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IV.

REINADO DE DOÑA ISABEL II.

Continúa esta señora la tiránica y sanguinaria senda iniciada por sus progenitores, hasta que cansado el pueblo español de sufrir el yugo con que se le oprimia, la arroja del trono.

AL ver el pueblo español que la reina Isabel habia llega

do á su mayor edad y que se hallaba sentada en el trono que ocupó San Fernando, dió por terminados sus infortunios, y celebró con públicos regocijos este acontecimiento, pues esperaba que con él desaparecieran las calamidades. que afligieron á los pueblos durante la minoría.

¡Error funesto! Nuestra querida pátria no alcanzó el bienestar de que era digna; nuestras desgracias continuaren, porque Isabel II tuvo siempre muy presente que era hija de Fernando y que debia tratar de no ser ella una excepcion de los que han llevado su apellido.

El partido progresista que habia conseguido la caida del Ministerio Lopez, elevó al poder á D. Salustiano Olózaga, para que este, que habia podido obtener la presidencia de la Cámara popular, contrarestase la creciente y dominadora influencia del partido moderado; mas el resultado fué precisamente contrario de lo que esperaban, pues el 29 de Noviembre se formó un Ministerio compuesto por Gonzalez Brabo, Mazarredo, García Carrasco y otros, siendo sentenciado á destierro el Sr. Olózaga, que pudo fugarse á Portugal.

Este cambio ocasionó que en Cataluña se derramase en abundancia la sangre de nuestros hermanos, que quisieron

sostener la libertad, que consideraron perdida desde que supieron el personal que componia el nuevo ministerio, capitaneado por quien habia sido recomendado por Narvaez. Y no se equivocaron: eran los partidarios de la legalidad los que estaban en el poder.

El Sr. Gonzalez Brabo, haciendo una contramarcha, se habia pasado á los moderados, despues de haber vestido el uniforme de miliciano nacional y de haber sido redactor de El Guirigay, que era el periódico más radical de aquella época, y en el cual habia dicho las mayores infamias de todos los que no eran tan liberales como él queria aparecer.

Para demostrar el nuevo Ministerio que era la representacion del partido moderado, promulgó la ley de Ayuntamientos que ocasionó el pronunciamiento de 1840; se pusieron riendas á la prensa para evitar que esta diese á conocer á la nacion el período de tiranía que empezaba á sufrir, y se dictaron las medidas más represivas, entre las que se hallaba la de supresion y desarme de la Milicia Nacional, como así se efectuó.

Ya tenemos siendo ministro, por primera vez, al señor Gonzalez Brabo, y ya empezó á desmostrar lo que la pátriá podia esperar de él.

Para que no extrañen nuestros lectores su proceder cuando ocupó tan elevado puesto, que era el ideal de sus aspiraciones, y por lo que conspiró con los progresistas el año 1840, para ser despues un traidor, un apóstata y un enemigo constante de la libertad, á la que había tenido que asirse para que España supiera que existia tal personaje, vamos á copiar á continuacion lo que dice D. José Segundo Florez en la pág. 706 del tomo III de la Historia de Espartero al tratar de la sociedad secreta de los carbonarios, de la que designa como jefe del centro directivo, en el expresado año 40, á D. Luis Gonzalez Brabo.

<«<Entre los varios círculos que secretamente se habian formado en Madrid (dice) para trabajar de consuno en la obra del alzamiento, merece especial mencion la socie

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dad masónica titulada de los carbonarios. Constaba este grupo, como todos los de su especie, de hombres, seductores unos y de mala fé, poseidos de una ambicion extrema, y arrastrados por esta y aun por otras pasiones ménos nobles de buena fé; los otros, seducidos, dóciles instrumentos de los que de propia autoridad se erigen en maestros y directores. En general, los carbonarios, al ménos los que en Madrid formaban el centro directivo, eran jóve nes que, bajo la aparente máscara de un mentido republicanismo, solo aspiraban en el fondo á hacerse diputados á Córtes, para desde este escalon peligroso elevarse audaces á-los primeros puestos del Estado, y ejercer allí imprudentes una violenta tiranía. A la cabeza de la junta directiva de esta clandestina asociacion hallábase D. Luis Gonzalez Brabo. Jóvenes ó ancianos los demás, bástenos decir, ya que apenas sea dado hacer otra cosa á quien echa sobre si la responsabllidad de trazar la historia contemporánea, que todos ellos, ó la mayor parte, han desertado de las filas liberales, con lo cual han ganado estas en crédito mucho más de lo que han perdido en fuerza numérica. La influencia de los carbonarios en el país, como de hombres que aspiraban á salir de la oscuridad, era escasísima. Así que sus gestiones nada pudieron adelantar la obra del alzamiento. Ellos enviaron comisionados en Julio y Agosto á varios puntos del reino; á Valencia, á Zaragoza, á Burgos, á la Coruña, á Barcelona y á las Andalucías, y aunque este último decantó mucho los trabajos preparatorios hechos por él en Sevilla y Cádiz, y es lo cierto que todos ellos tornaron á la córte sin lograr su objeto.

