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ya surjieron en el pais sospechas i recelos que entorpecieron los planes de San Martin i lo obligaron a abandonar su obra sin terminarla. Un hombre de jenio mas atrevido i emprendedor le sucedió; este hombre fué Bolívar, coronado ya con el laurel de numerosos triunfos, dueño de un ejército aguerrido, fundador de la gran república de Colombia, i a quien la estratejia de la guerra contra España, las necesidades de la política, la vecindad, el prestijio personal i la situacion embarazosa del Perú, dividido en facciones en presencia de los tercios españoles, señalaban como el mas poderoso e indispensable auxiliar. Bolívar terminó lo que habia principiado San Martin, i las victorias de Junin i Ayacucho (agosto i diciembre de 1824) dieron fin con la dominacion española. La independencia del Perú quedó afianzada, i en las provincias de las Charcas o Alto Perú se erijió un nuevo Estado, que por gratitud a Bolívar tomó el nombre de Bolivia.

El Libertador emprende en seguida la organizacion detallada de ámbos Estados i les dicta, bien que con la sancion de sus respectivos congresos, la célebre constitucion en que establece presidentes vitalicios. Levántase entónces en el Perú un partido que, en nombre de la libertad i del nacionalismo, echa por tierra la constitucion i el gobierno mismo del Libertador (enero de 1827). Bolívar, ausente a la sazon en Colombia, a la cual tambien gobierna, al ver que el Perú se le ha escapado mas bien por las intrigas de una faccion que por un acto de voluntad nacional, lanza un reto al nuevo gobierno peruano, presidido por el jeneral La Mar, quien se apresura a invadir con un ejército el territorio del Ecuador. La fortuna es adversa a las armas peruanas, i La Mar, de regreso en el Perú, es derribado por un pronunciamento que ejecutan los jenerales Gamarra i La Fuente, i sustituido por el primero en la presidencia de la república, va a esconder su infortunio i a morir en breve en la América Central.

A la lei fundamental dada por Bolívar habia sucedido, bajo el gobierno de La Mar, la constitucion de 1828, que se consi

deró como una obra mas espontánea de los representantes del Perú i mas conforme con los principios e ideas recibidas por la opinion. Las perturbaciones políticas no cesaron, sin embargo, i ántes bien, tomaron el aspecto de una dolencia crónica, como que los grandes partidos dejeneraron en facciones i no tuvieron mas objeto que disputarse el poder por la intriga, las asonadas i los motines. Tanto habia cundido la desmoralizacion política, que los mismos hombres que compartian entre sí la autoridad i parecian ligados por los vínculos de un partido comun, tendíanse mútuamente lazos traidores i conspiraban los unos contra los otros. Así, se vió al vice-presidente Gutierrez de La Fuente intentar en Lima una revolucion contra el presidente Gamarra, cuando éste visitaba los departamentos; pero, desgraciado en su proyecto, tuvo que huir para escapar del furor de la plebe i de los soldados amotinados contra él por la misma esposa de Gamarra (1831).

En 1833 la oposicion al gobierno de Gamarra se hizo jeneral i amenazó envolver al Perú en una cadena de trastornos. Llegaba la época de una nueva eleccion de presidente, i era creencia comun que Gamarra se resistia a dejar el poder i conspiraba, apoyándose en el ejército, para constituirse dictador. Pero lo que en realidad deseaba era ganar la eleccion para su ministro de la guerra, el jeneral Bermudez, de cuya voluntad se creia dueño. En estas circunstancias estalló en Ayacucho (julio de 1833) un movimiento de rebelion, apoyado por la fuerza armada, en el cual fue asesinado el prefecto González. El presidente Gamarra marchó contra los revolucionarios, que despues de abandonar a Ayacucho, llevando consigo gran cantidad de reclutas, caballos i otros recursos bélicos, fueron a situarse en el cerro de Pultunchara, en donde, no obstante su posicion casi inexpugnable, fueron derrotados por el jeneral Bermudez (15 de agosto).

El 12 de setiembre de 1833, el vice-presidente de la república, don José Braulio Camporedondo, que como presidente del senado habia subrogado en el gobierno a Gamarra, mién

tras éste andaba en campaña, abrió solemnemente las sesiones de la asamblea llamada a reformar la constitucion vijente, que habia dispuesto su revision i reforma despues de un quinque

nio.

Entre tanto aparecen nuevos síntomas de ajitacion política, pues en el departamento de las Amazonas encabeza un motin don Felipe Santiago Salaverry. Este jóven militar, que habia de dejar un nombre célebre en la historia de los trastornos de su patria, proclama la revolucion con la audacia i atolondramiento que le eran característicos, i pretende hacerse fuerte con un puñado de hombres i de armas; pero las autoridades se le sobreponen i el motin queda sofocado.

En diciembre de 1833, Gamarra termina su período presi dencial, sucediéndole el jeneral don Luis José Orbegoso, a quien la convencion, enemiga de Gamarra i del candidato protejido por él, favoreció con sus votos, dándole el carácter de presidente interino, en tanto que se terminaba la reforma de la constitucion. Desde este instante Gamarra, que habia dejado de mal grado la presidencia, se propuso derrocar a la convencion i al nuevo gobierno.

