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anunciada por tantos ejemplos; pero no debía preponderar en los ánimos que creen un verdadero delito la indolencia i la omisión, las cuales ven con indiferencia estúpida o con taima criminal los males públicos que no tocan inmediatamente a su individuo, esperando que otros se arriesguen a remediarlos, contentándose, mientras ande el mundo, con hacer insultos, componer epigramas, censurarlo todo, i viva quien venza.

«Así empezaron a aproximarse, movidos de la esperanza de ser proficuos, los que se habían alejado, o por no coadyuvar al desorden, o no ser contados entre sus instrumentos por los mismos que directa o indirectamente lo alimentaban, promoviéndolo, consintiéndolo, o no prestándose a disminuírlo. Se empeñaron hasta esponer su reputación, que esperaban restablecer con el buen éxito, así como cuentan hoi repararla con el tiempo i con un mas circunspecto examen de su conducta. Nada rehusaron hasta aceptar destinos i encargos que aparentemente los comprometían; pero en realidad les ofrecían ocasión de poner en práctica sus justas i pacíficas intenciones.

«Tal fue la mía al convenir en hacerme cargo de las correspondencias esteriores. Pongo por testigo al cielo, a los que me impelieron a admitirlo, a las constantes operaciones de toda mi vida, que no es verosímil desmintiera de repente, con peligro i de valde, i sobre todo a lo que hice durante el corto espacio de tiempo que corrió desde que consentí en

poder concurrir al bien, hasta que, desesperado de alcanzarlo, me aparté con violencia después de apurados los medios de hacerlo de un modo regular.

«Contribuyó a doblegar mi renuncia la reflexión de que, por aquella ocupación, no me constituía, de ningún modo, individuo de un gobierno ilejítimo e intruso. De otra manera, mi delicadeza me habría hecho resistir a su admisión. Así no se hallarán un solo decreto, orden ni un simple pasaporte con mi intervención, ni firma; un solo acto gubernativo en que haya influído; por lo mismo que sé mui bien la clase de responsabilidad que tienen los secretarios. Veo, sin embargo, que otros que tuvieron este carácter, i autorizaron cosas de la mayor consecuencia, están mui distantes de las estorsiones que sufroLo que me da derecho a persuadirme que no las motivó este accidente, i a sorprenderme de oír entre las preguntas del interrogatorio que se me hicieron a los catorce meses de destierro la que sigue: ¿Si obtuve tal empleo? dando semblante de culpa a un hecho infinitamente pequeño en sí, en comparación de los muchísimos otros que ni se han mencionado, ni perjudicado en sus empleos, bienes, quietud ni opinión a los que los hicieron; por una acción que, a mas de tener tanto de indeliberada, común i corta, la movió la mas sana intención, que se acreditó del modo posible; por una condescendencia que, aunque cuesta cara, como cuantas he tenido en beneficio de la humanidad, me produjo solo la satisfacción de haber intentado serle útil, i aún

el haberlo conseguido en gran parte, evitando alguna vez resoluciones estrepitosas, atropellos violentos, perjuícios irreparables i atrocidades horribles; lo que hoi suaviza mis penas: memoria recte factorum.

«Después de tentar infructuosamente, en tres ocasiones que se presentaron, establecer comunicación con el señor virrei de Lima, desesperado de conseguir que se escribiese al ministerio de España i a su embajador en el Brasil, aguardaba la oportunidad de separarme de un lugar en que ya no hallaba posibilidad de realizar la conciliación cuya esperanza me había conducido a él.

«Antes trataba de dar un paso hacia la correspondencia que querían entablar los asociados al gobierno, luego que saliese para Concepción el que la impedía. Pero sobrevino la guerra, que talvez no habría ocurrido, si hubiesen precedido a su resolución los avances amigables que se preparaban, i que atajó un accidente imprevisto, nacido del odio mismo al autor de la discordia i sofocador de toda medida de pacificación, i de cuantos la querían. Una conspiración contra su vida le detuvo en la capital i perturbó la idea de escribir al señor virrei para hacerle ver la disposición de los colegas i del pueblo a concurrir a la jeneral tranquilidad. La demora del opresor impidió este paso, que hubiese escusado los desastres, o habría a lo menos sincerado la opinión de personas que hoi sufren por aquel acaso, con mucho menos motivo, que los que por

medios semejantes, i no tan sanos, logran una suer. te mui diversa.

«Frustrada la esperanza por la invasión, insté por una avenencia, i presenté a los gobernantes tres modelos de oficios para el jeneral Pareja, que fueron desechados por el recelo de que no agradasen al que, teniendo en su mano la fuerza, no dejaba arbitrio a los que, con el vano nombre de autoridad, eran meros ejecutores de la

suya.

«Siguieron las violentas exacciones i destierros; i no contentándome con repugnarlos, solicité separarme aún del lugar donde se fraguaban; i no bastando una arriesgada renuncia, pretesté urjentes motivos que me alejasen del país, pues así, no solo escusaba mezclarme en los negocios, sino el que se me pudiese calumniar en esa materia.

«Me mantuve en la ciudad de Mendoza cerca de un año, hasta que, separados del mando los tiranos, i llegadas las cosas a un estado en que no se dudaba de la pacificación del reino, volví a él, i estuve a veinte leguas de la capital tres meses, al fin de los que se me ordenó venir a ella a ministrar noticias que debían servir para la avenencia o capitulación que había de preceder a la tranquilidad i unión. La inescusable obediencia, i principalmente el objeto, me sacaron del retiro que miraba como un refujio, sino de la quietud, a lo menos como un baluarte contra las imputaciones de que hacían mérito los que no tienen otro, que el que se labran de los despojos ajenos.

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«Confieso que en estos últimos pasos tienen mis acusadores sobrado marjen en que hacer presa; que, dando la malicia a los hechos todo el aparente bulto de que son capaces i toda la estensión a su sombra, puede mui bien oscurecer la opinión mas clara, i alucinando con el sonido a los órganos de la justicia i del orden, precipitarlos en un abismo de resoluciones irreparables i de consecuencias únicamente indiferentes a los hombres que viven para sí solos, i aspiran a existir momentáneamente de las ruínas de los demás.

«En efecto, tales sujetos no alcanzan a concebir que haya persona tan jenerosa, que acepte, con repugnancia i por hacer bien, cargos que ellos desean con petulancia i para hacer mal. Ni cabe en sus cabezas i corazones que haya quien, pudiendo abusar de las circunstancias, conserve, en medio de las mas escabrosas, los principios de probidad i beneficencia que siempre le rijieron. Difiriendo en el matraz del vulgo la ilustrada idoneidad, que siempre emulan, le atribuyen, sin examen, intenciones i efectos propios de la funesta estúpida ineptitud que los preocupa contra el mérito i la virtud.

«Con este graduador, no debe sorprender que califiquen de crimen la admisión de un cargo en que ellos solo hubieran obrado, según sus ideas i sentimientos. Están, o afectan estar, tan arraigados en este concepto, que creerían perdido el tiempo que empleasen en meditar; i atolondrándose de propósito para repeler los accesos de la razón i verdad

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