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inadmisible. Doldré por doleré (a semejanza de valdré por valeré) es provincialismo de Chile». (OBRAS COMPLETAS, tomo 4.o, pájina 191.

No es exacto que doldré sea un chilenismo.

Don Juan Eujenio Hartzenbusch, en la comedia titulada UN SÍ I UN NÓ, acto 3.o, escena 2.a, o sea OBRAS ESCOJIDAS, tomo 2.0, pájina 132, edición de Leipzig, 1863, pone las siguientes palabras en boca de don Marcos.

«Te doldrá la tal equivocación, te doldrá. Entre barro humilde, estaba la joya, Florencio; tú has reñido con el mercante, i él ahora guardará para otro la alhaja».

Pero aunque el futuro i el pospretérito de indicativo de doler suelan conjugarse irregularmente, no solo en Chile, sino en España misma, creo que tal uso no debe conservarse.

Lo

que

conviene es tender a que las conjugaciones sean regulares.

Ya en la primera mitad del siglo XVI, Juan de Valdés, en el DIÁLOGO DE LAS LENGUAS, como tituló don Gregorio Mayans i Siscar, o sea de la lengua, como, con fundamento a mi juicio, don Marcelino Menéndez Pelayo opina que debió titularse, proponia, por la razón indicada, el que se dijera saliré en vez de saldré. (Mayans i Siscar, ORÍJENES DE LA LENGUA CASTELLAna, tomo 2.o, pájina 55).

Es de sentir que el uso no haya adoptado el saliré, como ha adoptado el doleré, forma que debe sostenerse en vez de rechazarse.

Don

Don Nicolás María Serrano, en el DICCIONARIO UNIVERSAL DE LA LENGUA CASTELLANA, CIENCIAS I ARTES, dice acerca de esta palabra, entre otras cosas, lo que sigue:

«Este tratamiento se adoptó al principiar a formarse la lengua castellana: primero, usando la palabra latina; luego domnus, abreviación del dominus; i don, en fin, castellanizando el nombre latino. Gonzalo Berceo i el arcipreste de Hita, que són escritores anteriores al siglo XV, reputando el don como tratamiento de mucho honor, no solo se lo daban a Jesucristo i a los santos, sino que lo estendieron a los héroes i deidades del paganismo. Así comienza Berceo la VIDA DE SANTO DOMINGO DE SILOS:

En el nombre del padre que fizo toda cosa,

et de don Jesucristo, fijo de la glorïosa....

«El arcipreste de Hita, en su fábula de LAS RANAS PIDIENDO REI, dice:

Las ranas, en un lago, cantaban et jugaban,

pidiendo rei a don Júpiter; mucho ge lo rogaban. <<El mismo autor, en otros pasajes, dice:-don Aqui·les, don Héctor, don Demóstenes-; i en tono de burla, -doña Loba, don Burro, don Salmón-; i aun a las cosas inanimadas, como-don Enero, doña Cuaresma, don Almuerzo-».

I efectivamente la importancia atribuída al tratamiento de don o de doña era tanta, que los reyes i las reinas de España en los documentos oficiales, siempre han cuidado de hacer preceder de él sùs nombres.

Los reyes católicos don Fernando i doña Isabel comprendieron el uso del don entre as gracias i recompensas concedidas a Cristóbal Colón, si descubría i ocu

AMUNÁTEGUI.-T. II.

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paba las comarcas ignoradas cuya existencia presumía en medio del océano.

Hé aquí el trozo a que me refiero del título que esos monarcas espidieron en Granada el 30 de abril de 1492:

<<Por cuanto vos Cristóbal Colón vades por nuestro mandado a descubrir e ganar con ciertas fustas nuestras e con nuestras jentes, ciertas islas e tierra firme en la mar océana, e se espera que, con la ayuda de Dios, se descubrirá e ganarán algunas de dichas islas e tierra firme en la dicha mar océana por vuestra mano e industria; e así es cosa justa e razonable que, pues os ponéis al dicho peligro por nuestro servicio, seades dello remunerado; i queriendo os honrar e facer merced por lo susodicho, es nuestra merced e voluntad que vos el dicho Cristóbal Colón, después que hayades descubierto e ganado las dichas islas e tierra firme en la dicha mar océana, o cualesquier dellas, que seades nuestro almirante de las dichas islas e tierra firme que así descubriéredes e gánaredes; e seades nuestro almirante visorrei, e gobernador en ellas, e vos podades dende en adelante llamar e intitular don Cristóbal Colón, e así vuestros hijos e sucesores en el dicho oficio e cargo se puedan intitular e llamar don, e almirante, e visorrei, e gobernador dellas».

