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dor de las leyes, era diestro i en ocasiones audaz para eludirlas o darles el sentido que no tenian. Rara vez combatia las dificultades de frente i siempre estaba pronto a suscribir los compromisos que le imponian la necesidad o la opinion, reservándose en su ánimo el quebrantarlos o burlarlos, cuando así le conviniera. Así habia sancionado en 1831 los tratados de Arequipa, destinados a garantir la independencia mútua de las dos repúblicas vecinas, continuando entre tanto en su afanosa i secreta tarea de promover la desmembracion del Perú. En 1833, considerando suficientemente adelantados sus trabajos i viendo al Perú bastante perturbado por las sediciones que estallaron contra el gobierno del jeneral Gamarra, presentó al congreso de Bolivia un mensaje reservado, en que despues de considerar la situacion anárquica del Perú i de la República Arjentina, encarecia la necesidad de tomar mui serias precauciones para preservar a Bolivia del contajio revolucionario i de la eventualidad de una conquista que pudiera intentar algun caudillo emprendedor, de esos que las mismas revoluciones suelen enjendrar. De aquí se orijinó una lei (6 de noviembre) que el congreso sancionó en estos términos: Se autoriza al poder ejecutivo para tomar todas cuantas medidas crea convenientes. a fin de precaver los contajios del desórden i defender la república de toda clase de agresiones, manteniendo siempre en la política internacional la superioridad que nos da el estado de órden i paz que felizmente disfruta la república.» (5) Mui distante estaba por cierto el congreso que sancionó esta lei, de imajinar que con ella pretendiera hacerse conquistador el mis mo gobierno que temia la conquista.

Colocado Orbegoso en la presidencia del Perú (diciembre de 1833) i rebelado Gamarra contra él, creyó Santa Cruz llegado el caso de intervenir i trató con Gomez Sanchez, emisario de Orbegoso, para pactar la intervencion. Pero el abrazo de Ma

(5) M. J. Cortés. -Ensayo sobre la historia de Bolivia.

quinguayo detiene los pasos del presidente de Bolivia i lo obliga a esperar otra oportunidad. Entónces se le presenta Gamarra prófugo, a quien, como ya dijimos, acoje benévolamente i con el cual estipula en secreto un plan de federacion entre las dos repúblicas, finjiendo mientras tanto retenerlo casi como un prisionero para quitar todo cuidado a Orbegoso. Entre tanto se ha alzado Salaverry en el Perú con tanta osadía i tan dichosa fortuna, que Santa Cruz teme mas que nunca ver convertirse en humo su acariciado proyecto. Entónces suelta a Gamarra (6) i pocos dias despues (7) (15 de junio de 1835) ce

(6) Gamarra manifestó entónces que no divisando otro medio de seguridad i de órden para su patria i para Bolivia que la confederacion entre ámbas repúblicas, sobre la base de la division del Perú en dos Estados, se comprometía a trabajar por ella; i ofreció con tal objeto oponerse en cuanto le fuese posible a los proyectos de Salaverry, si se le permitia pasar al Perú con algunas fuerzas i recursos. Aunque el gobierno de Bolivia no podia dar crédito a las palabras de un hombre tan notado de mala fé i tan conocido por la larga historia de sus traiciones; aunque no podia tener confianza alguna en sus comprometimientos, creyó, sin embargo, conveniente a la seguridad de Bolivia dejarle en libertad para que se presentase en el Perú a embarazar los proyectos de Salaverry. Cualquiera que fuese la conducta de Gamarra, él era indudablemente el ajente mas apropósito para obtener semejante resultado i convenia dejarlo obrar: así lo exijia la seguridad de Bolivia, cuyo gobierno no debia esperar que la invasion llamase a sus puertas para tomar la defensiva.›-Palabras de Santa Cruz en su manifiesto citado.

(7) Tan dilatada estaba ya por este tiempo la autoridad de Salaverry en el Perú, i tanta precaucion i disimulo empleaba Santa Cruz en los momentos mismos que estaba resuelto a derrocar aquel gobierno, que el cónsul de Chile no vaciló en estampar en su oficio de 26 de mayo de 1835 las siguientes reflecciones: <«El jeneral Santa Cruz, si es que desea mandar en el Perú, como creen algunos; si es que apetece la union de ámbas repúblicas, como suponen otros; o si es que quiere solamente algunos puestos del sur del Perú como lo consideran muchos, ha dejado pasar la ocasion oportuna de injerirse en los negocios peruanos, i seria una necedad, una imprudencia indisculpable que viniese a tomar parte, cuando la república entera, con excepcion solo de Arequipa, obedece al jeneral Sa

lebra en la Paz con el jeneral don Anselmo Quirós, nuevo emisario de Orbegoso para pedir auxilios a Bolivia, el siguiente tratado:

«En el nombre de la Santísima Trinidad. Habiendo el gobierno del Perú solicitado con instancia i por repetidas veces la cooperacion i los socorros del de Bolivia para el restablecimiento de la tranquilidad, turbada por la sedicion escandalosa del jeneral Salaverry, a cuyo efecto ha enviado sucesivamente con poderes e instrucciones suficientes al señor don José Luis Gomez Sanchez i a su secretario jeneral, el benemérito jeneral de brigada señor don Anselmo Quiros; deseando el gobierno de la república boliviana extender una mano fraternal a la nacion peruana, i siendo conveniente fijar ante todo las bases de un convenio: el señor enviado extraordinario del Perú don Anselmo Quirós, benemérito jeneral de brigada i secretario jeneral de S. E. el presidente provisorio, comisionado para este objeto, i el señor ministro de relaciones exteriores don Mariano Enrique Calvo, ministro de la corte suprema de justicia, benemérito a la patria en grado eminente; habiéndose tenido por bastante la carta autógrafa en que se le autoriza para tratar sobre esta materia, i despues de las mas prolijas i detenidas conferencias, han acordado i convenido en los artículos siguientes:

