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CAPITULO XXIII.

Sanchez se fortifica en Chillan.- Miguel Carrera marcha sobre Concepcion, y se apodera de esta ciudad.— Ataque y toma de Talcahuano.- El obispo Villodres se salva en la Bretaña, acompañado de muchos realistas.- Toma de la fragata la Tomasa. Importancia de esta presa. — Casi toda la provincia en poder de los liberales.- Sanchez continua las fortificaciones de Chillan. Miguel Carrera se propone el ir á atacarlo.- Ordenes que da á cada division. Noticia falsa de una invasion en el norte.- Preparativos á que da lugar.- Salida de Carrera para Chillan.

Luego que el ejército realista llegó á Chillan, Francisco Sanchez dió disposiciones para fortificar esta ciudad, en donde la naturaleza nada habia hecho por su - defensa; hizo levantar trincheras en la plaza mayor y en las principales calles, abrir algunos fosos y construir dos fortines, uno al norte y el otro á tres cuadra al poniente de la plaza, determinado á pasar allí sus cuarteles de invierno y aguardar los socorros que debian llegarle del Perú para entrar de nuevo en campaña á la primavera. Viendo que se agravaba la enfermedad de Pareja, conocia que toda la responsabilidad de los sucesos de la espedicion iba á recaer en lo sucesivo sobre él, y que por lo mismo era de su deber combinar con prudencia y con vigor sus operaciones contra todo

evento.

Carrera, por su lado, no siendo ni menos activo ni menos hábil en sus planes de agresion, percibió de un vistazo el yerro que su adversario habia cometido en dejar á descubierto el camino de la Concepcion, abandonando el mando de esta ciudad y la direccion de los negocios públicos á un prelado escesivamente prudente

por carácter, y que no podia disponer mas que de un corto número de soldados. En consecuencia, determinó ir á atacarlo para poder apoderarse en seguida del puerto de Talcahuano, justamente considerado como llave de la provincia, é impedir así que el enemigo recibiese socorros de Lima.

Mackenna se mostraba muy opuesto á este proyecto, en atencion al estado precario del ejército y á la ignorancia en que todos estaban sobre las verdaderas intenciones de los habitantes. O'Higgins, por el contrario, costuvo con todo su teson que el designio del jeneral en jefe era muy plausible, y contribuyó á que se pusiese en ejecucion aquel mismo dia para aprovechar de la confusion que reinaba aun en el ejército real.

Luis Carrera, comandante de la primera division, se puso en marcha, á la cabeza de la vanguardia, el 17, con cuatro piezas de campaña, y fué á pernoctar en Changaral, distante cinco leguas del campamento del ejército. Al dia siguiente, salió el capitan Prieto con un destacamento de cien hombres, que componian su partida y la de Molina, para ir á causar una diversion á los realistas de Chillan é inquietarlos por aquella parte. Algunos dias despues, se enviaron otros destacamentos á diferentes puntos de la provincia; el coronel Vega fué á ocupar Cauquenes; Francisco Barrio, Quirihue; y Bernardo O'Higgins se dirijió sobre la isla de la Laja para apoderarse de los Anjeles. Bien que no llevase mas que treinta hombres, en cuyo número se comprendian algunos oficiales, contaba sobre el influjo de sus allegados y sobre sus muchos partidarios.

Tomando todas estas medidas, Miguel Carrera se aseguraba de una gran parte de la provincia, conservaba

sus comunicaciones libres con la capital y dejaba completamente aislado al ejército de Pareja, bloqueado, por decirlo así, en Chillan, y bastante considerable para que fuese sumamente importante observar sus movimientos é impedirle de tomar, á su vez, la ofensiva. Con este objeto, quedó en el canton de Nuble una coluna de observacion compuesta de noventa voluntarios de Santiago y reclutas de Talca; de quince infantes de la Patria y de las milicias á caballo de Linares, Parral, San Carlos y Quirihue, que debian incorporarse allí (1), mandada por el coronel don Luis de la Cruz, cuyas órdenes terminantes eran no empeñar accion alguna, y replegarse, en caso de necesidad, sobre el coronel Juan de Dios Vial, que se hallaba en Talca prevenido para auxiliarle.

