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XII.

El gobernador don Juan de Jara Quemada va a trazarnos un cuadro comparativo del estado de la disciplina entre los españoles i los araucanos.

"Con la continua asistencia de la guerra, dice en carta dirijida al rei en 1o de mayo de 1611, están los indios tan maestros, que no hai lance que no comprendan; i así con esto, como con los despojos de las victorias, se han ido pertrechando i armando, de manera que no hai ninguno que no tenga su peto i espaldar de cuero crudo, i muchos de ellos cotas i petos de acero, i una lanza de treinta i tres palmos, i sus caballos, esmerándose mucho en ellos, i para cualquiera cosa que les manden en la guerra sus superiores grandísima obediencia; i el matalotaje de ocho dias es una chupa con dos libras de harina de maíz i cebada con que en un vaso o calabazo echan un poco de agua, i hacen un ulpo, que es una bebida; i sin otra cosa chica ni grande, atraviesan de sus tierras a las de paz; i para ir nosotros a las suyas, es menester que el soldado de a caballo lleve tres criados, uno para que le traiga yerba, i otro que le lleve la comida i cama, i quien le haga de comer, i esto es lo de ménos, porque hai muchos que meten a quince o veinte caballos i seis yanaconas, i el infante su piedra de moler, que todos los mas las llevan; con que todas las veces que se aloja i levanta el campo, parece que se funda o se muda una ciudad, i en esto se gasta lo mas del tiempo, mientras que los indios son mui lijeros; i ademas es tanta la flojedad i tibieza, que he visto arcabuces que parecen mas bien pistoletes".

XIII.

El capitan-cronista don Pedro Mariño de Lovera va a hacernos conocer cuál era la conducta que esta soldadesca observaba con los indíjenas.

"Se debia tener por lastimosa calamidad, dice, las vejaciones hechas a los desventurados indios, por cuyas casas i haciendas se entraban los soldados, tomándoles sus ganados i sementeras, i aun las mesmas personas para servirse de ellas, i, lo que peor es, las mujeres para otras cosas peores, de suerte que solo en el lugar en que estaban los soldados recien venidos de España juntos con los demas que tenia el maestre de campo, hubo semana que parieron sesenta indias de las que estaban en su servicio, aunque no en el de Dios, segun consta del hecho; i así estaban los indios tan justamente irritados, que no es de espantar de que hubiese tantos rebelados, sino de que se hallasen tantos de paz en medio de tantas injurias i malas obras que recibian de los españoles" (1).

No es de estrañar que aquellos soldados indisciplinados hicieran esperimentar tan malos tratamientos a los indíjenas, cuando no los escaseaban a sus propios compatriotas.

La audiencia referia al rei lo que sigue en su informe de 1611: "En daño notable de esta ciudad de Santiago i reino de Chile, han usado los gobernadores i usan dar licencia todos los inviernos para que mucho número de soldados se bajen a invernar a las ciudades de paz; i ordinariamente han bajado a Santiago todos los años mas de cien soldados, que ademas de ganar sueldo los

(1) Mariño de Lovera, Crónica del reino de Chile, libro 3, capítulo 22.

cuatro i cinco meses del invierno que se están en esta ciudad, no asisten al servicio de Vuestra Majestad. De esta bajada se siguen grandes escándalos i ofensas de Dios en mucho daño del reino, porque ademas de inquietar la república con deshonestidades i pendencias, hacen muchos hurtos i otros diversos excesos, i sobre todo cuando suben i vuelven a la guerra, ninguno deja de llevar hurtados cuatro o seis indios varones, i hembras con quienes van amancebados, con color de llevarlos para su servicio; de manera que todos los años se llevan trescientos o cuatrocientos indios, descasando a muchos, i a otros llevándoles sus hijos e hijas, con que se apuran i consumen los indios de paz."

XIV.

