Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ventura: el pueblo humillado por la esclavitud i la ignorancia, vindica sus hollados fueros i se presenta hoi en carrera para un porvenir brillante. Tambien suele acontecer que un matorral descolorido i débil cobija al boldo tierno que asoma de las entrañas de la tierra, salvándolo con su ramaje de la intemperie i a veces impidiendo su desarrollo con su sombra venenosa; pero al fin el árbol jigante se robustece i se encumbra majestuoso en el espacio, hiergue su altanera copa sobre la selva que le vió nacer, i estiende sus nudosos brazos para protejer a su turno los arbolillos que lo circundan.

I.

Carácter de la conquista de Chile i su influencia social.

El descubrimiento i conquista del Nuevo Mundo habian robustecido, hácia mediados del siglo XVI, de tal modo en los españoles la conciencia de su valor i de su superioridad sobre los indíjenas, que su orgullo i ambicion no reconocian ya límite alguno. El prestijio que les daba su civilizacion, el poder de sus armas siempre victoriosas i el superabundante fruto que recojian aun de sus mas insignificantes esfuerzos, afianzaban el señorío que aquellos conquistadores creian haber obtenido de la naturaleza sobre los americanos. Sus huestes se desbordaban en los vastos i risueños campos del continente de Colon i dominaban a sus infelices habitantes, proclamando el derecho funesto de conquista. Los naturales, deslumbrados al aspecto de ese pueblo nuevo que servia a un monarca omnipotente i que se decia propagador de la relijion del Dios del universo, se sentian desfallecidos i se entregaban a poca costa al dominio de tan poderosos señores. Estos, por su parte, los consideraban incapaces de llegar a ser sociables i de comprender los principios de la relijion del Salvador, i como una especie de hombres marcados por la naturaleza con el

sello de la servidumbre (1); i si alguna vez se levantó en el Nuevo Mundo una voz en defensa del pueblo desventurado que con tanta impiedad se ultrajaba, el estrépito de las batallas, el brillo de las hazañas, las ilusiones de la codicia i del poder ahogaron los ecos de esa voz i robustecieron aquel funesto desprecio, haciendo que el español se considerase como el soberano natural de la América i se gozara en el esplendor de esta realidad, sin temer obstáculos ni contratiempos.

Los conquistadores habiau impuesto ya su lei a los vastos i poderosos imperios de Méjico i el Perú, i centenares de pueblos americanos eran víctimas de sus depredaciones i de los mentidos derechos que, sobre ellos se arrogaban, cuando, creyéndose estrechos en los límites del mundo que acababan de sojuzgar, quisieron estender su poder à las tribus remotas que ocupaban los fecundos valles de nuestro Chile. Mas desde sus primeras incursiones en este pais, recibieron un desengaño terrible que irritó i mortificó su orgullo en alto grado: encontraron aquí: hombres de bronce, en cuyos pechos rebotaban las balas de sus cañones, i los cuales miraban con impávida serenidad el tren militar del pueblo osado, que pretendia arrebatarles su libertad; hallaron resistencias que pusieron a raya su conquista i que demandaban mas valor, mas constancia i mas recursos que los que habian necesitado para hacerse dueños de todo el continente avasallado. En Chile no existia el indíjena envilecido i pusilánime a quien bastaba

T

(1) ROBERTSON, Historia de América, lib. VIII.

engañar para vencer, mandar para esclavizar, sino un pueblo altanero i valiente, que lejos de correr a ocultarse en los bosques, esperaba a su enemigo en campo abierto, porque se sonreia con la seguridad de vencerlo i de hacerle sentir todo el peso de su valor.

Esta circunstancia tan notable influyó precisamente para diversificar la conquista de Chile de la del resto de la América. Los españoles concibieron desde luego la necesidad en que se hallaban de multiplicar sus elementos bélicos i de proceder con mas prudencia i enerjía que hasta entónces, porque debian combatir con un pueblo valeroso i obstinado, que contaba numerosos tercios i que hacia la guerra con mas órden i disposicion que los bárbaros a quienes acababan de vencer. Desde los primeros encuentros principiaron a irritarse sus ánimos, i si hasta esa época la crueldad con que acostumbraban tratar a los vencidos era efecto del desprecio que les inspiraban, en adelante lo fué del despecho e indignacion que ocasionaba la resistencia. Ese desprecio fué convirtiéndose insensiblemente en un odio verdadero, el cual subia de punto a medida que el araucano redoblaba su fiereza en defensa de su independencia; odio que mui pronto llegó a ser profundo i a dominar en todo las relaciones de ámbos pueblos contendientes.

La guerra de la conquista, sin dejar de ser desigual i sobrado onerosa i desfavorable al pueblo indíjena, demandaba a los conquistadores tales costos i tanta contraccion, que absorbió completamente sus cuidados i llamó con preferencia su atencion. De su éxito

MISC. H. I L.

3

dependia la existencia de las colonias que en el territorio conquistado se fundaban, porque los ejércitos araucanos, infatigables en su propósito de rechazar a los éspañoles, llevaban la devastacion hasta el recinto mismo de las poblaciones en que se albergaban las familias de sus enemigos. Valdivia funda sucesivamente a Santiago, la Serena i Concepcion, i estas ciudades, informes todavía, se ven amenazadas i combatidas, en los primeras dias de su existencia, por millares de indíjenas, que nada respetaban en su terrible furia: la primera de ellas salva incendiada i demolida en gran parte, a merced de una batalla sangrienta que se da dentro de sus mismos muros (1); la segunda es destruida hasta en sus cimientos, a los cinco años de fundada, i Concepcion es arrasada dos veces, sepultando en sus escombros hasta la esperanza de su restablecimiento. Los españoles abandonan entonces la idea de regularizar la administracion de sus pueblos i se apresuran a fortificarse en el territorio que podian ocupar sus armas: establecen colonias militares, plazas de armas i bastiones en todos los puntos ventajosos, pero estas prevenciones no hacen mas que redoblar el furor de los araucanos, los cuales cada momento mas soberbios con sus triunfos, no perdonan medio de destruccion i aniquilan el poder español en donde quiera que se les presenta. La guerra se encarniza i se hace interminable, sucédense unas a otras las batallas i en cada una de ellas se destruye de tal manera a la hues te vencida, que parece terminada para siempre la contienda; pero los

(1) QUIROGA, en su Compendio histórico.

« AnteriorContinuar »