» Pero si la extrema nulidad de los congregados no podia influir en la nacion, que solo se levantó en masa por medio de esa conspiracion pública y universal que hemos descrito, y al ver que al ver que estaba al frente de la revolucion la coronada villa y despues la alta prepotencia del general Espartero, no por eso dejaron los carbonarios de trabajar en su pro, empleando algunos de ellos los medios más reprobados é inieuos. Cuando el jefe audaz de esta cuadrilla

clandestina (1), Confucio (que así era el nombre simbólico del jóven Brabo), vió frustrado su designio de entrar á formar parte de la Junta revolucionaria de Madrid, para lo cual habia sido uno de los que mayor energía manifestaron en las salas del Consistorio el 1.o de Setiembre, tornóse en enemigo de aquella Junta y convocó en su casa dias despues á varios ciudadanos, entre los cuales figuraban los Sres. Calvo Mateo, Collantes (D. Vicente), García Uzal, Puigdullés, Espronceda, el coronel Riego, el comandante Jano y yarios otros oficiales de ejército y paisanos. Los más de estos iban de buena fé y ajenos de todo punto á las miras de los otros; reuniéronse allí de la manera más pública á ver de imprimir una direccion acertada y más vigorosa al alzamiento; mal contentos como ellos estaban con la conducta débil y meticulosa de la Junta, y anhelando que la autoridad suprema que esta se habia arrogado viniera á recaer en una Junta Central compuesta de todos los representantes de las provincias, á fin de que el movimiento de Setiembre no fuera una de esas ligeras brisas otoñales que suelen aquí conmover solo la superficie de la sociedad, sino un viento revolucionario fuerte y nutrido que penetrase al fondo y obrase en el cuerpo social un trastorno completo que cediese en beneficio del mayor número; una verdadera revolucion.

»Las miras de los conjurados eran altamente hostiles á la Junta. Sus trabajos encaminábanse á buscar apoyo en la fuerza como veian tenerla en la razon. Ya contaban con alguna tropa y parte escasa de la Milicia. Celebrada la primera reunion, quedaron aplazados para verificar una segunda. Congregáronse, en efecto, en la misma casa de Gonzalez Brabo; pero fué grande su sorpresa al ver que este no se presentaba ni parecia en parte alguna. Súpose que en union con otro, su amigo, habíase avistado y teni

(1) Esta mascarada siniestra, esta lógica infernal, base de la ambicion y la codicia, como lo son generalmente todas las de su clase, celebraba sus juntas nocturnas en la casa de un hermano, sita en la calle de Jacometrezo.-(Florez.)

do una conferencia con miembros de la Junta ó personas muy allegadas á ella. Las palabras de traicion, somos vendidos, entreoyéronse en aquella sala, y desde entonces la reunion, que abrigaba en su seno tantas y tan opuestas exigencias y pretensiones, quedó de todo punto disuelta.»> Estos fueron los primeros pasos del que saludó á lajóven democracia para tratar despues de asesinarla en el Abril de su vida.

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En el mes de Marzo de 1844 regresó doña María Cristina á Madrid aprovechando la situacion, y á su venida siguió una nueva organizacion política, que no era Gonzalez Brabo el que estaba llamado á sostenerla como obra del partido moderado, sino su terrible jefe D. Ramon María Narvaez, que fué el que le sucedió en el Ministerio, asociado de Viluma, Mon, Pidal, Mayans y Mazarredo, entrando despues Martinez de la Rosa á relevar á Viluma, que salió del Ministerio por sus ideas absolutistas.

Las Córtes fueron disueltas desde Barcelona, donde se hallaba entonces la Reina, y se convocaron otras para el 10 de Octubre.

El país empezó á agitarse, y el Gobierno recibia á cada momento noticias de nuevos trastornos para hacer triunfar, la libertad, ó de planes que se hallaban próximos á realizar en favor de tan sacrosanta idea. Prim fué preso en Madrid como complicado en ello, y Zurbano, que con sus dos hijos promovió una sublevacion en los valles de Hecho y Ansó, fué cogido por sus perseguidores en la misma comarca y fusilado en el mismo sitio en que por igual causa habian perecido dias antes sus dos hijos, su cuñado, su secretario y dos amigos.

¡Desgraciada Reina! que en lugar de ostentar el título hermoso de magnánima y bondadosa se hacia digna del de sanguinaria. Un año poco más que regia los destinos de la nacion española y ya habia hecho verter á raudales la sangre de los que habian colocado en su frente la corona que ostentaba, no para sembrar en su derredor el perdon y las mercedes, cual hubiera hecho un monarca ansioso del

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