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i desvalidos de todo recurso, sujetos a la esclavitud i con mas frecuencia a la servidumbre onerosa que, bajo denominaciones hipócritas, imponian a aquellos las leyes i la codicia de los propietarios; vivian sumidos en la mas profunda ignorancia, i ni la luz del evanjelio les era dado gozar, porque la educacion relijiosa que a veces se les suministraba se reducia a mostrarles un Dios de venganzas i a enseñarles algunas prácticas de ruin supersticion para aplacarle.

Si persuadidos de la verdad de esta esposicion, recordais, señores, lo que llevo dicho acerca de la influencia que la lejislacion española i la preocupacion de la nobleza de sangre han tenido en los descendientes mistos de indíjenas i europeos, formareis una idea aproximativa de la verdadera condicion del proletario chileno.

Sus relaciones con el noble i propietario eran precisamente las mismas que existieron en Europa, durante la edad media, entre el señor feudal i sus vasallos. Para fijar mejor nuestras observaciones nos referiremos a una época en que el sistema colonial habia desarrollado ya todos sus funestos efectos sobre los mestizos.

A mediados del siglo último la poblacion de la colonia chilena ascendia en su totalidad a 400,000 habitantes, de los cuales apénas 50,000 gozaban las conveniencias de la vida civil i cristiana. (1) Este

(1) Consta de las cartas i autos del conde de Superunda, presidente del reino de Chile, examinados en el informe inserto en el Semanario erudito de Madrid, tomo XXIII, ya citado.

Segun las observaciones de don Cosme Bueno, citado por Robertson, habia en Chile el año de 1764 solamente 240,000 habitantes.

número no designa el de los propietarios solamente, sino el de todos los colonos reducidos a comunidad en los diversos pueblos que hasta entonces se habian fundado; el resto era el de todos los habitantes naturales i mestizos que vivian esparcidos en los campos sin conexion alguna entre sí i sin mas relacion social que la que tenian con sus amos. Deduciendo de los moradores que gozaban los beneficios de la vida civil, todos aquellos que por la calidad de su sangre o por otras circunstancias estaban precisados a procurarse la subsistencia por su trabajo personal, queda reducido el número de los propietarios a una fraccion insignificante. Estos eran los que por su elevada posicion tenian en su poder la suerte social de toda o la principal parte de la poblacion.

Es sabido que la riqueza de nuestro pais estaba entónces reconcentrada en la propiedad rural, que se beneficiaba por medio del sistema de encomiendas i repartimientos, el cual mas tarde vino a refundirse en cierto feudo o vasallaje en que el proletario, con la denominacion de inquilino, somete enteramente sus servicios a la voluntad del amo, sin mas recompensa que la escasa subsistencia que puede procurarse con alguna parte del dominio útil del fundo que cultiva. Con este arbitrio, los pocos propietarios que existian no tenian necesidad de valerse del servicio de los proletarios libres, sino en señaladas ocasiones; i como el número de éstos era excesivo, resultaba como consecuencia precisa i natural que aquellos eran los que fijaban el salario de tales servicios de la manera que mas les interesaba i con absoluta libertad. No est por consiguiente exajerado establecer, en vista de

tales hechos, que de los 400,000 habitantes de la colonia chilena, por lo menos 390,000 estaban sujetos a la voluntad del pequeño número restante, componiéndose la mayoria de los infelices mestizos proletarios que nada eran en la sociedad i que vivian condenados a una perpetua i desesperante esclavitud disimulada. (1) Todavía observamos bien de manifiesto el efecto de semejante órden de cosas: el proletario, es cierto, goza hoi la libertad de aprovecharse del movimiento i desarrollo de la industria para dar mas estimacion a sus servicios, pero el propietario conserva todavía el hábito antiguo de oprimirle i de aprovecharse de su trabajo: ya no le desprecia por mestizo, sino por miserable, porque le considera depositario de todos los vicios, a causa de la abyecta condicion social a que le redujeron las leyes i las preocupaciones de la colonia. El propietario desconece estos antecedentes, ve solo sus resultados i persiste criminalmente en sus costumbres, sin advertir que contribuye por su parte a perpetuar una verdadera desgracia de nuestra sociedad.