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Art. 1. El gobierno de Bolivia mandará pasar al Perú in

laverry, i cuando pudiera ser quizás continjente el éxito do sus armas. Apesar de que se ha asegurado mucho que un ejército boliviano pisaba ya el territorio del Perú, yo no lo creo, porque, a mas de las razones anteriores, me inducen a confirmar mi opinion algunas cartas modernas que han venido de la Paz, asegurando que Bolivia permaneceria neutral.» Es tas seguridades sobre la neutralidad de Bolivia fueron dadas desde la Paz hasta el instante de pasar las tropas bolivianas el Desaguadero. En oficio de 17 de junio, es decir, dos dias despues de haber invadido aquéllas el departamento de Puno, todavia el cónsul chileno decia, desde Lima, que Bolivia permanecia neutral.

mediatamente un ejército, capaz a su juicio de restablecer el órden alterado i pacificar completamente aquel territorio.

2. El ejército boliviano llevará una caja militar, suficiente para cubrir sus gastos por tres meses a lo ménos. Este ejército irá mandado por un jeneral de la confianza de Bolivia, o por S. E. el presidente gran mariscal Andres Santa-Cruz, si así lo creyere conveniente. En este caso S. E. el presidente de Bolivia tendrá el. mando superior militar de las fuerzas de ámbos estados.

3. El Perú será responsable de todos los gastos que ocasione la marcha del ejército desde que se mueva de sus respectivos cantones; para lo cual puede poner un comisario asociado al de Bolivia que lleve las cuentas. Los haberes se pasarán como en el Perú, conforme a sus reglamentos preexis. tentes.

«4.° Hallándose los pueblos del Perú enteramente dislocados i siendo su organizacion política uno de los objetos mas esenciales, S. E. el presidente provisorio de aquella república, inmediatamente que se le dé aviso de haber pisado las tropas bolivianas el territorio peruano, convocará una asamblea de los departamentos del sur, con el fin de fijar las bases de su nueva organizacion i decidir de su suerte futura. La convocacion se hará para un lugar seguro, libre de toda influencia, i el mas central i cómodo que se pueda.

5. El gobierno de Bolivia garantiza el cumplimiento del decreto de convocatoria i las resoluciones de la asamblea.

6. El ejército boliviano permanecerá en territorio peruano hasta la pacificacion del norte, i cuando ésta se consiga, convocará alí el presidente provisorio del Perú otra asamblea que fije los destinos de aquellos departamentos.

7. El presente tratado será ratificado i las ratificaciones canjeadas en el término de quince dias, contados desde esta fecha, o ántes si fuere posible.

En fé de lo cual, los infrascritos, ministros plenipotenciarios de las partes contratantes, firmamos este tratado, le man

damos sellar con el sello respectivo de las armas nacionales i refrendar por los secretarios, en la Paz de Ayacucho, a 15 de junio de 1835, décimo quinto de la independencia del Perú i vijésimo sexto de la de Bolivia.-Mariano Enrique Calvo.Anselmo Quirós.- El oficial mayor de relaciones exteriores. José Manuel Loza, secretario. -Juan Gualberto Valdivia, secretario.

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<Ratificado en todas sus partes. Arequipa, junio 24 de 1835. -Luis José Orbegoso.-El ministro secretario jeneral, Ildefonso Zabala. (8)

Con la misma fecha (15 de junio) expidió una «Exposicion de los motivos que justifican la cooperacion del gobierno de Bolivia en los negocios políticos del Perú, en la cual hizo un bosquejo terrífico de las turbulencias de esta república. Con relacion al gobierno de Salaverry decia: «Se ha erijido en la capital de Lima una autoridad tiránica i monstruosa, cuyo código es el suplicio, su base el terror, sus derechos las lanzas i las bayonetas, i que con tan funestos instrumentos se abre una carrera de engrandecimiento sobre las ruinas de los infelices pueblos que jimen agobiados bajo su yugo, aturdidos por sus amenazas i aterrados con la sangre que corre por sus campos i por sus plazas. Al brotar en el seno de un pueblo constituido una anomalia tan escandalosa i absurda, mil veces mas peligrosa a la seguridad de los pueblos que el despotismo sepultado en los llanos de Ayacucho, el sur de la república se ha encontrado en aquel aislamiento crítico i peligroso que trae siempre consigo la disolucion de una sociedad; época terrible, en que rota la cadena de la subordinacion, desquiciados los cimientos del órden, inciertos los hombres sobre la suerte que les aguarda, i abierta una carrera sin límites a la ambicion i a los partidos, no solo peligra la sociedad que sirve de escena a tamaños infortunios, sino que ensanchándose de dia en dia la esfera del

(8) Manifiesto El jeneral Santa Cruz explica, etc.-Tambien se encuen tra este tratado en El Araucano, núm. 262.

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