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e instituciones, to lo lo cual elevado a principios, i éstos formulados o no sobre una carta, forman lo que se llama la constitucion de un pueblo. Se ve pues que no podemos absolutamente ocuparnos de la vida de una sociedad sin tomar en cuenta su constitucion, esto es, la naturaleza de sus ideas, creencias, costumbres e instituciones, cuyo carácter especial influye en los acontecimientos i los colora de un modo tambien particular. De manera que la historia constitucional de un pueblo, como que toca i examina todos los resortes de la organizacion social, es la única que puede darnos una luz, aclarar i hacernos comprender cada uno de los cuerpos de hechos políticos, relijiosos, etc., i las historias particulares que de ellos resultan. I refiriéndonos especialmente a la historia política de las naciones, podemos decir que la historia constitucional es la clave que nos da la comprension del verdadero carácter i rol de los partidos, i el modo como cada uno de ellos, aunque por opuestas vias, pero consecuente con sus propios principios, concurre al desenvolvimiento i triunfo de la idea nueva, esta manzana de oro de las revoluciones sociales. Hé aquí el mérito de este Bosquejo histórico de la constitucion de Chile.

La naturaleza del talento i de los estudios de su autor, el señor Lastarria, no le permitia, al esplicar sus ideas sobre un punto de la historia de Chile, tema del concurso universitario, no le permitia anonadar sus fuerzas i quedar inferior a sí mismo, reduciéndose, como hubiera querido la comision informante, a poner en claro los hechos, a ser un mero cronista: las facultades investigadoras i la ciencia constitucional

del profesor le llevaban mas bien, le arrastraban, siguiendo el instinto de su jénio, a examinar el corazon de los hechos, a analizar, no las multiplicadas ruedas de la máquina social, sino el centro i el orijen de todos sus movimientos: así es que desdeñó el ser un simple relator de hechos, como Guichardini en la infancia de la ciencia, para elevarse al rango de primer historiador constitucional de Chile, como Hallam lo es de Inglaterra en el siglo diez i nueve.

He dicho que el mérito del presente Bosquejo Histórico Constitucional consiste en que puede reputarse como la clave que nos da la comprension del verdadero carácter i rol de los partidos, i del modo como cada uno de ellos, aunque por opuestas vias, pero consecuente con sus propios principios, concurre al desenvolvimiento, progreso i triunfo de la idea nueva; i voi a demostrarlo.

Para partir del centro de la organizacion del pais, del orijen de todos los movimientos sociales, el señor Lastarria, en sus investigaciones constitucionales, se hace cargo del modo de ser de Chile antes del año 10, del estado de sus elementos constitutivos, o de la constitucion de la sociedad (aun no formulada en una carta), esto es, de la naturaleza de las leyes, costumbres, ideas i creencias de la colonia al empezar su revolucion. Hé aquí el cuadro moral de Chile tal cual él lo concibe:

"Las leyes i las costumbres que esas mismas leyes habian radicado en la colonia, solo conspiraban al único fin de mantenerla en servidumbre, impidiendo en ella el conocimiento i el deseo de una condicion mejor, ocultando la idea de la importancia moral del

hombre, estinguiendo todas las relaciones, todos los intereses que podian despertar la conciencia de su valor, fortificando el egoismo i los instintos antisociales de la individualidad, sin presentarle otro término mejor que la quieta e irracional sumision al poder sagrado de los reyes; sancionando, en fin, la pereza i la indolencia como los bienes supremos, constitutivos de la felicidad única que el hombre podia alcanzar en este mundo, para vivir libre de aspiraciones locas i de tentaciones heréticas."