Instruido Orbegoso de que se preparaba en Lima un golpe militar por los ajentes de Gamarra i que una parte del ejército estaba en la conspiracion, se apresuró a dejar la capital i se acojió con la tropa que aun le era fiel, a las fortalezas del Ca ilao (3 de enero de 1834). Desde allí proclamó al pueblo i al ejército, denunciando las tramas de Gamarra, a quien dió los epítetos de estúpido i consuetudinario revoltoso i de infame tirano. La huida de Orbegoso allanó el camino a los conspiradores, que inmediatamente se hicieron dueños de la capital i proclamaron por presidente de la república al jeneral Bermudez. La convencion nacional, que apesar de las circunstancias peligrosas, se atrevió a reunirse, fué declarada facciosa, i el coronel Allende se encargó de disolverla, invadiendo con fuerza armada el recinto de las sesiones, despues de inmolur al centinela que defendia la entrada.

Durante veinticinco dias estuvo la capital sometida al dominio de jefes i soldados indisciplinados, i aunque Bermudez se esforzaba por constituir un simulacro de administracion, sus medidas i procedimientos llevaban solo la estampa de una faccion que no perdona arbitrio, por reprobado que sea, para asegurar su mal adquirido poder.

Entre tanto, Orbegoso, apesar de hallarse sitiado en el Callao, estaba en comunicacion con muchos vecinos de la capital i promovia por este medio una reaccion, esperando, por lo demas, que la desatentada conducta de los revolucionarios procurase mas sólidas simpatías al gobierno lejítimo. I así sucedió. El 28 de enero un alzamiento jeneral tuvo lugar en Lima contra el informe gobierno de la revolucion, cuya fuerza armada era de mui poca consideracion en los límites de la ciudad. Este movimiento, que las crónicas han celebrado mucho, es en realidad mui digno de atencion, por la parte que en él tomaron muchas señoras de Lima, a cuyo seductor influjo alzóse el pueblo resuelto a todo jénero de sacrificios. Corria el rumor de que los revolucionarios iban a levantar el sitio que habian puesto inútilmente a Orbegoso, i a emprender su retirada a las provincias del interior. En la tarde del indicado dia 28 un pequeño grupo de hombres del pueblo se habia apostado como en observacion cerca del palacio de gobierno, custodiado por una sola compañía de soldados. Al pasar por cerca de este grupo, el coronel Guillen es pifiado e insultado, i entrando precipitadamente en el palacio hace disparar algunos tiros a bala sobre la reunion indicada, la cual, lejos de dispersarse, arremete a pedradas contra la guardia. En pocos instantes la alarma se hizo universal; el comercio cerró sus puertas i por todas partes aparecieron pelotones del pueblo, que en jeneral no tenian otras armas que piedras, pero que estaban resueltos a vander caras sus vidas. Todos iban a situarse en diversos puutos próximos al palacio. Una fuerza de caballería vino en auxilio de la guarnicion, que sufria en la plaza un verdadero asedio. La tropa, aumentada con este refuerzo a quinientos soldados,

menudea las cargas al pueblo, pero inútilmente. La audacia de éste parece aumentar con el peligro, i en las calles, en las azoteas i balcones, en las torres de los templos, en todos los lugares próximos a la plaza principal, encuentran los soldados montones de hombres que les arrojan piedras i aun balas, llegando algunos en su furor a precipitarse a pecho descubierto sobre los primeros, con el intento de arrebatarles las armas. Muchos de los extranjeros que residian en Lima se unieron al pueblo i prestaron un gran auxilio a la insurreccion.

Hemos dicho que las señoras de Lima concurrieron principalmente a preparar i sostener este movimiento, mediante las influencias de que cada una podia disponer: dinero, intrigas, súplicas, consejos, lazos de familia, todo fué empleado para lanzar los hombres al combate, i durante algunas horas el bello sexo de Lima asumió aquel singular e infalible majisterio que solo la mujer ejerce, cuando, perdiendo su natural timidez, se erije en juez del valor i en premiadora de los actos heróicos. No faltaron tampoco en el bando contrario mujeres que, a su vez, animáran a los combatientes i sostuvieran su valor, siendo la mas notable de todas la esposa del jeneral Gamarra, doña Francisca Zubiaga, célebre por su ambicion, su audacia i sus intrigas i por el poderoso ascendiente que tenia en el corazon de su marido. Esta varonil mujer, que habia dirijido en jefe la trama revolucionaria del 3 de enero, hizo el papel de un caudillo militar en el combate del 28, presentándose a caballo en el teatro del peligro para estimular con su presencia a los suyos, es decir, a los soldados que defendian al gobierno faccioso. Pero es difícil no retroceder ante un pueblo enfurecido que, supuesto que no tenga los medios de matar, está resueda a morir. Despues de largas horas de refriega, durante las cuales habian sucumbido muchas víctimas, los jefes de la tropa, viendo que la tenacidad del pueblo no cejaba, se decidieron a evacuar la ciudad. A la media noche del 28, la tropa, formada en columna, emprendió su marcha, haciendo un fuego graneado en distintas direcciones i llevando consigo los caudales que habian po

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