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No lo seguiremos en sus campañas, sino para indicar aquellas acciones que le dieron su patrimonio de gloria militar, sin colocarlo, no obstante, entre los héroes. Al frente de una columna auxiliar marcha al Ecuador i se bate en Pichincha a las órdenes del jeneral Sucre. Regresa al Perú, i el jeneral Riva Agüero, a cuya exaltacion a la presidencia ha contribuido por medio de una revuelta le encarga una expedicion al Alto Perú con un ejército respetable, a fin de evitar que el ejército realista descienda de las provincias del interior hasta Lima (1823). Santa Cruz triunfa del jeneral Valdes en Zepita; pero lo deja rehacerse i cuando lo ve reunido con el grueso de las tropas reales, emprende una desastrosa retirada en que pierde casi todo el ejército que habia aumentado hasta 7,000 hombres. En 1824 asiste a la batalla de Junin como jefe de estado mayor del ejército. Bolívar lo estima i lo distingue ménos por sus dotes militares, que por su capacidad administrativa, i no tarda en asociarlo a sus tareas de gabinete, llamándolo al ministerio. Cuando a fines de 1826 tuvo que ausentarse del Perú el Libertador, con motivo de los síntomas de anarquía en Colombia, confió la direccion de aquella república a un consejo de ministros, cuya cabeza era el jeneral Santa Cruz. El jefe del gabinete se puso entónces de acuerdo con los enemigos de Bolívar, promovió o consintió el amotinamiento de la misma guarnicion colombiana que existia en Lima i facilitó su embarque para Colombia; definió en una proclama el objeto de la revolucion, dando por derogada la lei fundamental que el Libertador habia dejado, i convocando una asamblea constituyente. Entre tanto, se formó una junta provisional de gobierno i Santa Cruz quedó como jefe de ella. Las puertas del Perú se cerraron para Bolívar. Santa Cruz da entonces el primer paso para incorporar Bolivia al Perú i propone al jeneral Sucre la federacion de ámbas repúblicas, que el presidente de Bolivia contesta proponiendo que se invite tambien a Colombia para que éntre en la proyectada federacion. La negociacion fracasa. Sucre, que de veras queria

lo

consolidar la independencia de Bolivia, entabla negociaciones para perfeccionar los límites territoriales de este pais i celebra con el enviado del Perú un tratado por el cual debia adquirir Bolivia un pedazo de la costa peruana, mediante una indemnizacion pecuniaria. Pero Santa Cruz no ratifica el tratado. Entre tanto, se reune una asamblea constituyente en el Perú i elije por presidente provisorio al jeneral La Mar. Santa Cruz esconde su despecho i acepta del nuevo gobierno una mision diplomática cerca del gobierno de Chile. Su residencia de algunos meses en este pais, ya que no es señalada por ningun suceso diplomático de importancia, le sirve, a lo menos, para estudiar su condicion social i política, para conocer sus partidos i sus tendencias i a muchos de los hombres que figuran en el estado i de los que figurarán mas tarde.

Al retirarse de la administracion del Perú Santa Cruz modificó un tanto sus planes políticos, i fijando sus ojos en Bolivia que al cabo era su tierra natal i donde tenia partidarios, enderezó sus esperanzas i dilijencia a promover la caida de Sucre i ser elejido presidente. Para el primer propósito las circunstancias le daban grandes i poderosos cómplices. El gobierno arjentino miraba con disgusto la presidencia de Sucre en Bolivia; el gobierno del Perú no queria reconocer la independencia de esta república en tanto que hubiera en ella un ejército extranjero, como llamaba a la pequeña guarnicion colombiana que Sucre habia traido desde el campo de gloria de Ayacucho para proclamar la independencia del Alto Perú. En Puno, sobre la frontera de ámbas repúblicas, estaba el jeneral Gamarra a la cabeza de 5,000 hombres, intrigando i atisbando el momento de penetrar en Bolivia.

A principios de 1828 un motin militar (el del batallon Voltíjeros) conmueve al pueblo de la Paz i se dan vítores al jeneral Santa Cruz. Luego viene el motin de Chuquisaca i en seguida la invasion de Gamarra, hasta que se obtiene la renuncia de Sucre i la salida de la fuerza colombiana, actos que se estipularon expresamente en Piquiza. La asamblea de 1826,

revivida por este mismo tratado, elije por presidente de la república a Santa Cruz, que en diciembre de 1828 parte de Valparaiso para Islai en el bergantin Aquiles. Al llegar a este puerto del Perú, sabe que han ocurrido en Bolivia graves trastornos. Una nueva asamblea, llamada a formar otra lei fundamental, pues la constitucion que hizo sancionar Bolívar habia caido con Sucre, acababa de elejir por presidente de Bolivia al jeneral don Pedro Blanco, que se habia revelado contra Sucre i apoyado la invasion de Gamarra. Santa Cruz, que desde Chile habia felicitado a Blanco por su actitud rebelde, (1) aguarda a que esta situacion revolucionaria se desenvuelva i acabe por una reaccion. En efecto, la asamblea convencional (que el pueblo llamó convulsional) deplorablemente dividida i anarquizada, no hizo mas que provocar una catástrofe: algunos militares se apoderaron de Blanco, i a pretexto de una asonada finjida por ellos mismos, lo asesinaron en su prision. La asamblea constituyente se disuelve, sin dar la lei fundamental; el jeneral Velasco se pone inmediatamente a la cabeza de la república, i Santa Cruz es llamado con instancia a empuñar de una vez las riendas del gobierno. Al partir de Arequipa, donde ha permanecido durante estos sucesos, deja ya concertado con algunos amigos políticos, entre ellos el insidioso deau Córdova un plan para promover la anexion de este rico departamento peruano a Bolivia, i preparada ademas, segun han creido algunos, una revolucion de acuerdo con el jeneral La Fuente, prefecto del departamento, para derribar el gobierno de La Mar en el Perú. Pasa en seguida a Puno i allí funda la Lojia del Titicaca, de la cual se constituye jefe, calcada sobre la constitucion de las lójias masónicas, pero cuyo objeto esencial es conspirar a que se agreguen a Bolivia todos los departamentos peruanos que le son limítrofes. (2) Despues de esto se presen

