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era para él la causa de los réprobos; su conciencia i su corazon estaban educados tan solo para despreciar i combatir a los infieles, para perseguir a los herejes, que eran todos aquellos que proclamaban alguna verdad no sancionada por el santo oficio, i para llevar el estandarte del fanatismo, no la cruz del Redentor, a donde su amo le mandaba tremolar sus leones. Arrebatado por su ardiente amor a la relijion, no perdonaba sacrificio por sostenerla i propagarla, pero su pasion i el poder del trono conspiraban para alucinarlo i corromper en su corazon la pureza del evanjelio, inspirándole groseras supersticiones i haciendo servir su fé al triunfo de la ambicion i a la perpetuidad del despotismo. Veamos un testimonio de estas preocupaciones en Pedro Valdivia, que al emprender la conquista de nuestro suelo, proclamaba a sus soldados con toda la efusion de su corazon, en estos términos: "Introduzcamos la relijion cristiana en tan vasta jentilidad, dándole a la Divina Majestad todo el paganismo de Chile de adoradores; a la santa iglesia romana millones de feligreses; al obispado del Cuzco mas términos; a nuestro rei de España mas dominios; a la jeografía mas demarcaciones; a nuestras armas mas mérito; a vuestra honra mas hazañas; a nuestro interes mas conveniencia de tierras de indios, i en fin, a nuestros timbres los blasones de descubridores, primeros conquistadores, pobladores, pacificadores i conservadores de estos dilatados reinos." (1)

Este era el pensamiento capital, estas las aspiracio

(1) Documento auténtico en los libros del cabildo de Santiago, copiado en la Historia de Chile de GUZMAN, Lec. XC.

nes únicas en que se reconcentraba toda la civilizacion del español del siglo XVI: su rei i su interes, Dios i la gloria de las armas. (1)

Esa civilizacion, fué pues, el elemento que constantemente predominó en todos los acontecimientos realizados por aquel pueblo singular: ella fué la causa orijinal de sus estravíos i al mismo tiempo determinó el rumbo de sus inclinaciones i dió forma a sus costumbres. Por eso creo que al examinar las leyes políticas i civiles que modelaron la existencia de nuestra sociedad, debemos considerarlas como un resultado lójico de aquella civilizacion, teniendo siempre presente que zanjó los cimientos de nuestro edificio social la España fanática i conquistadora; que

(1) Las conclusiones históricas de este capítulo han sido demostradas últimamente, de un modo victorioso i con gran copia de documentos, en la Historia de la civilizacion de Inglaterra por C. T. Bukle, capítulo 1.0, tomo 2.0, De la civilizacion española. Alli se prueba que esos dos sentimientos, fidelidad a sus reyes i supersticion relijiosa, son la base de la civilizacion de España hasta hoi, i que su accion combinada esplica con claridad las principales eventualidades de la historia de esta nacion. Un nuevo dato sobre la tenacidad del carácter español i sobre la perpetua influencia que en él ejercen aquellos dos elementos, nos suministra la contestacion del Senado, en 2 de enero de 1868, al discurso de la Reina, en estas notables palabras, que corroboran cuanto en 1844 decia en Chile el autor de las Investigaciones, i lo que mas tarde demostraba M. Bukle. Hé aquí esas palabras:

"Grande es la fé que tiene el senado, asi como la de V. M. en el venturoso porvenir de la nacion española. Si en el largo trascurso de las edades no desmayó jamas su perseverancia, ni aun en los momentos mas críticos de su admirable historia; si en todos tiempos ofrece al observador un dechado fiel de su abnegacion i patriotismo; si el valor de los hijos i su varonil constancia fueron siempre prenda segura de victoria en sus mas atrevidas empresas; ¿cómo desconfiar hoi cuando vemos mas arraigados que nunca los dos grandes senti

sirvió de fundamento al sistema administrativo de nuestra colonia la omnipotencia de Cárlos V, i que nuestra relijion tuvo por base el terrorismo de la Inquisicion.

mientos que la inmortalizaron, la fé relijiosa i el amor a la monarquía? Ellos serán nuestra guia en los procelosos mares que atravesamos; nuestro escudo en las batallas que hayamos de pelear; i fieles a la bandera que hemos jurado, i huyendo de los estremos donde no se encuentran mas que escollos i con la ayuda de Dios, llegará nuestra nacion a conseguir los altos fines a que está llamada por su valor, su constancia i su heroismo.

Palacio del senado, 2 de enero de 1868.-Manuel de Seijas, presidente.-Alejandro Olivan.—Antonio Benavides."

IV.

Influencia social del sistema político colonial.

Cualquiera que sea el orijen de las instituciones sociales de un pueblo, de aquellas instituciones que determinan su modo de ser, su constitucion política i moral, es indudable que por su naturaleza tienen su mas poderoso fundamento en las costumbres, por manera que en todo lo que no concuerdan con estas, las instituciones son violentas. Puede sentarse como un dogma sancionado por la razon i la esperiencia de los siglos, que hai tal reciprocidad de influencia entre las costumbres de una sociedad i su forma política, que ésta no puede existir si no busca en aquellas su centro de apoyo, i que las costumbres a su vez se van amoldando a ella insensiblemente. Por esto sucede con frecuencia que las costumbres forman un escollo mas o menos formidable, segun su moralidad, en el cual se estrellan los avances del despotismo, que consulta las miras de un hombre o de una familia poderosa, sin precaverse de ofender los intereses nacionales. Las leyes que se forman por el egoismo de los tiranos, las que atacan los privilejios de los pueblos, las que arrebatan al proletario el pan de su subsistencia, sometién

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dole a un trabajo duro i penoso, cuyo provecho reporta la nobleza, son leyes que no triunfan sino a duras penas, por grande que sea su prestijio i temible el poder que las sostiene. Establécese desde luego el choque entre ellas i las costumbres i al fin se produce una crísis terrible, una revolucion sangrienta, en que el triunfo no queda siempre de parte de los pueblos. En este caso, del cual nos presenta varios desgraciados ejemplos la historia de la humanidad, imperan las leyes contra toda resistencia i concluyen por someter a su capricho las costumbres, modificándolas i haciéndolas tomar muchas veces un jiro opuesto al que ántes seguian. Tan cierto es esto, que los usurpadores mismos no lo desconocen, apesar de hallarse arrebatados por su ambicion; i cuando tienen bastante habilidad para evitarse una competencia que puede ser bien funesta a sus aspiraciones, hacen frecuentes sacrificios para halagar a los pueblos, excitando sus pasiones, aprobando sus errores i fascinándolos con el brillo de la gloria, para distraerlos i conseguir el fin de sus planes, sin violentar las costumbres.

Empero, el despotismo de los reyes católicos encontró un campo vírjen al sentar su imperio en Chile: no habia aquí resistencia que vencer, no habia un pueblo cuyas costumbres, leyes i relijion fuese necesario respetar; el chileno indijena aparecia como un ser imbécil i degradado a los ojos de los conquistadores, al cual era necesario destruir o esclavizar, i ellos mismos, por otra parte, estaban ya educados para el despotismo i acostumbrados a soportarlo. De este modo la monarquía despótica de Cárlos V fué establecida en todo su vigor en la colonia chilena, i si

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