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ciudad, hijo lejítimo del señor doctor don José Perfecto de Salas, del consejo de Su Majestad, fiscal que fue de esta real audiencia, i provisto de oidor de la contratación de Indias de la ciudad de Cádiz i de la señora doña María Josefa Corvalán, con doña Manuela Fernández Palazuelos, natural de esta ciudad, hija lejítima del maestre de campo don Pedro Fernánez Palazuelos i de doña Josefa Aldunate Acevedo. Fueron padrinos el mismo don Pedro Palazuelos i doña María Mercedes de Salas. Testigos don Ignacio Irigarai, don Manuel de Aldunate i don Fernando Sánchez. I para que conste lo firmo.

«Doctor Nicolás Morán. Hai rúbrica».

Los cónyujes tuvieron los siguientes hijos: Perfecto, Pedro, Santiago, Manuel José, Antonia i Manuela.

Don Manuel de Salas no podía limitarse esclusivamente a llenar su estómago, el de su madre i el de su mujer.

La cosa no era tan difícil, como acabo de manifestarlo.

Picaba mas alto.

Deseaba con ansia desempeñar algun papel espectable en su país, ponerse en aptitud de hacer el bien, dar a su familia la posición correspondiente. Había vuelto de España sin el destino que en

vano había buscado afanosamente; pero con muchos i variados conocimientos, especialmente prácticos, adquiridos en el estudio del mundo, que habían de ser en gran manera provechosos a su patria.

Anhelaba realizarlos.

Esa noble aspiración le espoleaba para proporcionarse un empleo que le redituara honra i provecho.

A pesar de tantas decepciones como había esperimentado a este respecto, no desesperaba de conseguirlo.

En un informe dirijido al rei por la audiencia de Chile en 1.o de diciembre de 1787, el supremo tribunal decía al soberano: «que don José Perfecto de Salas fue fiscal en esta real audiencia, habiendo sido sus méritos ventajosos, dilatados i notorios, pues no solo sirvió en este reino, sino que hizo de asesor muchos años en el gobierno superior i virreinato del Perú, contribuyendo al establecimiento del de Buenos Aires, con los servicios mas importantes, que, como públicos, no los espone la audiencia; i que, además de lo dicho, el juício, aplicación a las letras, probidad con que se ha manejado el espresado don Manuel, i la triste situación a que se halla reducido por la falta de su padre, i tener a su cargo a su madre, le hacen acreedor a que la real clemencia de Su Majestad le confiera una plaza togada en alguna audiencia de estos do

minios

para en premio de los muchos servicios que tiene hechos>>.

Los días se sucedían para don Manuel de Salas con una uniformidad soporífera: el sonido monótono del péndulo de un reloj.

La ociosidad le enfermaba.

Felizmente fue elejido rejidor del cabildo de Santiago.

El presidente, gobernador i capitán jeneral de Chile, don Ambrosio O'Higgins, le nombró en seguida superintendente de obras públicas.

Esos dos cargos gratuítos le abrían una puerta para ejercitar su actividad infatigable.

La tremenda avenida del Mapocho ocurrida el 16 de junio de 1783 arrastró en su corriente animales, árboles, muebles, tapias, paredes, ranchos.

Casi arrebató en sus turbias aguas a veinte i ocho monjas del Carmen de San Rafael.

El malecón del río (tajamar como se le llamaba en Santiago) fue destruído en su mayor parte.

Don Manuel de Salas se ocupó en reconstruírlo con arreglo a un plano levantado por un injeniero competente i a un presupuesto acordado por la autoridad administrativa.

Cumple a mi propósito insertar aquí el siguiente

trozo copiado del capítulo XV, tomo II, de la Historia crítica i social de la ciudad de Santiago escrita por don Benjamín Vicuña Mackenna, para que se conozca el juício que el brillante literato ha emitido acerca de este trabajo:

«El ojo escrutador del presidente O'Higgins había descubierto dos hombres que correspondían admirablemente a sus deseos, para confiarles la realización de aquella empresa (la reconstrucción del malecón), al uno como director científico, al otro como administrador de aquellas vastas faenas, que debían marchar con un ardor i un empuje nunca vistos. Los nombres de aquellos dos obreros del progreso, asociados esta vez en un negocio de bien comunal, se encontrarán siempre vinculados a cualquiera de las empresas que hayan dado algún lustre a nuestra ciudad i procurado algún bienestar a sus habitantes.

«Era el uno el del inmortal filántropo don Manuel de Salas, el hombre mas profundamente revolucionario que encontró la República, porque atacó a la vez la materia i el espíritu inerte de la era i de la raza coloniales; i por esto, mas que ningún otro hombre civil de 1810, hízose acreedora al bronce su ínclita memoria.

«Era el otro un artista italiano que en otra ocasión ya hemos nombrado, i cuyo elojio podría resumirse en dos palabras: fue el creador de Santiago (don Joaquín Toesca»).

Creo tambien oportuno trascribir el siguiente oficio, no publicado hasta ahora, pasado por don Manuel de Salas a don Ambrosio O'Higgins.

Este documento manifiesta que el superintendente de obras públicas no era un simple mayordomo en la reconstrucción del malecón.

Mui Ilustre Señor Presidente.

«En 14 de octubre del año pasado de 1791, se sirvió Usía nombrarme intendente de la necesaria obra de tajamares del río de esta ciudad i de los ojos del puente de ella que tanto tiempo hace se desean, proyecto que hoi debe al celo de Usía la confirmación de Su Majestad i un fondo con que verificarse. Inmediatamente empecé a ajitar el desempeño de esta confianza con todo el celo que me dictan el amor a mi país, mi propio honor i el deseo de contribuír con este monumento a la gloria de un jefe que por tantos modos beneficia a este reino.

«Se ha logrado, a esfuerzo de las oportunas providencias de Usía, hacer un abundante acopio de materiales, herramientas i utensilios de buena calidad, i a los precios mas cómodos. Los subalternos indispensables que nombré, usando de las facultades que Usía me hizo el honor de darme, han servido con aquella fuerza i actividad que exije una obra pública, i de que se les ha procurado dar ejemplo. Los sueldos asignados a éstos desde el director hasta los simples jornaleros, son los mas

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