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mayoria de este cuerpo habia sufrido un cambio saludable a la revolucion, por consecuencia del movimiento del 4 de setiembre, i marchaba en armonia con la Junta ejecutiva, promoviendo i discutiendo grandes reformas. Al mismo tiempo que la Junta proclamaba una amenaza contra los que no fueran decididos por la sagrada causa, prometiendo a los buenos ciudadanos que en adelante solo los juzgaria la lei que ellos dictaran i serian dueños de sí mismos i de sus propiedades, el Congreso aprobaba la lei de dotacion de párrocos, abatiendo los derechos parroquiales, se ocupaba en la instruccion pública, i entre otras reformas i medidas de reorganizacion i de defensa, aprobaba la declaracion de la libertad de los esclavos que en adelante nacieran, i modificaba la organizacion del poder judicial, estableciendo otro tribunal supremo de tres miembros para conocer de los recursos de injusticia notoria, segunda suplicacion i otros que podian interponerse de las sentencias de los de-. mas tribunales.

Esta nueva forma del ejecutivo no fué de larga duracion. El 15 de noviembre hicieron los hermanos Carreras un movimiento militar contra la situacion, al cual se asociaron los amigos del antiguo réjimen, que lograron dominar al pueblo en los primeros momentos: mas de trescientas personas respetables del vecindario de Santiago sepresentaron pidiendo el restablecimiento de las autoridades coloniales, i en cabildo abierto organizaron la demanda de la disolucion de la Junta i del Congreso. Mas este no era el objeto del movimiento militar, i sus jefes i el Congreso reunieron al dia siguiente otro cabildo abierto, a fin

de que el pueblo representase lo conveniente. Esta medida de convocar al pueblo a cabildo abierto, a que se recurria durante el primer período de nuestra revolucion, cada vez que la complicacion de los negocios hacia necesaria alguna modificacion en el órden de cosas, se verificaba citando a todas las autoridades i empleados de nota, a los principales vecinos, al cabildo eclesiástico i a los provinciales de comunidades relijiosas. Pero esta vez la convocatoria se hizo por bando a todo el vecindario, i solamente se admitieron en la reunion a los amigos de la revolucion.

Verificóse en efecto la junta popular i en ella tuvo lugar una nueva eleccion para miembros del ejecutivo, en la cual se varió la forma de esta autoridad, reduciendo a tres el número de sus vocales, en calidad de representantes de las tres provincias del reino, como se hallaban antes; (1) i el Congreso defirió a las peticiones que el cabildo abierto le hizo sobre varios negocios de la administracion i sobre varias promociones i ascensos que le fueron indicados.

Este órden de cosas permaneció solamente hasta el 2 de diciembre, dia en que ocupando la plaza de Santiago las tropas de la guarnicion, sus jefes presentaron al Congreso un escrito en que el pueblo decretaba la disolucion de este cuerpo soberano. Disolvióse en efecto el Congreso, bajo el imperio de la fuerza armada, protestando contra el ultraje; i habiéndose negado a continuar en el Directorio ejecutivo los se

(1) Fueron elejidos los señores don Juan Martinez de Rosas, por las provincias del Sud, don J. Miguel Carrera por las del centro, i don Gaspar Marin por las del Norte; i para suplir al primero, durante su ausencia, fué elejido don Bernardo O'Higgins.

