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«En efecto, los comisionados que conocen que es un error creer que las nociones jenerales i el celo suplen la falta de principios, i que están persuadidos a que cuando éstos no se esperan sino de la esperiencia de los casos particulares, se establecen con suma lentitud, i siempre con poca seguridad, creen que con la enseñanza de tan útiles conoci mientos, i los del dibujo, que se ha interrumpido con la ida del profesor que por rara casualidad se logró al principio, los cuales son la base de las ciencias naturales i mecánicas i de las artes, no tardarán en verse en el país agrimensores, que, estableciendo sólidamente los hechos, preparen la pronta i entendida decisión en los litijios sobre límites de las propiedades territoriales; perspicaces mineralojistas, metalúrjicos i docimásticos; químicos que, simplificando las operaciones que están en el día en manos meramente prácticas, aumenten sus tesoros i descubran nuevos recursos; buenos constructores navales i hábiles pilotos que den i faciliten al país todas las ventajas con que los convida la naturaleza i su situación jeográfica i política; elegantes arquitectos, pintores i escultores, que establezcan el placer i comodidades de la vida, que esparcen las nobles artes; por último, ven abierta una nueva carrera de utilidad i aprovechamiento, así a la juventud distinguida, como a la menos considerada. Circunstancia es esta que han notado los comisionados con el mayor placer en la academia; porque, prescindiendo de que los mas necesitados son quizá

los mas acreedores a la instrucción pública, sobre todo a ésta que conduce a las artes, es de un excelente influjo la reunión por los conocimientos entre clases que separan el nacimiento i la comodidad inas de lo que exije el orden de una sociedad bien organizada. Así serán mas respetados los unos, i mas atendidos i considerados los otros.

«La noticia de tantos establecimientos útiles, que en todas partes han perecido, o con la muerte de su autor, o con su ausencia, sobre todo cuando están en su infancia, hace temer a los comisionados que pudiera caberle igual suerte a éste; i a fin de precaver tan fatal accidente, no pueden menos de excitar el celo de Usía a que propenda, con la autoridad que le dan su dignidad i la calidad de protector, i con sus informes a Su Majestad, al mas sólido establecimiento de tan útil enseñanza. Suficientes medios le ocurrirán a Usía de protejer el establecimiento; pero, entre otros, será uno el apoyar eficazmente los que sabrá sujerir a Usía el director don Manuel de Salas, que, como autor del pensamiento, i de acreditada instrucción, intelijencia, laboriosidad i constancia, tendrá meditado el asunto en toda su estensión, fases i circunstancias.

<Santiago de Chile, a 11 de mayo de 1801.

«Juan Enrique Rosales.-Juan José de Santa Cruz, comisionados del cabildo.-Juan Manuel Cruz.-José de Cos Iriberri, comisionados del con

sulado.-José Baptista de las Cuevas, comisionado del tribunal de minería».

El documento inédito que acaba de leerse, revela varios hechos sobre los cuales conviene fijar la consideración: la falta de elementos civilizadores que había entonces en Chile; el candor de los ciudadanos mas encumbrados para creer que la simple enseñanza de los rudimentos de la aritmética, de la jeometría i del dibujo eran suficientes para hacer florecer las ciencias, las artes, la industria; i la vehementísima aspiración que muchos esperimentaban de que Chile llegara a una situación mas próspera.

El discurso del alumno don Joaquín Campino recomendado por la comisión informante, i del cual por casualidad me he proporcionado una copia, es una pieza realmente notable que hace conocer las ideas mui adelantadas que comenzaban ya entonces a difundirse en la sociedad chilena.

Probablemente es obra de don Manuel de Salas, o correjido por éste.

Son sus doctrinas; es su estilo; son frases suyas, que aparecen repetidas en otros escritos debidos a su pluma.

Don Joaquín Campino, andando los años, llegó a ser un estadista distinguido, mui capaz de componer un buen discurso; pero en aquella fecha era todavía demasiado joven, casi un niño

La producción a que me refiero, merece por mas de un título ser salvada del olvido a que parecía ser condenada. (1)

El discurso, sin embargo, es confuso i desaliñado, muchas veces oscuro.

Todas estas eran las consecuencias necesarias de la supina ignorancia en que se mantenía sumerjidos a los chilenos.

Pero prescindamos de los defectos literarios de la forma.

No puede negarse que es una pieza curiosísima, en la cual aparece de resalto el nuevo espíritu que empezaba a animar a muchas personas de impor

tancia.

En aquel discurso, se hace ostentación de la fidelidad mas sumisa al monarca; i evidentemente tal fidelidad era sincera.

No obstante, el razonamiento que se desenvolvía, llevaba a una trasformación completa del orden existente.

Se recomendaban las ciencias de observación i de esperimentación, como las únicas verdaderas i las únicas útiles.

I no era difícil prever los resultados que podía traer para la metrópoli el que algunos criollos a lo menos se habituaran a investigar la razón de las

(1) He publicado el discurso de don Joaquín Campino en Los Precursores de la independencia de Chile, tomo III, capítulo VII, § 8, pájiną

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cosas, i fueran llevados así a inquirir el fundamento i objeto de las instituciones a que se les mantenía sometidos.

Se hablaba en aquel discurso, por ejemplo, acerca de las ventajas del comercio, por cuyo medio había de buscarse el beneficio común del jénero humano, i que debía encaminarse a establecer en tre los pueblos las relaciones mas amistosas.

¿Cómo podía conciliarse semejante doctrina con el réjimen de monopolio i de restricción que Es paña mantenía con tanta suspicacia en sus posesiones ultramarinas?

Por otra parte, el autor del discurso insistía una i otra vez en la idea desconsoladora del miserable atraso a que el país se hallaba reducido i en la har to halagüeña de la prodijiosa prosperidad a que estaba llamado.

Aquel contraste del desconsuelo presente i de la ilusión futura, sobre el cual se llamaba tanto la atención, debía naturalmente ir inclinando los ánimos a desear una gran mudanza.

El autor del discurso sostenía por último que el rei procedía como padre, i no como dueño de sus vasallos.

¿Qué había de suceder cuando los chilenos se convencieran de lo contrario?

El resultado de los primeros exámenes de la academia de San Luís produjo una impresión su

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