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materia i convencido por los sucesos de las rectas i acordes disposiciones de la vuestra, me era difícil explicar demoras tan largas i fracasos tan frecuentes en una negociacion anhelada con ardor por todos los habitantes de uno i otro pais, movidos por sus intereses i simpatias mútuas. Pero como a proporcion del anhelo con que se aspira a la consecucion de un objeto, son amargos los embarazos que la impiden, i como en semejante situacion el medio que dicta la prudencia es el de explicarse i entenderse para evitar el que a acciones indiferentes se les atribuya dañado orijen i aumenten el encono; creo que la causa de no haberse conseguido celebrar un tratado de comercio, ha sido la de que ámbos paises han demorado dar el primer paso para entrar en explicaciones que habrian dicipado los recelos, como ha sucedido ahora. Cabe al Perú la honra de haber sido el primero i a Chile la de haber correspondido con tal prontitud i cordialidad, que acreditan que los sentimientos mútuos de fraternidad han permanecido intactos, apesar de jos sucesos que han comprimido la expansion de su enérjica elasticidad. Convencidos vuestro esclarecido i sagaz ministro

i yo de que tal ha sido la causa de los disgustos que han sufrido

uno i otro pais, hemos provisto el oportuno remedio en el tratado que hemos celebrado; i nos lisonjeamos de que no se perturbará nuestra amistad i de que la armonia será tan duradera como pueden serlo los afectos i las obras de los hombres." El jeneral Prieto, en su contestacion siempre breve, como acòstumbraba darlas en estos casos, concluyó con estas abras: "Me lisonjeo de que V. E., al terminar sus altas funciones, quiera hacerse el órgano de mi cordial estimacion al jefe supremo del Perú i de los votos que en consonancia con todos los ciudadadanos de Chile dirijo al cielo por la prosperidad de las relaciones recíprocas a que son llamados uno i otro pueblo, relaciones que espero quedarán sólidamente cimentadas pela ratificacion del pacto solemne que acaba de concluirse entre ellos". (7)

(7) El Araucano, núm. 238.

Mientras tan pronto i con tan buen suceso, al parecer, terminaba su mision en Chile el enviado del Perú, la vorájine revolucionaria arrebataba de nuevo a esta república i la lanzaba en lo desconocido.

Debia cesar el período de la presidencia provisional de Orbegoso, i hacerse la eleccion de presidente de la república en conformidad con la nueva constitucion. Decíase que Orbegoso no queria la presidencia para sí; pero que trabajaba con ahinco porque recayera en el jóven jeneral don Domingo Nieto, a quien tambien protejia el clérigo Luna Pizarro, con tan empeñosa voluntad, que la maledicencia no tardó en denunciar entre este sacerdote i su protejido vínculos de sangre que envol vian un escándalo, pero que a los ojos de los hombres sérios e imparciales, no existian. (8)

La prensa emprendió la tarea de azuzar las pasiones de un modo extraordinario, i apareció el famoso Limeño colando de furiosas invectivas al gobierno. (9)

Aun no habia terminado la campaña electoral, que comenzó a mediados de diciembre del 34, cuando se sublevó el batallon Maquinhuayo, que guarnecia el Callao, i proclamó al jeneral La Fuente, que habia vuelto de Guayaquil, burlando el destie

(8) Es mui válida la opinion de que es (el jeneral Nieto) pariente mui inmediato del señor Luna Pizarro, i por consiguiente éste empeñará todo su influjo i poder para asegurarle la primera silla de la República ›.—Ofi· cio de Lavalle de 11 de agosto de 1834.-Por este tiempo Nieto estaba a la cabeza del gobierno de Arequipa, a donde habia ido despues del p 1.pronunciamiento de este departamento contra Gamarra; pero Nieto era mal querido de sus habitantes por consecuencia de odiosas disputas con el obispo de Arequipa,

(9) La redaccion de este periódico, que al cabo provocó la venganza del Gobierno, se atribuyó a don José Joaquin de Mora, no obstante aparecer como autor el peruano don Bonifacio Lazarte. Creemos mui probable que Mora estaba en este tiempo en intelijencia con el jeneral Santa Cruz.Atribuyóse tambien a Mora la redaccion de una defensa de La Fuente, en que se hicieron terribles inculpaciones a Orbegoso.

rro impuesto por el gobierno, i asiládose a bordo de un buque de guerra. La Fuente, sinembargo, rehusó desembarcar para acaudillar el motiu, i mas bien ofreció sus servicios al gobier no. Entregados los sublevados a sí mismos, sin un jefe de mediano prestijio que los dirijiera, se dividieron entre sí, prestándose algunos a facilitar a los soldados del Gobierno el asalto de la fortaleza de la Independencia. Poco mas de cien hombres, al mando de los jenerales Nieto i Salaverry, bastaron para tomar aquella fortaleza, donde habia 400 sublevados (2 de enero de 1835) quedando así extinguido un motin militar que, segun el rumor público, no tuvo otra causa inmediata que la falta de pago a los soldados. Aunque en este hecho de armas hubo mas seduccion que fuerza, Salaverry lo exajeró demasiado i encocomió en gran manera la conducta del jeneral Nieto. Despues del triunfo hizo fusilar a algunos sarjentos i prisioneros acusados de instigadores del motin, i como el gobierno no aprobase esta conducta, Salaverry se presentó orgulloso en palacio, exijiendo una satisfaccion, que obtuvo, i con ella el mando superior de la plaza del Callao. «Salaverry (decia Lavalle en oficio de 7 de enero de 1835, despues de referir estos incidentes) es un jóven que ha de dar mucho trabajo a su paisanos, porque a una cabeza destornillada, una ambicion desmedida i un carácter altivo i sangriento, reune un talento i valor no comun en el pais. El está ahora mui unido a los ministeriales, ayudándoles con sus esfuerzos para elevar al jeneral Nieto a la presidencia; pero talvez no pase mucho tiempo ántes que se deje ver en toda su denudez.>

