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algo la suerte de tal cual, los estenúa, i les hace aborrecer un trabajo sin esperanza, que, no alcanzando a sus míseras familias, les hace mirar con horror el matrimonio, i los hijos como carga insoportable; i solo reproducen unos efímeros herederos de su triste vida, de su mal ejemplo i de los vicios que se procuran para atolondrarse, i suspender una existencia insufrible para otros cualesquiera en quienes la misma estupidez i el no reconocer mejor destino no contribuyesen a hacerles tolerable el suyo. La facilidad de satisfacer de cualquier modo las primeras necesidades les priva de aquel vehemente estímulo que hace al hombre laborioso i le conduce gradualmente a apetecer la comodidad, i después, la distinción. Los excesos a que los conduce la perversa o ninguna crianza, i la carencia de recursos para vivir, los familiarizan con los crimenes que en vano intenta reprimir una justicia severa que con penas inútiles acaba de degradarlos, i abatir aquellos resortes que sostienen la virtud, i que conserva mas bien la exactitud que no puede observarse respecto de hombres ya corrompidos, dispersos, i que nada tienen que perder.

«Esta descripción melancólica, pero injenua, del pueblo, que tiene presente Vuestra Excelencia; este análisis lijero, pero fiel, es únicamente capaz de esplicar un fenómeno tal, como el ver despoblado un país tan feraz, bajo un clima templado, sin fieras ni insectos venenosos, sin tempestades ni pestes, sin guerra ni emigraciones; solo así se resuelve el

problema. ¿Por qué los campos mas fértiles i regados están sin cultivo? ¿Por qué tantos artículos que sirven al comercio, artes i farmacia están sepultados? ¿Por qué muchas materias que podrían venderse a los estranjeros, redimiendo a la Península de la dependencia de comprarlas, no se envían a pesar de las reiteradas órdenes i medios para hacerlo, de que tiene noticia la diputación? No es Señor, la desidia la que forma este raro conjunto de necesidad i abundancia, de abandono i proporciones, de privaciones i deseos; no se orijina de alguna causa física, ni de algún principio misterioso, que se figuran los que no se han detenido a examinarlo. No hai otro motivo, que el mismo que ha produci. do iguales efectos en todos los terrenos, como éste, en que solo se prestó atención a las minas, pastos i granos con esclusión de la industria, i cuya constitución se varió luego que ésta vino a ocupar aquellas manos i aquellos días que no podían emplearse en tales objetos. En suma, los trabajos sedentarios i perennes llenaron unos vacíos que trastornaban las sociedades, disminuyeron los cultivadores i criaron consumidores de los frutos que antes embarazaban; tuvieron sobrantes con que cambiar los de otras partes; tuvieron nuevas necesidades que satisfacer; tuvieron esperanzas, costumbres, virtud, educación; i se acabaron la mendiguez i la indijencia>>.

Las dos calorosas esposiciones que acabo de copiar, me parece que deben ser consideradas como el mas formidable ataque que pudiera dirijirse contra un sistema que en tres siglos había ocasionado tanta miseria i estorbado tanta grandeza; pero, a fin de evitar falsos conceptos, no me cansaré de repetir que Salas estaba mui distante, completamente ajeno, de ocultar el mas lijero designio de desconocer los derechos del rei, el mas remoto plan de un trastorno político cualquiera.

Por el contrario, confesaba que los monarcas españoles habían hecho en favor de esta comarca cuanto podía esperarse de su real benignidad (1); i declaraba sin doblez que deseaba que España trabajase en la prosperidad de Chile para que se estrechasen mas los vínculos entre ambos países.

«Chile, decía, debe ser tan útil a la metrópoli, como hasta hoi le ha sido gravoso. España necesita consumidores para sus frutos i artefactos; Chile, consumirlos i pagarlos: para lo primero, es necesaria una gran población; para lo segundo, que ésta tenga con que satisfacer lo que recibe. Se completaría la felicidad de ambos países si los efectos que éste retornase fuesen de los que no produce la Península i compra a otras naciones: así no embarazando su esportación, i conservando a la madre patria la

(1) Representación de la diputación del hospicio al presidente don Luis Muñoz de Guzmán en 1804,

debida dependencia, la libertaría de la que sufre». (1)

Indudablemente, las opiniones i planes de Salas impulsaban a una revolución; pero ello sucedía sin que su autor lo sospechara siquiera.

Los obstáculos de toda especie que aquel eminente hombre de bien encontró para la realización de sus benéficos proyectos debían a la larga acrecentar el descontento contra el orden establecido, que sus ideas, sin que él lo pretendiese, iban poco a poco suscitando.

Así Salas, sin que tal fuera su propósito, hizo al gobierno español con solicitudes i representaciones de interés público una oposición tan cruda i tremenda, como la que al presente podría hacerse con los mas furibundos artículos de diario.

(1) Salas, Representación al ministerio de hacienda sobre el estad● de la agricultura, industria i comercio del reino de Chile, 10 de enero de 1796.

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