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«En la noche del 21, se dispararon dos fusilazos a los que robaban las gallinas del gobernador i pa. recían fantasmas.

«A media noche, la guardia del fuerte dio alarma a vista de uua cabra que se quedó suelta.

«A Juan Fernández se llevan tablas de Chile i se trae charqui para la ración.

«Los ratones matan a los gatos.

«Se tiran balas a las ánimas.

«El castillo no se permite ver, aún cuando está al pie de un cerro, que lo manifiesta desde sus cimientos a la primera vista.

<29. Navío a la vista con dirección a Valparaíso. Señas con la artillería.

«Los esclavos reclutados por los Carreras he. chos prisioneros en la cordillera son condenados a trabajos públicos en Valparaíso i otros dados a los oficiales. Si eran libres, debían ser tratados como los demás prisioneros de los que muchos fueron incorporados a las tropas; i si esclavos, debieron ser devueltos a sus amos.

<11 de diciembre. Se tiraron tres cañonazos a un bergantín Nuestra Señora de las Nieves, que esperó al bote i una carta para Chile, pidiendo animales. Se dio media ración, i solo quedó un tercio para el mes siguiente. Venía de Coquimbo con cin cuenta i ocho días.

«Dijo que habían llegado dos mil doscientos hombres a Lima desde Panamá; que Pezuela se

preparaba a dar batalla en el Perú; i que Chile estaba quieto.

«Un marinero contó que el bergantín Potrillo había sido echado a pique por un buque americano. «15 de diciembre de 1815. Saludo con que brindó el jeneral Gaínza al jeneral Ossorio el 5 de octubre en la mesa:

A ti jeneral esperto

te saluda fiel i fino

quien te preparó el camino

i te recibió en buen puerto.

<<16 de diciembre. Rasgo digno de conservarse. En el discurso de la guerra de Chile, habiendo mandado don Andrés Alcazar dar baquetas a dos desertores, al ejecutarlo, se arrodilló la tropa i obtuvo el perdón de éstos».

«Nuestra prisión es injusta.

«Aferrados los europeos al designio de conservar las Américas unidas a la metrópoli, de lo que les resultan ventajas nacionales i personales, mercantiles i honoríficas, era natural que lo procurasen aún en el caso de que se sujetase la Península al yugo francés, para lo que citaban el ejemplo de la guerra de sucesión.

«Los americanos estaban interesados en sustraerse a él; i se figuraban las ganancias de tener

en su seno al jefe de la nación, si se trasladaba a su asilo.

«El recelo de la pérdida fue jeneral; i era menester un portento, como dice el virrei del Perú en su proclama última, para dudar del desastre. Las opiniones i miras una vez divididas, era consiguiente exaltarse los ánimos, cuya pacificación i aveniencia debió ser el objeto de las autoridades, de la razón i del verdadero celo».

La isla de Juan Fernández era una especie de purgatorio en que algunos patriotas venían a expiar su infidencia, i otros salían después de haber permanecido en ella solo algunos meses.

Era sí altamente vituperable que los magnates arrojados en aquel peñón obtuviesen su escarcelación por empeño o por dinero.

El erario de los realistas estaba exhausto.

Don Mariano Ossorio solo había traído de Lima cincuenta mil pesos en la caja del ejército.

Una cantidad tan exigua había sido una gota de água caída en un estenso arenal.

Trajo también azúcar i tabaco, que vendió como un mercachifle o bodegonero.

El precio de esas mercaderías fue otra gota de agua, que no alcanzó a satisfacer las necesidades de un día.

Antes de emigrar, don José Miguel Carrera

había ordenado que se estrajesen el oro i plata que hubiese en los templos, a fin de proporcionarse fondos continuar la guerra.

para

Los españoles, a quienes formaban coro los patriotas moderados, le habían acriminado por ello en todos los tonos i con toda especie de denuestos. Vociferaban que el audaz revolucionario había principiado por atacar al rei, i había concluído por saquear a Dios.

Los vencedores de Rancagua tuvieron la suerte de capturar casi todas las cargas en que se conducía el precioso metal.

Apenas lo tuvo en su poder, Ossorio lo consideró como oro llovido del cielo, i lo mandó acuñar.

Vista su conducta, habría podido decirse, introduciendo una lijera variación en la frase arriba citada: que el jefe español después de haber defendido al monarca, había estafado a Dios.

Véase cómo refiere este incidente el coronel del ejército real don José Rodríguez Ballesteros en el capítulo II de su Revista de la guerra de la independencia de Chile:

«Toda la comitiva fugada tuvo un solo día de estada en Santiago para pasar por la cordillera de los Andes a Mendoza. Pero, en estas pocas horas, por orden de Carrera, se recojieron de todas las iglesias todas las alhajas i plata labrada en cuanto lo permitió lo angustiado del tiempo; i poniéndolas en cargas, las hizo marchar con destino a rehacerse en Coquimbo en la confianza del prestijio que tenía;

pero todo le falló, i entonces tuvo que dirijirse a Mendoza. Los realistas en su alcance recuperaron la mayor parte de esas riquezas; i aunque reclamaron los prelados por la plata estraída de sus igle sias, Ossorio mandó sellarla en la Moneda».

Aquel tesoro imprevisto fue una migaja en un estómago hambriento.

El gobierno restaurado recurrió entonces para sostenerse a los donativos voluntarios, a los empréstitos forzosos, a las contribuciones estraordinarias, a los secuestros, a las confiscaciones.

Hizo rematar, en provecho del estado, el arriendo de los bienes raíces pertenecientes a los patriotas, i se apropió sus capitales i créditos.

pre

En medio de sus apuros, daba libertad a los sos políticos cuando éstos podían pagar un grueso

rescate.

No procedían de otra manera los arjelinos con los cautivos cristianos.

Don Gabriel Larrain salió de la isla mediante la cantidad de cincuenta mil pesos.

Don José Antonio Rojas dirijió a don José An tonio Rodríguez la siguiente carta:

«Juan Fernández, 26 de marzo de 1815.

«Señor oidor de la real audiencia de Chile,

«La sensibilidad de Usía, i su amor a la humanidad, que sobresalen entre las demás virtudes que le constituyen el ídolo i la esperanza de los hombres

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