En la COLECCIÓN DE DOCUMENTOS INÉDITOS PARA LA HISTORIA DE ESPAÑA por don Martín Fernández de Navarrete, don Miguel Salvá i don Pedro Sáinz de Baranda, tomo 4.o, pájinas 238 i 239, viene inserta la siguiente pieza:

<<Don Gregoris del Valle Clavijo, caballero del orden de Santiago, del consejo de su majestad en el real de las órdenes, i archivers jeneral de ellas, certifico que, a pedimento de don Miguel de Larrea i Vitorica, como

apoderado del duque, de Terranova i Monteleón, i en virtud de auto proveído por los señores del mismo consejo, se han traído del archivo jeneral de pruebas que la referida orden de Santiago tiene en su real convento de Uclés, las que se hicieron en el año pasado de 1525 a don Hernando Cortés, capitán jeneral de Nueva España, para caballero de la espresada orden, las cuales, abiertas i reconocidas por mí, se halla ser una información de la naturaleza, lejitimidad i nobleza del dicho don Hernando Cortés, por la que consta que fué natural de la villa de Medellín, e hijo de Martín Cortés i de Catalina Pizarro, vecinos de dicha villa; i que los padres de la dicha Catalina Pizarro, abuelos maternos del citado don Hernando Cortés, fueron Diego Altamirano i Leonor Sánchez Pizarro, vecinos de la misma villa; i que todos los referidos eran hidalgos al modo i fuero de España, i en tal posesión, habían estado gozando de los oficios que gozan los hijosdalgo en la dicha villa de Medellín sin cosa en contrario, que es todo lo que resulta de la citada información, que por ahora queda en este archivo secreto del consejo para restituirla al jeneral de la orden. I para que de ello conste, a súplica del enunciado don Miguel de Larrea i Vitorica, como tal apoderado del espresado duque de Terranova i Monteleón, i en virtud de lo mandado por el consejo en decreto de 27 del corriente, doi la presente sellada con el sello real del consejo, i firmada de mi mano en Madrid a 30 de julio de 1767.-Don Gregorio del Valle Clavijo.»

Como se ve, Hernán Cortés era un caballero a las derechas.

Sin embargo, su padre no tenía don, i él mismo no recibió este tratamiento hasta después de que sus hazañas le hubieron colocado entre los héroes.

El emperador Carlos V le concedió en premio de sus esclarecidos servicios un escudo de armas por real cédula espedida en Madrid el 7 de marzo de 1525; pero en ella no le da don, designándole simplemente con el nombre de Hernando Cortés.

El primero de los documentos oficiales en que se llama a Cortés don Hernando es la real cédula espedida por el mismo monarca en Barcelona el 6 de julio de 1529 para concederle el título de marqués del valle de Oajaca.

Hernando de Magallanes, el cual, aunque no pertenecía a la primera nobleza de Portugal, era (según don Martín Fernández de Navarrete, en su NOTICIA BIOGRÁFICA, inserta en la COLECCIÓN DE LOS VIAJES I DESCUBRIMIENTOS DE LOS ESPAÑOLES, tomo 4.o, pájina XXV) «hidalgo de cota de armas i de solar conocido», murió sin haber obtenido el tratamiento de don.

No tengo necesidad de advertir que Francisco Pizarro i Diego de Almagro no tuvieron don hasta después del descubrimiento i de la conquista del Perú.

Pedro de Valdivia no tomó ni recibió el título de don sino cuando, a principios de 1549, vino del Perú a Chile con el título de gobernador propietario i vitalicio que el presidente Pedro La Gasca (i hé aquí otro gran personaje de esa época que no usaba don) le había otorgado el año anterior.

El primer documento oficial que conozco en que se da a Pedro de Valdivia el tratamiento de don es el acta de la sesión celebrada por el cabildo de Santiago el 19 de junio de 1549.

Muchos de los iñas preclaros injenios de la literatura española en los siglos XVI i XVII no tenían el tratamiento de don.

Para comprobarlo, me bastará citar, entre otros, a

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