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te documento, despues de haber descrito con exactitud el reino, discurre acertadamente sobre su despoblacion i acerca de la pobreza i miseria en que se hallaba despues de mediado el siglo último, a pesar de sus exuberantes campiñas i sus infinitos elementos naturales de riquezas, i continúa con estas razones: "Falta a la mayor parte de los habitantes de Chile "lo mui preciso para una decente pasadía. El tenien"te jeneral, conde de Superunda, siendo gobernador "del reino, hizo estender por todos los partidos la "voz del beneficio de los seis títulos de Castilla que "V. M. se dignó conceder el año 1744 para la fan"dacion de los nuevos pueblos, que se proponia en "los dos proyectos citados. Mas no hubo quien se "alentase al beneficio de ninguno de ellos como "consta del espediente, donde tambien se hallan mu"chas pruebas de la suma pobreza de aquel os natu"rales; basta saber que a escepcion de las cercanías "de Santiago i de las inmediaciones de los pocos 'pueblos que hai en el reino, no vale cada fanega de "tierra buena mas de un real de plata... Ya no es "de estrañar, que en vez de conseguir algunos cau"dales para los gastos inescusables de la corona, ten

ga de costo a V. M. la manutencion de aquel reino "la cantidad de ciento setenta mil pesos fuertes, que "se remiten anualmente de las cajas reales del Perú; "los cien mil para el ejército o tropa de Chile i los "setenta mil para el presidio de Valdivia, i todavía "se requiren mayores cantidades; pues el teniente je"neral, conde de Superunda, ministro tan celoso de "los intereses reales, represanta a V. M. ser necesarios "anualmente otros sesenta i dos mil pesos fuertes,

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para conservar el reino sobre la defensiva, como "se verá en breve. I no hai que esperar la redencion "de este pesado gravámen de la corona, mientras permanezcan la despoblacion i miseria de aquel ❝ reino.

"Este es el estado infeliz de la parte que ocupan "los españoles i no es mas próspero el que se esperi❝menta en la parte de los indios rebeldes..." (1)

Basta en mi concepto este lijero apunte para concebir hasta qué grado llegaba el funesto influjo de las leyes industriales i estravagantes costumbres de nuestros conquistadores para mantener en deplorable indijencia a nuestra sociedad i en una completa i degradante inercia al individuo. La metrópoli llenaba con esto su propósito i se desdeñaba de remediar aquellas desgracias, porque eso habria sido apartarse de su sistema sin fruto cierto i con peligro.

(1) Véase el Seminario erudito de Madrid, tomo XXIII.

VII

Investigaciones sobre la influencia del sistema colonial
en las costumbres privadas i en el carácter
de los chilenos.

Ya habreis observado, señores, que me he esforzado en estudiar el carácter i tendencias de nuestra sociedad, analizándola imparcialmente en los principales elementos que la componen. A efecto de conocer cómo han venido estos elementos a formar esa unidad de nuestro pueblo, que podemos llamar su existencia moral, los he observado en su orijen, en las fuentes. de donde emanan, es decir, en las leyes i preocupaciones de la nacion que nos dió vida, i los he seguido en todo su desarrollo progresivo hasta manifestar cómo han influido en las costumbres, en las creencias i en la condicion de los hombres que constituyen las dos clases de nuestra sociedad durante la colonia. Para completar mi plan será preciso que observe todavia al colono en su vida doméstica, en sus costumbres privadas, que son las que mas propiamente revelan su fondo e inclinaciones individuales, para deducir de ahí los antecedentes necesarios a fin de conocer el carácter de las jeneraciones que hoi forman la nacion.

Mas ya he sentado las bases de estas indagaciones: al hablar de las leyes i preocupaciones españolas que

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esclavizaban la intelijencia del colono, impidiendo su desarrollo natural, amortiguando su actividad i fatigándola en cuestiones antisociales calculadas para mantener el fanatismo i la servidumbre perpetuamente; al hablar de las leyes i preocupaciones que hicieron desaparecer al pueblo indíjena, que condenaron a la degradacion a los mestizos, que fascinaron con quimeras i monstruosas aberraciones a la primera clase, que estancaron en su jérmen los elementos de la prosperidad material de la nacion, encadenando la industria i haciendo necesaria la pobreza i el aislamiento; al hablar de todo esto, repito, ¿no he diseñado i aun descrito ya las costumbres privadas i el carácter de esta sociedad a que se dirijen mis investigaciones? Tengo para mí como fuera de duda que han debido influir tambien en la vida del colono, dando cierto colorido i estabilidad a sus hábitos domésticos, i a sus inclinaciones individuales una propension especial, esas mismas causas que han orijinado i desenvuelto sus costumbres sociales, haciendo de ellas un todo moral, que constituye el espíritu de nuestra sociabilidad i que se descubre en donde quiera que observemos al hombre en contacto i relacion con el resto de sus coasociados. Fijemos si no la atencion, para convencernos de que así se ha verificado, en lo que nos refieren todavia de la sencillez, inocencia i pureza de las costumbres coloniales los hombres de tradicion que aun recuerdan aquella época fatal, lamentando no pocas veces con una candorosa falta de juicio su desaparicion; oigamos discurrir al dignísimo obispo Villarroel, que a mediados del siglo XVII hablaba sobre las costumbres de su diócesis de San

tiago, i nos convenceremos de que el hombre en sus relaciones privadas no era diferente de lo que parecia cuando se le consideraba como hombre social: al contrario, siempre llevaba la marca indeleble del sistema de sus dominadores. Para comprobar aquel santo prelado la simplicidad de la vida de los chilenos, pondera detenidamente la castidad i recato de ambos sexos "su entereza en la fé cristiana i su caridad, considerando sobre todo esta virtud en relacion con la relijion, porque para el culto divino eran los habitantes tan profusos que al parecer no daban sino que derramaban." (1) Ya he indicado otra vez la causa que hacia refluir toda la actividad del colono sobre los placeres del culto relijioso i de las prácticas supersticiosas, i las palabras que acabo de citar vienen a corroborar mi indicacion, ántes que a comprobar que el pueblo supersticioso, ignorante i esclavo no estuviese ocultamente corrompido por todos los vicios propios de su degradacion. El mismo dignísimo prelado no pudo escusarse de aludir a las providencias que en varias ocasiones habia sido necesario tomar contra el juego, el cual por sus desordenadas consecuencias, turbaba la aparente virtud de los colonos. Ese i otros vicios corroian en silencio el corazon de una manera que no alcanzaba a disfrazar el disimulo; por esto podria haberse dicho con mas propiedad de ese pueblo lo que Jesucristo decia de los Escribas i Fariseos, que de fuera se mostraban justos a los hombres, estando por dentro llenos de hipocresía e

i

(1) Gobierno eclesiástico pacífico, por el obispo VILLARROEL, tomo II, part. 2, cuest. 20, art. 29

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