Un ejército de esta especie no podia ménos de inspirar serios temores, i los inspiraba en efecto. El monarca escribia al gobernador Alonso García Ramon, con fecha 5 de diciembre de 1606, entre otras cosas, lo que sigue:

"Si en la jente de guerra, hubiere algunos soldados sediciosos e inquietos i revoltosos, conviene que a los que diesen causa para ser castigados los castigueis con tanta demostracion, que sea escarmiento i ejemplo para todo el ejército; i a los otros por cualquier traicion o sospecha que de ello se tenga en razon de esto, los echareis de ese reino con disimulacion i recato, enviándolos con cartas i despachos al Perú o a estos reinos, i usando de los otros medios i trazas que conviene, previniendo que tampoco queden allí ni en otra parte de las Indias, siendo posible, por los inconvenientes i daños que podrian causar semejantes hombres en

X.

Resulta de lo que precede que los indómitos araucanos, con su heroica decision, no solo habian logrado defender el territorio que habitaban, sino tambien hacer correr a los españoles el riesgo de verse obligados a abandonar todo lo que habian ocupado en el norte de Chile.

"I por remate desta historia, dice el capitan Mariño de Lovera al concluir su crónica, advierto que es mucho de ponderar el teson i ánimo de los indios, pues nunca se ha visto que ninguno de ellos se rinda a español, dejándose de rendir, aunque muera en la demanda; i así los que cojen son a pura fuerza, i no pudiendo ellos defenderse. Acontece tenerse un indio con dos o tres españoles armados, i no rendírseles hasta morir. Porque lo que mas sienten entre todos sus trabajos es servir a jenté estranjera; i por evitar esto sustentan la guerra de casi cincuenta años a esta parte; i han venido en tanta disminucion, que donde habia mil indios, apénas se hallan ahora cincuenta; i por esta causa está la tierra mui adelgazada, pobre i miserable, i finalmente sin otro remedio si no la esperanza del cielo" (1).

Un cronista posterior a Mariño de Lovera, Luis Tribáldos de Toledo, asienta que si los araucanos, mientras el gobernador don Juan de Jara Quemada procuraba aplacar con todas las tropas del reino el alzamiento de Arauco, "se hubieran ido, como pudieron con mucha facilidad, a las tierras i poblaciones españolas, no hubieran tenido

(1) Mariño de Lovera, Crónica del reino de Chile, libro 3, capítu

dificultad en arruinarlas todas hasta Santiago, sin que ninguna cosa se lo impidiese".

I luego añade que "con estos milagros se estaba viviendo hacía muchos años en aquel reino” (1).

Es mui digno de consideracion que esto mismo afirmaba el citado gobernador don Juan de Jara Quemada en carta al rei fecha 28 de enero de 1617. "Si una junta tan grande como la de ahora, o la mitad ménos, dice, nos diera lado, i se viniera, como pudiera con mucha facilidad, a nuestras tierras, fuera bastante a arruinarlas todas hasta Santiago, sin que hubiese cosa que se lo estorbase; con estos milagros se ha vivido de muchos años a esta parte, i no ha sido pequeño el presente por haber concurrido mayores causas para ello".

"Por lo que he visto en la ocasion presente, agrega Jara Quemada aludiendo a este inminente pefigro, puedo afirmar por infalible que Dios mila grosamente se ha servido de guardar este reino con su poderosa mano, cegando a estos enemigos los sentidos".

XI.

La larga i encarnizada guerra de Arauco habia enjendrado otra amenaza seria contra la dominacion española en Chile, la cual merece mencio

narse.

Esa amenaza provenia de la creacion del ejército permanente, que en tiempo de don Alonso García Ramon, por ejemplo, ascendia mas o ménos a mil quinientos hombres, i que por indicacion del mismo gobernador, el rei mandó aumentar hasta

(1) Tribáldos de Toledo, Vista jeneral de las continuadas guerras; dificil conquista del gran reino provincias de Chile.

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