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de sangrientos fantasmas. ¿Qué hombre de buen corazon, al verlos, dejará de maldecir á los foragidos que mancharon y escandalizaron la tierra con tantos horrores y la nacion de víboras que los habia llevado en su seno? Lo repetimos: la pintural está bien hecha; tan bien hecha como nosotros la esperábamos. En ella se ve á los conquistadores violando á las mujeres é hijas de los indios, robando y asesinando á estos, marcándolos con hierros candentes, asándolos en parrillas, despedazándolos con perros de presa, y triturando á los niños para echárselos á los perros de caza..... Nada falta para inspirar á los lectores la compasion, la cólera, el horror, la piedad, todos los punzantes sentimientos de la tragedia antigua

Pero bien: ges esto la historia? es esto la verdad? es esto la justicia? ¿es esto la lógica? De que haya habido muchos malvados entre los conquistadores, y de que se hayan cometido muchos crímenes en la conquista, ¿puede inferirse que todos fueron malvados y toda la conquista un crímen? ¿Qué se diria de nosotros si apartando la vista de todo lo malo que se hizo en aquella época, y dejando á un lado á los que la afrentaron con su criminal conducta, solo recordáramos las hazañas y virtudes de los otros, para formar un cuadro de brillantes hechos y de héroes magníficos? Se diria que éramos apasionados é infieles. ¿Y habrá razon para obrar así por un espíritu con

trarib? ¿Habrá razon para recordar únicamente á los que mancharon las páginas de aquella grande historia con sus vicios, olvidando de intento á los muchos más que las ilustraron con sus virtudes?

Llevaos en buen hora al infierno á Ovando y á sus cómplices, que sembraron en la Española la desolacion y la muerte, echando á perder con sus iniquidades los proyectos humanitarios de Cristóbal Colon, y llevaos tambien con ellos á todos los demas que observaron igual conducta en las islas y en el continente; nosotros no los queremos ni los necesitamos para nada, y antes bien unimos nuestra maldicion contra ellos á las maldiciones de la historia; pero no digais, por Dios, que todos fueron como ellos; no negueis el debido tributo de alabanza á los que mostraron eminentes virtudes aunque las deslucieran con algunos vicios; y no negueis, sobre todo, que apesar de todas esas sombras, fueron hechos gloriosísimos el descubrimiento y lạ conquista de América.

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Harémos ahora algunas rectificaciones. No es verdad que la corona de España hiciera esclavos á los indios: lo contrario es la verdad. Las primeras leyes de Indias fueron dadas por doña Isabel la Católica, que amó á los indígenas de América como una madre, y tuvieron por objeto asegurar su libertad personal, y prohibir, hasta bajo pena de muerte, que fueran reducidos á esclavitud. Tales fueron la cédula de Granada de 9 Noviembre

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de 1526, las Ordenanzas de Toledo de 1528, las cédulas de Valladolid de 1543 y 1549, la de Ma drid de 1553 y otras infinitas.

Nosotros no hemos dicho que los malvados cuyos orímenes recuerda el artículo del Federalista, tuvieran por objeto «el bien espiritual y temporal de los indios:> lo que dijimos, y es la verdad, fué que ese era el objeto del gobierno y de las leyes relativas á las encomiendas; objeto que no se logró por la codicia y mala condicion de la mayor parte de los encomenderos. i!

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Tampoco es verdad que los castellanos impusieran á lós indígenas el cristianismo por el hierro y el fuego, ni que para eso establecieran la Inquisicion, ni que les dijeran, como Mahoma: «cree, ó muere.» Los indios no estaban sujetos á la Inquisicion, segun ya lo hemos dicho, y por la Ley 35, título 1o, libro sexto de Indias, les estaba prohibido á los inquisidores proceder contra ellos. Podriamos citar otras muchas leyes que mandaban emplear únicamente la persuasion y la dulzura pa · ra atraer á los indios á la fe cristiana; pero no tenemos tiempo ni espacio para ello, ni querémos fatigar más con esto á nuestros lectores.

La intolerancia, la rudeza y la aspereza del pueblo español las guardó para sí mismo, y apenas las empleó en América sino durante la conquista y en el terrible período de violencias que siguió inmediatamente al choque de las armas. Despues, cuan

do ya se calmaron los ánimos, y se aplacaron las pasiones, y se organizaron las comarcas conquistadas, y se hicieron sentir en ellas la mano del gobierno y el imperio de la ley, la historia de aquellos gobiernos ofrece un singular fenómeno: intolerancia, rigidez, despotismo y represion para España; tolerancia, suavidad, dulzura y hasta libertad para América. Hubo reyes tiranos que han dejado en la historia recuerdos terribles; pero sus tiranías no llegaban á la Nueva España. El mas implacable y tremendo de todos, Felipe II, no consentia que nadie tiranizara á los indios, ni siquiera para imitarle. Con una palabra quitó la vida al visitador Muñoz, que habia hecho atrocidades en México. No os mandé á Indias á que destruyeseis la tierra, le dijo; y esta frase fué como una puñalada: el visi... tador murió aquella noche. ༢)ན་དན་ས་རྩངས་དོD

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No por esto queremos decir que aquellos gobiernos fueran bastante liberales para las ideas que tenemos ahora; pero esto prueba, por lo menos, que› el gobierno colonial no fué tan malo como sus detractores ponderan.

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Estudiemos la historia sin pasion, y serémos justos con el pasado como debemos serlo con el presente.

(LA IBERIA de 30 de Abril.)

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Los frailes en Nueva-España.-Santa vida de los primeros misioneros.-Lo que hicieron por los indios.-Les enseñaron sus deberes religiosos y sus derechos civiles.-La relajacion de las Ordenes monásticas vino despues. Los obispos y generales de las Ordenes. Más sobre la Inquisicion. Más sobre las leyes de Indias. Necesidad de estudiarlas para hacer justicia á la historia de España en América. Todas eran favorables á los indios. -Imposibilidad moral de que todos los reyes y gobiernos de España expidieran leyes buenas en apariencia para los indios, pero encaminadas intencionalmente á su daño.-Contestacion á varios hechos.--Infraccion de aquellas leyes.—Injusticia con que se tacha de parciales á los escritores que dicen algo en elogio de España,. pl. - ber

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Hoy reproducimos otro artículo del señor Esteva, el último que ha visto la luz en el Federalista; y vamos á decir algo sobre su contenido.1

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Muy triste pintura hace el señor Esteva de la conducta que observaron los frailes en Nueva-España, pero creemos que hecha de ese modo tan ab

1 Véanse las notas anteriores.

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