(1) Biografía del jeneral don Pedro Blanco por Federico i Cleomedes Blanco.

2) En una obra intitulada: Los cinco primeros capítulos del Manifiesto 4

H. DE CH.-T. II.

ta en la Paz i asume el gobierno o sea la dictadura, pues la república ha quedado sin lei fundamental i aun está asustada de su reciente i terrible ensayo en la guerra civil. Santa Cruz se estrena en el gobierno con un decreto de amnistía; pero con otro decreto amenaza de muerte hasta el conato de sedicion en adelante.

La administracion de Santa Cruz fué prudente i laboriosa. Cultivó las relaciones exteriores con esmero; agasajó a los extranjeros; fomentó la instruccion i la industria; arregló la hacienda pública, mas bien por una estricta economía en la inversion de las rentas i por una vijilancia igualmente estricta en la conducts de los empleados, que por reformas de otro jénero; pero introdujo la moneda feble i cedió en mas de un punto a las preocupaciones del sistema prohibitivo. Apesar de su buen sentido, abrigaba en algunas materias de la ciencia social ideas, o mas bien preocupaciones indignas de su época. (3)

En 1831, un congreso puso término al réjimen provisional de gobierno i dió al pais una constitucion que concedió mui grandes atribuciones al ejecutivo. Sancionáronse en seguida los códigos civil, penal, de minería i de procedimientos, cuya elaboracion confió Santa Cruz a diversas comisiones.

Refiérese que presidiendo en las conferencias de la junta encargada de revisar los códigos, solia terciar en las discusio

del jeneral Santa Cruz, dado en Quito, etc., que contiene una notable refutacion de este manifiesto, se dan pormenores i documentos mui curiosos de estas andanzas de Santa Cruz. Allí pueden verse algunas de sus comunicaciones con el dean Córdova i la constitucion o estatutos de la Lojia del Titicaca.

(3) "Os pido, señores, algunas leyes que directa o indirectamente promuevan la poblacion, escasa todavia en nuestro estenso i fecundo territorio. Este objeto de grande importancia ante las cámaras podrá lograrse decretando algunas escenciones a las familias numerosas, promoviendo los matrimonios por medio de estímulos de patriotismo i de honor, excluyendo a los solteros de ciertos cargos públicos- Mensaje del presidente de Bolivia a las cámaras de 1833.

nes, a imitacion de lo que hacia Napoleon cuando se discutia el código frances que lleva su nombre; pero, a diferencia de aquel célebre guerrero, no probó tener mui felices dotes de lejislador, i su presencia en las sesiones solo sirvió para precipitar la terminacion de los códigos, con daño de su congruencia e idoneidad.

Pero a ninguna institucion aplicó sus cuidados como al ejér cito, que en mui poco tiempo estuvo en un pié brillante de disciplina i equipo. Santa Cruz no tenia ardor militar, siendo para él mucho mas preferible armar una celada que dar una batalla; pero le gustaban las armas por su brillo i como medio indispensable para gobernar. A contar con un poder bien afianzado, habria preferido, como Felipe II, hacer conquistas i ganar victorias, sin salir de su gabinete. Gustábale rodearse de hombres de talento i de saber, pero de moral bastante flexible para acomodarse a la ambicion i caprichos de su jefe. Cauteloso i desconfiado colocó siempre que pudo, en los altos puestos del ejército a militares extranjeros. En las ceremonias públicas usaba un fausto réjio, rasgo mui del gusto de su raza i aun del pais entero. Por lo demas, eran proverbiales su avaricia i mezquindad i la nimia atencion que ponia en el aumento de sus bienes privados. (4) Tanta ambicion i egoismo, sin embargo, no habian secado en su alma la fuente de los sentimientos domésticos: con su esposa era bueno, con sus hijos

tierno.

Santa Cruz cuidaba de revestir con los visos de la legalidad todos sus pasos, i finjiéndose siempre el mas inflexible acata

(4) Un sujeto respetable, que por algun tiempo fué administrador de los negocios particulares de Santa Cruz, nos ha referido que éste corria con los mas pequeños gastos de su casa, en medio de las atenciones de la administracion del Estado; i que en su mesa se ponia de ordinario una sola botella de vino, de la que se servia él solo, sin convidar jamas ni a sus edecanes, ni a otras personas que accidentalmente le acompañaban a

comer.

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