El 20 de mayo, el ejército dejó su campamento de las orillas del Itata y se puso en movimiento para Concepcion. El jeneral en jefe se adelantó para ir á reunirse con la vanguardia, despues de haber enviado á don Diego Benavente de parlamentario para persuadir á Pareja se rindiese. Fué Benavente y llenó su mision, pero sin éxito; Pareja no se rindió.

Juan Estevan Manzano, enviado igualmente de parlamentario á Concepcion por su hermano Luis, lo tuvo mejor. Sobrecojido el obispo Villodres de los peligros que creia le amenazaban, corrió á refujiarse á bordo de la Bretaña, y dejó el gobierno de la ciudad al cabildo que habia antes de la invasion. Tan pronto como Miguel Carrera tuvo noticia de esto, despachó á su edecan don Antonio Mendiburu y el capitan Prieto con algunas tropas para que se apoderasen de la ciudad, y al dia

(1) Relacion de los servicios del jeneral Cruz.

siguiente, llegó el mismo en persona á ella con grande satisfaccion de los patriotas, que hasta entonces habian estado oprimidos por las medidas vigorosas del obispo gobernador. La víspera, justamente, las casas de algunos de estos habian sido saqueadas por soldados que habian ido á buscar cuatro cañones y municiones, y muchos realistas, temiendo les sucediese lo mismo á su vez, salieron de la ciudad para ir á refujiarse á Talcahuano. Este puerto estaba en efecto bastante bien fortificado. Habiéndole rodeado por todas partes de montañas bastante escarpadas, la naturaleza misma lo habia dotado de una fuerte defensa que aumentaba la resistencia de las fortificaciones militares. Desgraciadamente. habia pocas tropas para poder cubrir todos los puntos atacables; pero noobstante, el gobernador, que lo era el coronel Texeiro, se mostró altanero en su entrevista con el plenipotenciario María Benavente, que iba á imponerle una capitulacion. «No capitularé, le respondió, hasta que vea las tropas sobre Talcahuano. »

La respuesta del obispo, á quien Carrera habia escrito volviese á ponerse á la cabeza del gobierno eclesiástico, fué muy humilde, pero en ella se negaba á volver á dicho gobierno, noobstante la proteccion especial que le prometia; porque el buen prelado, á fuerza de hablar de la crueldad de los insurjentes, estaba tan persuadido de ella, que ya se hubiera guardado bien de fiarse á la supuesta jenerosidad de su jefe.

El 27 de mayo, llegó la vanguardia á Concepcion, y el mismo dia, mandó Miguel Carrera enarbolar la bandera nacional en medio de la plaza, y hubo una misa en accion de gracias, celebrada por el digno patriota don Salvador Andrade. Lo restante del dia se empleó en pre

V. HISTORIA.

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parativos de guerra, pues el jeneral estaba resuelto á ir á atacar Talcahuano, sin siquiera esperar la llegada de la division que mandaba su hermano José. Las tropas de que podia disponer eran la vanguardia, y muchos desertores del partido real, que se le habian pasado, ya fuese por patriotismo, ó por el atractivo del premio que les habia prometido.

El 28, fué el jeneral á reconocer y estudiar el terreno que pensaba ocupar, en compañía de su amigo Poinset. En San Vicente, un sarjento de artillería, Tadeo Villagran, prisionero de guerra fugado de los pontones, le enteró perfectamente de la situacion de los realistas en Talcahuano, con lo cual resolvió ponerse en marcha aquella misma tarde con sus setecientos infantes, trescientos caballos y cuatro piezas. Al dia siguiente, renovó su intimacion, y mientras tanto, tomaba disposiciones militares, y disponia partidas de reconocimiento á las órdenes de los dos bizarros oficiales, el capitan Prieto y el teniente don Ramon Freire, que luego despues fueron la honra y la gloria de su país.

El nuevo parlamentario tuvo tan poco ó tan mal éxito como el primero, ó, lo que es lo mismo, le pidieron el término de cuatro horas para decidir en consejo de guerra lo que se habia de hacer, lo cual no era mas que un pretesto para ganar tiempo. En vista de esto, el jeneral en jefe « mandó que las guerrillas cargasen y que por el camino de la izquierda subiesen á tomar las alturas, que estaban defendidas por 150 hombres y un cañon. El teniente coronel Muñoz Bezanilla con 200 fusileros, el capitan Gamero con una carronada, y el alférez don Pedro Nolasco Vidal con un cañon de á 4. En poco tiempo obligaron á retirarse al enemigo, que se replegó

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