hasta el año de 1791, en que fueron abolidas por el rei todas las encomiendas del pais.

La encomienda de Pullalli (2) se formó con indios que habian pertenecido a Diego García de Cáceres, i que su hija, la respetable matrona doña Isabel Osorio, viuda de Ramiriáñez Bravo de Saravia, trasladó a la estancia de aquel nombre, la cual le habia sido concedida por el gobernador Viscarra en 12 de enero de 1599.

A la muerte de Ramiriáñez la encomienda pasó por ministerio de la lei a su hijo mayor don Diego; pero, por dejacion de éste, fué concedida en primera vida a su hermano don Jerónimo Bravo de Saravia.

(1) Don Joaquin Santa Cruz.

(2) Pullalli, palabra araucana, que podria traducirse entre los llallis; como Pudágüel significa entre las aguas. «Harina de llalli, la que se hace de una especie particular de maiz, llamada curagua». Diccionario de Ortúzar.

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