Imágenes de páginas
PDF
EPUB

zando, i se le bautizó apresuradamente en artículo de muerte.

Aquel párvulo enclenque, raquítico, que parecía próximo a espirar, vivió ochenta i siete años para lustre suyo i bien de Chile.

Hé aquí su partida de bautismo, tal cual aparece en la parroquia del Sagrario de la catedral de Chile:

«En 5 de febrero de 1755 años, yo el reverendo padre maestro Santiago Viscarra de la Compañía de Jesús, con licencia del cura semanero, puse óleo i crisma a Manuel Silverio Antonio de siete meses i diez i seis días de edad, hijo lejítimo del señor doctor José Perfecto de Salas, fiscal de esta real audiencia, i de la señora doña María Josefa Corvalán i Chirinos. Padrinos, el doctor Clemente Corvalán i Chirinos, clérigo presbítero, comisario de Cruzada i del santo oficio en la ciudad de Mendo za i doña Nicolasa Corvalán i Chirinos. Bautizóle en caso de necesidad el licenciado don Juan Manuel Grez, clérigo presbítero. Testigos, Marcos Cifuentes e Ignacio Sumacta. I lo firmo, Juan Foucart. Hai rúbrica».

La ciudad en que el niño vino al mundo, manaba pobreza i reclusión por todos sus poros.

El doctor Gall pretendía conocer las inclinaciones de un hombre por las protuberancias de su cerebro.

Lavater juzgaba que el semblante de un individuo dejaba traslucir las ideas i sentimientos que en éste predominaban.

Un método análogo puede aplicarse a una ciudad.

Santiago mostraba en aquel entonces una fisonomía peculiar, que estaba revelando las preocupaciones i los posibles de sus habitantes.

Era una ciudad estensa, pero raquítica i achaparrada.

Estaba llena de templos i monasterios.

Las casas carecían de arquitectura; sus ventanas estaban defendidas por rejas de hierro, i sus puer, tas se hallaban guarnecidas por gruesos clavos.

A la simple vista, la ciudad manifestaba que se había construído por un pueblo devoto en medio de la guerra.

Parecía un claustro viejo con ribetes de cuartel o prisión.

Por el solo aspecto de aquella aldea grande, se colejía que los moradores no tenían arte, industria, riqueza, instrucción ni alegría.

No había paseos dignos de este nombre.

¡I, sin embargo, Santiago se titulaba capital del reino de Chile!

¡I, sin embargo, en las piezas oficiales solía llamársele corte!

Con el tiempo, el niño Salas debía trabajar mucho, muchísimo, en el aseo i cultura de su ciudad natal.

El 26 de setiembre de 1761, el presidente de Chile don Manuel de Amat i Junient se embarcó en Valparaíso con rumbo al Callao en el navío de guerra San José El Peruano, que tenía la particularidad de haber sido construído en Guayaquil.

Amat i Junient había sido nombrado virrei del Perú por Carlos III, e iba a tomar posesión de su elevado empleo.

El poderoso magnate llevó a don José Perfecto de Salas en calidad de asesor; i éste partió en el mismo buque acompañado de su familia.

Don José Perfecto solo se decidió a aceptar el nuevo cargo con la precisa condición de retener la propiedad de la fiscalía en Chile.

Conocía la instabilidad de los afectos humanos.

Recelaba que algún día pudiera perder la confianza del virrei, i deseaba conservar un puesto seguro.

Era un hombre previsor: sus ojos tenían el alcance de anteojos de larga vista.

Gracias a la traslación mencionada, don Manuel de Salas, que a la fecha contaba poco mas de siete años, se educó en Lima, i no en Santiago, donde solo habría podido adquirir escasísima instrucción.

La universidad de San Marcos, establecida en la capital del virreinato, era a la América del Sur lo la de Salamanca era a España. que

El primer poeta chileno, Pedro de Oña, la llama, en una composición métrica, fuente cristalina i pura destinada a fecundar el valle antártico, cuyas

gotas de agua levantadas a la rejión sublime, eran otras tantas estrellas mas brillantes que la luz. Don Manuel de Salas fue efectivamente un astro que debía irradiar en nuestro cielo.

Fuelo también su amigo Camilo Henríquez, educado en la misma capital.

El niño Salas cursó, en la ciudad de los Reyes, no solo con aprovechamiento, sino con aplauso, las clases de filosofía, teolojia, jurisprudencia civil,. derecho canónico, práctica forense.

El 3 de julio de 1773, la universidad de San Marcos le otorgó el diploma de bachiller en sagrados cánones.

Posteriormente, la audiencia le espidió el título de abogado, previos los requisitos exijidos por la lei.

El 3 de noviembre de 1762, se publicó, en el Perú, a voz de pregonero i estampido de cañón, la guerra que España había declarado contra Inglaterra i Portugal.

El virrei Amat era un jefe valiente i esperto en la milicia, que había principiado su carrera militar a los once años de edad.

Se había encontrado en siete batallas campales. Una de ellas fue la jornada de Bitonto, en que los españoles derrotaron a los imperiales, que ocupaban una fuerte posición.

De nueve mil austriacos, únicamente se salvaron cuatrocientos.

Durante mucho tiempo, don Manuel de Amat había mandado los Dragones de Sagunto, que habían sobresalido por su pericia i bravura,

El virrei procuró con dilijencia suma que todos los habitantes sujetos a su jurisdicción empuñasen las armas contra los ingleses.

Don Manuel de Salas sentó voluntariamente plaza en aquel ejército improvisado.

Obtuvo en él los grados siguientes: alférez (29 de enero de 1767), teniente (22 de marzo de 1770), capitán (18 de agosto de 1773).

Formó parte del rejimiento denominado de la Nobleza, cuyo mando se reservó el mismo virrei.

«Los jefes i oficiales (dice el literato peruano don Manuel de Mendiburu) pertenecían a las primeras familias, teniendo este cuerpo una compañía de abogados, otra de estudiantes, etc».

El distinguido joven se afilió en la octava compañía.

La tropa estaba lujosamente equipada.

Cada individuo debía costear su caballo, su traje,

sus armas.

El temperamento de Lima era mui nocivo a la salud de don Manuel de Salas.

La vida se iba escapando lentamente por los

« AnteriorContinuar »