Hai con todo en este asunto una singularidad que creo debo señalar, valiéndome de las juiciosas observaciones de un ilustre chileno. (2) Entre las innumerables i verdaderas desgracias que causaba el

(1) Este hecho está corroborado por los datos que se apuntan en la nota puesta al principio del cap. XX, Segunda Parte de mi América Allí se vé que en 1798, solo habian 216 propietarios en los partidos de Santiago, Melipilla, Cuscuz i Quillota, que tenian 69,000 habitantes.

(2) Don Manuel Salas, en su representacion a la corte de España en enero de 1796.

uso de esa absoluta arbitrariedad con que los propietarios fijaban el salario del pobre trabajador, imponiéndole la lei de su interes i comprimiéndole por sus propias necesidades, habia un verdadero bien social que ha trascendido hasta nosotros, tal ha sido el que nace del desprecio con que se miró la esclavitud por los colonos pudientes, los cuales la consideraban como un arbitrio oneroso, que ningun provecho reportaba. Este era un resultado preciso de lo bajo de los jornales, porque siendo mas costoso un esclavo, por su precio i los alimentos que en todo tiempo i edad debian suministrársele, que el servicio de un proletario que no estaba sujeto a la servidumbre, se decidian fácilmente por no emplear esclavos propiamente dichos en las labores de la industria, i cuando mas los adquirian como un objeto de lucimiento i ostentacion. (1) De este modo la esclavitud de la necesidad, sin ser menos onerosa, ocupó el lugar de la perpetua, que las leyes i las costumbres reconocian entonces con criminal impudencia. Este accidente salvó a Chile, bien que a costa de un verdadero sacrificio que subsiste en parte, del verdadero mal social de mas funesta trascendencia que hoi degrada a los pueblos que no han podido abolir la esclavitud apesar de su civilizacion.

Es facil ahora concebir por que se miran como

(1) Esta es la esplicacion que da D. Manuel Salas del fenómeno, i no la que le atribuye la nota de la 3 edicion, que se vé en la pájina, 77, en que se supone que la condicion del indíjena era peor que la del mestizo, i que aquel i no éste era el que se empleaba en los labores de la agricultura, al contrario de lo que afirman Salas i todos los hechos.

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inculpable la dureza con que tratamos al proletario i ese egoismo ciego i grosero con que nos aprovechamos del fruto de su industria, apreciándolo jeneralmente sin estimar su trabajo i necesidades. Fácil tambien es esplicar por que yace aun en la miseria, en la corrupcion i en la ignorancia esa última clase de nuestra sociedad, que demasiado bien ha probado que sus facultades físicas i morales no son degradadas, como lo creyeron los conquistadores, sino tan susceptibles de mejoramiento i de cultivo como las de los pueblos mas sobresalientes en civilizacion. (1) Bástanos observar como complemento de esta asercion esa numerosa clase media, que naciendo en gran parte de aquella, no existia antes de nuestra revolucion i que prepara un briliante porvenir a nuestra patria. (2)

(1) D'ORBIGNY ha observado que los mestizos de españoles e indíjenas chilenos están dotados de una estrema facilidad de intelijencia i que no ceden en nada bajo ningun respecto a la raza blanca de que proceden.—L'homme americain, part. 1.e ch. 2.e

PELOUZE Sostiene que los mulatos i mestizos no solo son mas fuertemente constituidos que los individuos de las razas de donde traen su oríjen, sino que tambien poseen las mas felices disposiciones para las ciencias i para las artes mecánicas i agradables. Las pruebas que tenemos en América de esta verdad, me escusan de mas citas: con los mestizos conquistamos nuestra independencia i con ellos hacemos progresar nuestra industria. He aquí un testimonio irrefragable de su capacidad.

(2) No he hablado aqui de una clase media en el sentido aristocrático de la Europa, sino de esa numerosa porcion de propietarios e industriales que forma el grueso de la poblacion, ocupando un término entre el proletario o jornalero i los grandes propietarios que formaban la aristocracia colonial, los cuales han perdido de tal modo su antigua posicion, en cincuenta años, que en el dia están, en algunas secciones americanas, refundidos enteramente en aquella clase. En poco tiempo mas se operará la misma refundicion en las

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