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Don Manuel de Salas había deseado, i deseaba desempeñar un empleo, no tanto por motivo de lucro, cuanto para ponerse en situación de trabajar en beneficio del país.

El puesto de síndico del consulado le había dado investidura para hacerlo.

Por desgracia, la duración del tal cargo era solo de dos años.

Viendo la dificultad de hacer algo de provecho en tan angustiado tiempo, el eminente repúblico resolvió solicitar que se prorrogase el plazo de sus funciones.

Con este objeto, el 10 de enero de 1796, junto con dirijir al ministro Gardoqui la representación sobre el estado de la agricultura, industria i comercio de Chile i sobre los medios de mejorar la postración en que se hallaban, le pidió en oficio separado que se le conservase en su puesto hasta que el gobierno dispusiese otra cosa.

Como para realizar las reformas indicadas en la

memoria referida «i verificar otras ideas que me he propuesto (decía Salas en su oficio), no sea bastante el tiempo que me queda de síndico, i este carácter debe contribuír para promoverlas, si Vuestra Excelencia lo tiene a bien, puede mandar lo retenga hasta que disponga otra cosa. Tómese esta mi propuesta como súplica, o como oblación de mi persona, para el logro de las benéficas providencias de Vuestra Excelencia, su benigna acojida será un favor que me obligue a continuar solicitando conocimientos que en estas partes no se adquieren con facilidad, ni para esponerse en corto tiempo sin oportunidad, i con el desconsuelo de que talvez no sean sostenidos por otro. Me alienta para hacerla sin rubor la satisfacción de que nadie se persuadirá a que el estímulo es el cortísimo salario, que ofrezco en mi informe, i siempre invertiré en cosas semejantes, ni otros deseos que los de servir al rei i al público bajo las órdenes de Vuestra Excelencia. Esta esperanza será un constante atractivo para velar sobre la conservación de este útil cuerpo, que necesita de una continua inspección, para que, como los demás que se fían a su misma fuerza, i a solo los principios que los constituyen, no se altere i decaiga».

Carlos IV accedió a la petición del síndico, i le concedió una prórroga de dos años en el ejercicio de su empleo.

He dicho i repetido varias veces que don Manuel de Salas era un partidario sincero de la metrópoli, i que deseaba que España i su colonia marchasen juntas como madre e hija.

Por este tiempo, se le presentó oportunidad de manifestar nuevamente su modo de pensar a este respecto.

El 2 de enero de 1799, se recibió en Santiago una real orden espedida en Aranjuez a 20 de junio de 1798 a fin de recabar un donativo i un préstamo sin interés para subvenir a los crecidos gastos demandados por la guerra con la Gran Bretaña.

Se había cuidado de ensalzar en ella la benignidad del monarca, que, pudiendo imponer una contribución, prefería las voluntarias ofrendas de la lealtad i patriotismo.

El ministro de hacienda Saavedra comunicaba la rejia petición con el siguiente oficio:

«Remito a Usía de orden del rei el adjunto espediente del real decreto que Su Majestad se ha servido dirijirme con fecha 27 del corriente por el cual me manda abrir en España e Indias dos suscripciones: la una a un donativo voluntario en dinero i alhajas de oro o plata; i la otra a un préstamo patriótico sin interés, reintegrable en diez años, que empezarán a contarse desde los dos primeros de paz que sigan al día de su publicación.

«Su Majestad espera que todos sus vasallos le han de dar en esta ocasión las mas insignes pruebas de un amor verdaderamente filial, por las que se dis

tinguirán con particular esmero los empleados en sus reales oficinas, como que reconocerán ser para con ellos mas estrecha la obligación de concurrir a la defensa de la monarquía, a la cual se hallan especialmente ligados por los vínculos de la gratitud No es de presumir que haya ni uno solo a quien falte una alhaja de oro o plata que ofrecer en donativo, o que no se someta gustoso a una espontánea retención temporal de una porción de su sueldo, mayormente cuando, aplicándola a tomar acciones o parte de acción del préstamo patriótico, le queda la segura esperanza de su reintegro; que es decir no hace mas que suspender por un tiempo el cobro de aquella porción retenida, haciendo al mismo tiempo un recomendable servicio al estado.

«Así que Su Majestad está en la confianza de que los individuos dependientes de las oficinas que en España e Indias se hallan bajo la dirección de Usía desplegarán todos los recursos de amor, lealtad i patriotismo, porque, además de que su rei les dará un ejemplo capaz de excitar su imitación, los exhortará individualmente por cartas que dirijirá a cada uno de por sí con las enérjicas espresiones que sabrá inspirarle la dignidad del asunto, bajo el supuesto de que es la voluntad soberana que Usía me dé aviso de las resultas para ponerlas en la real noticia».

Don Manuel de Salas cooperó, en cuanto pudo, a la realización de la colecta ordenada por el mo

narca.

En prueba de mi aserto, léase el oficio siguiente: «Señores de la junta del consulado,

«El síndico ha visto la copia del decreto de Su Majestad, de la real órden con que se dirije al superior gobierno, i el oficio con que éste acompaña ambas, todo terminado a manifestar el ánimo del rei, que prefiere, a la resolución de gravar a los vasallos con impuestos estraordinarios, la de esperar de su lealtad medios para subvenir a las urjencias del estado, proponiendo un donativo voluntario i un empréstito patriótico.

«A la verdad, el conocimiento que tenemos de la situación actual del real erario, bastaría a excitar en Usía los nobles deseos de ocurrir a su decadencia; pero hoi son demsiado vehementes los estímulos, i la necesidad mui urjente para mirarla con serenidad. La benevolencia con que el soberano procura nuestros auxilios, hará el mismo efecto que en España i otras naciones que los papeles públicos nos anuncian.

«A mas, la guerra, que solo nos ha perjudicado en los intereses, si dura, incomodará seguramente nuestras propiedades i personas. Influyendo en la preponderancia que conseguirán las potencias rivales, talvez alterará la constitución de nuestro gobierno i nos traerá todos los horrores de que hasta hoi nos han cubierto la protección de la Península, i la distancia. Si aquella nuestra madre patria padece por su positura, sin que por la nuestra

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