ñores O'Higgins i Marin, el cabildo abierto, en union de los jefes militares, los reemplazó por otros, dejando a don José Miguel Carrera en la Junta; bajo este mismo imperio se elijió una Junta gubernativa compuesta de tres vocales, la cual siguió gobernando el Estado con autoridad esclusiva i absoluta. La Junta quedó compuesta de don José Miguel Carrera, don José Nicolas de la Cerda i don Juan José Aldunate, el cual no aceptó el cargo i fué sostituido el 12 de enero de 1812 por don Manuel Manso. Esta variacion dió el triunfo i el mando a don José Miguel Carrera, que habia verificado los dos últimos movimientos para despojar de la autoridad al partido de los que entonces se llamaban los exaltados, por contraposicion a los sarracenos o godos, que eran los partidarios del antiguo réjimen. Los exaltados no eran otros que los conservadores de mas tarde, cuya política revolucionaria estaba mui lejos de satisfacer las aspiraciones radicales de Carrera. Este pretendia formar un nuevo partido verdaderamente revolucionario, que hasta entonces no contaba mas afiliados que sus deudos i algunos camaradas entusiastas por su persona; i se veia precisado a rodearse en el poder de algunos hombres que por sus antecedentes personales eran respetables, pero que no comprendian las miras del caudillo.

Ved ahí repetidas modificaciones de la administracion obradas en brevísimo tiempo, por asonadas i motines militares cuyo orijen i plan no necesitamos desentrañar mas a fondo.

Va a terminar, pues, el año once, primero de nuestra revolucion, sin que en su curso hayamos visto

otra cosa que una perpetua fluctuacion mui semejante a la anarquía. ¿Pero quién puede asegurar que esa situacion estraordinaria no fuese provechosa a los amigos de la independencia? Ella era un resultado lójico de las circunstancias, porque no solo no habia un interes, un principio que prevaleciera, sino que tampoco habia hombres bastante capaces para repre sentar i hacer triunfar alguno de los intereses que entonces se chocaban: todo era incierto i fluctuante, hasta las ideas de organizacion que abrigaban los mas adelantados en aquella época. Pero entre tanto la unidad del sistema administrativo español se ha hecho pedazos, el poder del rei pierde su prestijio, porque se ha visto que impunemente puede ser desatendido. La idea de estatuir un gobierno independiente, la doctrina de la soberania del pueblo ganan terreno, porque esa intervencion frecuente de los ciudadanos en los negocios públicos, ese congreso soberano que no obra sino influido por lo que entónces se llama voluntad popular, i que en las crísis mas graves apela al pueblo, oye su parecer, defiere a sus peticiones sin embargo de que son unos pocos los que se arrogan el derecho de interpretar, de proclamar i de representar esa voluntad, son otros tantos elementos revolucionarios que debilitan la influencia de las preocupaciones coloniales, que despiertan la idea de la dignidad del hombre en sociedad, completamente aniquilada en el sistema español, que inquietan los ánimos para emprender lo que ántes habria sido imposible, que echan en el corazon los jérmenes del amor a la patria i del espíritu público; son, en fin, los elementos que dan oríjen a la reaccion i que, desarro

llándose mas adelante, la fortificarán i la harán mas poderosa que el interes antiguo defendido por los partidarios de la metrópoli. Esa anarquia, que al fin de aquel año viene a resolverse en un cisma peligroso, en la separacion de la provincia de Concepcion, produce todavia otro efecto saludable: tal es la consideracion de que aquel jénero de procedimientos no es el mas conveniente a los nuevos intereses que se quieren hacer triunfar, porque mientras permanezcan divididos i chocando entre sí los que se han encargado de la ventura de la patria, están espuestos a ser vencidos i perdidos sin remedio: por eso se va a ver ya un gobierno mas estable, una marcha mas regularizada; por eso se principian a proclamar de un modo mas definitivo las buenas doctrinas i a tratar con mas seriedad los negocios del Estado.

Para conocer mejor el espíritu de los hombres de aquella época i la altura a que se encontraban, tenemos dos preciosos documentos oficiales que hoi dia son completamente desconocidos: tales son el discurso con que se abrió el Alto Congreso de 1811, pronunciado por don Juan Martinez de Rosas, i el proyecto de Constitucion formado en aquel mismo año por don Juan Egaña, encargado del mismo Congreso para esta obra de tanta importancia. Vamos a examinarlos aunque lijeramente.

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