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causa es la innata desidia que se ha creído carácter de los indios, i que ha contaminado a todos los nacidos en el continente, aumentada i fomentada por la abundancia; o mas induljente, buscando causas ocultas i misteriosas, lo atribuye al clima. Pero ninguno se toma el trabajo de analizar, ni se abate a indagar razones mas sencillas i verosímiles.

«La flojedad i molicie que se atribuyen a estos pueblos, es un error; sí, Señor Excelentísimo, es un error que he palpado muchas veces, i he hecho observar a hombres despreocupados. Todos los días, se ven en las plazas i calles jornaleros robustos ofreciendo sus servicios, malbaratados, a cambio de especies, muchas inútiles, i a precios altos. Se ven amanecer a las puertas de las casas de campo mendigando ocupacion; i sus dueños en la triste necesidad de despedirlos.

«Soi continuo espectador de esto mismo en las obras públicas de la capital, en que se presentan enjambres de infelices a solicitar trabajo, rogando se les admita, i con tal eficacia que, por no aumentar su miseria con la repulsa, o hacerla con decencia, les propuse por jornal en el invierno un real de plata, i la mitad a los niños, siendo el ínfimo de uno i medio real, que sube por grado en otros trabajos hasta el doble. Concurre así cuanta jente ad. miten los fondos, sin que jamás haya dejado de sobrar; i esto consta de las cuentas remitidas a la corte.

«Nadie dirá que ha dejado una obra o labor par

falta de brazos. Apenas se anuncia alguna, cuando concurren a centenares. Las cosechas de trigo, que necesitan a un tiempo de muchos jornaleros, se hacen oportunamente, a pesar de su abundancia. Las vendimias, que requieren mas operarios que las de España por el distinto beneficio que se da al vino, se hacen todas en un mismo día con solo hombres. Las minas, que ofrecen un trabajo duro, sobran quienes lo deseen. Conque no es desidia la que domina. Es la falta de ocupación la que los hace desidiosos por necesidad: a algunos la mayor parte del año que cesan los trabajos; i a otros el mas tiempo de su vida, porque no lo hallan. Si como quieren persuadirse algunos indolentes políticos, la agricultura i las minas fuesen bastante ocupación para todos, no esperarían a que se les advirtiese: la necesidad i la esperanza los llevarían por la mano. Pero las tierras solo se cultivan a proporción de los consumos, de cuya regla fija si se apartan, sobreviene la carestía o decadencia. Esto hace que sea limitado el número de manos; i como solo pueden emplearse cierto tiempo del año, es de necesidad que el resto se mantengan ociosos. Las minas situadas muchas, i jeneralmente las de plata, en las sierras nevadas, solo se laborean el verano; i los mineros, no solo sufren la involuntaria ociosidad del invierno, sino que están sujetos a la continjencia de una ocupación precaria, que no puede pasar a sus hijos.

«Esta falta de objetos en que emplear el tiempo, hace mas común el funesto uso de los medios de

sofocar la razón, de suspender el peso de una existencia triste i lánguida; de aquellos brevajes con que los infelices, con el pretesto de divertir sus aflicciones, parece que buscan un remedio para el mal de vivir. Estragados así, espuestos a la intemperie de un clima seco, acortan su vida tan comunmente, que el que ha escapado de los riesgos consiguientes a tal abandono, rara vez llega a la vejez; de modo que no hai un país en el mundo donde haya menos ancianos. A esto, se sigue el celibato, pues así como el hombre, luego que tiene una ocupacion subsistente, su primer deseo es llenar las intenciones de la naturaleza casándose, cuando nó, huye i detesta una carga que no ha de poder llevar, que le hará autor de unos seres precisamente miserables, que sean, como sus padres, vagos, sin hogar ni domicilio, ni mas bienes ordinariamente, que los que apenas cubren su desnudez. Los niños no conocen ocupación; i las cortas labores de las mujeres, que reciben su precio como una limosna, no las alcanzan a sustentar».

En resumen, la tierra era fértil, la cordillera estaba preñada de metales, el mar abundaba en pesca, la población era laboriosa; pero había indijencia i ociosidad a causa de escasear el trabajo por el increíble atraso de la agricultura i de la industria.

La difusión de la enseñanza, la apertura de nuevas fuentes de riqueza i la libertad del comercio eran los remedios indicados para curar esa anemia que estenuaba al país.

El infatigable apóstol del progreso intelectual, moral i material presentó a la junta del consulado, con fecha 11 de julio de 1796, una Representación sobre fomentar algunos artículos útiles al comercio del reino.

El formidable ciclope no se cansaba de martillar, aunque el hierro estuviera frío.

Don Manuel de Salas completó esta pintura tan triste de lo que era Chile, i tan halagüeña de lo que podía ser, en una presentación que dirijié en 1804 al presidente don Luís Muñoz de Guzmán la diputación o junta directiva del hospicio de la Ollería, de que Salas erá miembro, sobre asuntos del establecimiento, siendo de notar que tales ideas aparecían ya patrocinadas, no por un solo individuo, sino por una corporación.

«La pobreza estrema, la despoblación asombrosa, los vicios, la prostitución, la ignorancia i todos los males que son efecto necesario del abandono de tres siglos (hacía decir Salas a la diputación del hospicio en aquel documento) hacen a este fértil i dilatado país la lúgubre habitación de cuatrocientas mil personas, de las que los dos tercios carecen de hogar, doctrina i ocupación segura, cuando podrían existir diez millones sobre mas de diez mil leguas cuadradas de fácil cultivo.

«La preferencia esclusiva que se dio a las minas,

i

que hizo tanto mal a la Península, como a este continente, fue causa del olvido de la agricultura, que debió abastecer a la metrópoli de las materias que compra a sus enemigos; orijinó el desprecio del arte mismo con que deberían estraerse estos metales, único objeto de la codicia, i cuya abundancia i permanencia los hace cada día representar menos en el comercio, al paso que la tosquedad en su estracción i la ignorancia de su beneficio hacen mas difícil i ruinosa su adquisición.

«La limitada esportación de frutos propios sostiene apenas un lánguido cultivo; i las ocupaciones temporales que exije éste son mucho mas limitadas que en otras partes, donde la naturaleza de las producciones requiere preparaciones que, añadiéndoles valor, emplean en las estaciones muertas a las mujeres, a los niños i aún a los mismos labradores. El comercio esterior, que se reduce al cambio de un millón de pesos, valor del oro, plata i cobre que anualmente produce el reino, por efectos de Europa, i el de los granos que lleva a Lima para solo pagarse

de la azúcar i tabaco i otros cortos artefactos, no presentan ocupación sino a mui pocos; i el jiro interior, que lo constituye la reventa, las segundas compras, las usurarias anticipaciones, hacen la escasa fortuna de algunos, i la ruína de muchos, especialmente de los mas recomendables de las únicas manos criadoras, del labrador, el artesano, el minero, el jornalero. Estos brazos privilejiados destilan un sudor o sangre que, después de mejorar

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