Este cuadro moral de Chile era poco mas o menos el mismo de todos los pueblos de la América española, de la España i de gran parte de los paises de la Europa Meridional. Pero pronto este estado de cosas iba a ser turbado en donde quiera que reinasen los vicios de la civilizacion de la Edad Media, de ese sistema de ideas parcial, restrictivo i estacionario. El movimiento reformador del mundo europeo, que habia comenzado en 1789, pasa a ajitar las entrañas de estas sociedades de un espíritu viejo i gastado. La Francia que bajo la república, en 1793, proclamó su decreto de proteccion a todos los pueblos que quisiesen romper las cadenas del antiguo órden de ideas, bajo el imperio, dispuso esos ejércitos que, como los de Alejandro en su carrera sobre el Asia, esparcieron el espíritu moderno entre todos los pueblos por los que Napoleon paseó las Aguilas de Francia. Entonces, dice Chateaubriand, la Europa vino a ser francesa bajo los pasos de Napoleon, como el Asia llegó a ser griega en la carrera de Alejandro. La España debió serlo tambien.

En 1808 Napoleon invade esta península, aprisionó

a sus reyes i coronó a José. La ajitacion social estalló con violencia, la España europea i la España americana comienzan a tomar medidas de seguridad i de salvacion. En Sevilla se establece una junta o consejo de rejencia, en Méjico, Buenos Aires i Chile se instituyen juntas gubernativas para conservar estos paises al rei durante su cautiverio: en el conflicto de la metrópoli las colonias han reasumido su soberania. La junta de Chile, organizada en 1810, creyó oportuno hacer efectiva esa soberania reasumida, i la convocacion de un Alto Congreso que representase a la nacion fué su primer voto i el primer paso revolucionario que trastornaba desde sus cimientos las bases del sistema monárquico absoluto en que descansaba la organizacion antigua. En adelante la voluntad de la nacion i no la voluntad del rei es la que gobierna. Hé aquí echado el primer fundamento de un edificio nuevo, hé aquí el primer artículo fundamental de una nueva constitucion: en lo sucesivo el pueblo será el único soberano; el rei, cuando mas el primer individuo de la nacion. (1)

De este modo se inicia la revolucion sin ser sentida ni aun de los mas celosos partidarios del sistema antiguo. Los hombres de un pensamiento alto pero reposado, de un cálculo fino i prudente, hacian consistir toda la habilidad de su obra en insinuar de dia en dia insensiblemente principios nuevos que despertasen en la sociedad ideas nuevas, pero que no alarmasen las convicciones recibidas, el sentido comun del pais en aquella época. El congreso se

(1) Discurso de inauguracion del primer Congreso.

MISC. H. I L.

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reunió en junio de 1811. Convocado ya por la voluntad del pueblo un Congreso Nacional, para adelantar la revolucion, se necesitaban providencias consecuentes con la primera base del sistema que trataban de fundar; i en virtud del cual el mismo Congreso se hallaba reunido: hablo del sistema de Juan Jacobo Rousseau sobre la soberania popular. Pero en este Congreso, donde se encontraban tantos atalayas del interes. español, los primeros revolucionarios estaban condenados a no hacer nada en favor de la revolucion, o at descubrir su plan, marchando a su fin con franqueza i arrojo. Entónces aparece el jeneral Carrera, jóven ardiente, intrépido, apasionado de corazon por el nuevo órden de ideas que, con viva impaciencia, se apresuraba a plantear en su patria. Carrera, apoyándose en esa misma voluntad popular que habia convocado al Congreso, destruye esta asamblea, que tan enorme obstáculo oponia al progreso del espíritu nuevo, da una nueva forma al Gobierno, i marcha de frente al grande objeto de organizar la revolucion. Desde entónces empiezan a deslindarse en Chile los tres grandes partidos que hemos visto aparecer en la historia de todas las revoluciones sociales: los absolutistas, los reformadores moderados i los radicales. Estos partidos que en la revolucion inglesa se han distinguido con los nombres de Episcopales, Independientes i Puritanos; en la revolucion francesa con los de Monarquistas, Jirondinos i Jacobinos, en la revolucion de Chile se han conocido con los nombres de Godos, O'Higginistas i Carrerinos.

Aquí es de admirar la perspicacia con que el talento delicado i profundo del señor Lastarria descu

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