Mui pocos dias mas tarde se cumplia este vaticinio, pues el 23 de febrero de este mismo año hacia un pronunciamiento en el Callao, en este inagotable arsenal de las facciones i revueltas del Perú, el jeneral do Felipe S. Salaverry.

Salaverry era un jóven de 29 años a la sazon. Dotado de una imajinacion ardiente, de una intelijencia clara, de una alma impetuosa, valiente, irascible i llena de ambicion, se habia arrojado desde los primeros años de su pubertad en la arena

de los combates, fugan lo del colejio para ponerse a las órdenes de San Martin tan pronto como el ejército libertador chilenoarjentino pisó las playas del virreinato del Perú. A las órdenes de Santa Cruz se habia batido en Zepita, a las de Bolívar i Sucre en Junin i Ayacucho, distinguiéndose en todas partes por su resolucion i bravura. Colocado luego en la borrascosa escena de los partidos, debian desarrollarse en él los rasgos mas acentuados de su organizacion i arrastrarle a probar la fortuna de caudillo, haciéndolo soñar con la patria, con la grandeza i la gloria personales. Los hombres de esta naturaleza parecen nacidos para hacer las revoluciones; pero rara vez pueden dominarlas. Su ira los conduce a la sangre, su impetuosidad al atofondramiento, la misma felicidad de sus empresas a la soberbia ciega, hasta que la fortuna, que han arrastrado esclava de su audacia, los hunde en el abismo de algun grande infortunio, i solo deja su memoria a la posteridad, que los contempla como a esos caprichos de la naturaleza o del arte en que se admira juntamente lo bello i lo monstruoso.

Ya hemos visto que en los últimos dias de la administracion de Gamarra hizo una intentona revolucionaria en el departamento de Amazonas, con que hubo de alcanzar un puesto de confianza en las filas del gobierno de Orbegoso. Mas una circunstancia tal no podia ser un lazo demasiado fuerte para un hombre del temple de Salaverry, que, aparte de los estímulos orgánicos que le impulsaban a la desobediencia, sentíase arrastrado ademas por la corriente de los sucesos i por el desconto jeneral de que era objeto la política del gobierno establecido i aun el carácter i conducta particular del presidente Orbegoso. Este jeneral, miembro de una de las mas encumbradas familias del virreinato del Perú, habia recibido una educacion bastante esmerada i prestado con su hacienda i con su espada mui notables servicios a la causa de la independencia de su patria. Mas, apénas colocado a la cabeza de ella como primer majistrado, viósele seguir la pendiente de cierta molicie i vanidad fastuosa, ocupándose con demasiado empeño en fiestas, saraos

i pasatiempos, cual si el poder le hubiese sido concedido como un usufructo remuneratorio, lo cual no podia ménos que suscitarle la envidia de muchos i la indignacion de los que comprendian los deberes de un gobierno, sobre todo para con un pais anarquizado que es necesario rejenerar i normalizar. (10) Un gobernante de esta especie está mui a riesgo de caer en contemporizaciones i debilidades funestas, i de comprometer no solamente su honra personal, sino tambien la honra de su patria. No siendo capaz de subyugar los partidos i deseoso, sin embargo, de conservarse en el poder, acababa de mendigar el auxilio de un gobierno extranjero, cuyas miras ambiciosas no eran un misterio. No es, pues, extraño que los que comprendian la humillacion de este paso i la absoluta incompetencia de Orbegoso para establecer la paz en el Perú, hubiesen animado a Salaverry para derrocar el gobierno establecido i para que él mismo se pusiese al frente de la República. Al alzar el estandarte de la rebelion, Salaverry daba nuevos i plausibles pretextos a la intervencion armada del gobierno de Bolivia, pero la probabilidad de este peligro, que ya se preveia, debia dar tambien a la revolucion un carácter mas noble, mas simpático i popular, haciendo aparecer a Salaverry como el campeon de la nacionalidad e independencia de la república peruana. El jefe revolucionario no habló, sin embargo, con bastante claridad sobre este punto en sus primeras proclamas, talvez porque sus consejeros, entre los cuales habia (hombres harto perspicaces como don Felipe Pardo, Ferreiros i otros, no tuvieron por conveniente provocar al gobierno de Bolivia con el

(10) Asegura Lavalle (Correspondencia 1833-1836) que era mui frecuente encontrar a Orbegoso en estado de embriaguez i que este vicio, junto con otras liviandades, indignas del puesto que ocupaba, le habian acarreado el desprecio jeneral. I miéntras Orbegoso se entregaba así a los paseos i diversiones, los facinerosos llevaban el espanto a la capital, la miseria aumentaba i el gobierno reducia a la cuarta parte el abono de la lista civil i militar.

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