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po, donde entraban de noche al efecto, llevándolos a ajusticiar, dijo uno de ellos a un soldado nacido en aquella tierra: di al gobernador que yo muero contento, porque no será el postrer gobernador que matará indios de guerra, ni yo seré el postrero que moriré pcr sustentarla" (1).

Esta entereza estraordinaria de los altivos araucanos los hizo formidables.

De cuando en cuando eran vencidos i forzados a someterse al yugo; pero solo por temporadas, aprovechando cualquiera oportunidad para volver a levantarse.

V.

Al cabo de medio siglo de tanto afanarse, de tanto batallar, de tanto gastar, de tanto matar, los conquistadores habian tenido que pasar por la humillacion de ver arrasadas por los indios todas las ciudades que habian fundado ultra Biobio, i de ser obligados a tener este rio por límite de su dominacion en Chile.

I mientras tanto, ¿aquella larga, costosa i sangrienta lucha producia alguna ventaja a los conquistadores?

Sí; les proporcionaba una, que en su concepto era de alta importancia: la adquisicion de indios para llenar las bajas cada dia mas numerosas que hacía en sus encomiendas el mal tratamiento que daban sin misericordia a los infelices indíjenas.

Los españoles siempre fueron mui codiciosos de indios; pero naturalmente lo fueron siendo mas a medida que estos iban escaseando.

Lo cuerdo habria sido procurar conservarlos

(1) Olaverría, Informe sobre el reino de Chile, sus indios i sus gue

rras.

apartando la causa principal de su espantosa mortandad, esto es, desplegando ménos dureza para hacerlos trabajar; no obstante, los encomenderos no entendian de este modo su interes.

He manifestado ántes en el precedente capítulo con documentos contemporáneos cuán rápida i terrible fué en Chile, como en otras partes de América, la destruccion de la raza indíjena; pero ya que he tenido que volver a tocar la materia, voi a agregar un nuevo testimonio, que contiene datos curiosos sobre el particular.

"En lo que toca a los indios, decia al rei en carta de 6 de enero de 1610 el oidor don Gabriel de Zelada, han quedado mui pocos lugares de ellos, porque casi todos están despoblados, i los indios divididos en diversas estancias i otras partes, fuera de sus naturales i tierras; i habiendo sido este reino uno de los mas poblados de todas las Indias, no hai de presente encomienda que pase de cien indios, i casi todas son de a cuarenta, cincuenta, sesenta indios; i se han apurado i consumido de modo que no han quedado en todo el distrito de esta ciudad (Santiago) dos mil i ochocientos indios tributarios, i de éstos mas de los mil son aucáes (araucanos) cojidos en la guerra; i las demas ciudades que están de esta parte de la cordillera no tienen todas otros tantos indios."

Una de las causas que apuntaba el oidor Zelada para tan espantosa despoblacion era "el servicio personal de los indios, de que se habia usado en el reino de Chile con tanta tiranía, que se habian servido de todos sin distincion, así de los hombres como de las mujeres, grandes i pequeños, sacándolos de sus naturales, privándolos, no solo de sus tierras i bienes de que no solo no gozan, pero tampoco de sus hijos."

En semejante estado de cosas, se concibe fácilmente que los encomenderos de la rejion pacificada de Chile tuvieran mucho interes en renovar con indios traídos de Arauco, sus diezmadas encomiendas.

La esclavitud de los indíjenas en la acepcion estricta de la palabra, esto es, la venta de los indíjenas por dinero sube en Chile a los primeros tiempos de la conquista.

Cuando Pedro de Valdivia determinó enviar a España a Jerónimo de Alderete para que le obtuviese del rei la gobernacion i otras mercedes, vendió, a fin de proporcionarse fondos para costear aquella comision, los indios que habia reservado para sí en la ciudad de Santiago desde que la pobló.

Jerónimo de Alderete hizo otro tanto con los

suyos.

De este modo juntaron entre los dos mas de treinta mil pesos.

Para salvar la disposicion legal que prohibia estas ventas de indios, Valdivia pretendió que como él i Alderete habian cedido sus indios a conquistadores, aunque fuera por dinero, aquello debia reputarse, no venta, "sino ayuda que les hacían para sustentar el reino" (1).

Si desde el principio hubo la idea de que podian celebrarse estos contratos de carne humana, se tuvo con mayor fundamento la de que era lícito i conveniente trasladar por la fuerza a los indíjenas a largas distancias de su residencia para apartarlos del lugar en que eran peligrosos, i aprovechar su trabajo.

"Mándame Vuestra Majestad, decia al rei Ro

(1) Góngora Marmoléjo, Historia de Chile, capítulo 14.

drigo de Quiroga en carta de 2 de febrero de 1576, destierre algunos indios de los bulliciosos para las provincias del Perú, en entrando que entre por los estados de Maregüeno, de Puren, Arauco i Tucapel, que son los que hacen la mas guerra.'

Rodrigo de Quiroga no ejecutó este mandato al pié de la letra, sino que se permitió modificarlo en beneficio suyo i de sus amigos. Prefirió tomar todos los indios que pudo para trasportarlos, no al Perú, sino a la jurisdiccion de Santiago o la Serena, donde se empleaban en sacar oro para él o sus parciales; i como naturalmente le gustaba hacer estas traslaciones con el menor riesgo e incomodidad de su parte, buscó su botin de hombres, tanto en las tribus que estaban de guerra, como en las de paz.

Esta conducta fué imitada por muchos de sus

sucesores.

La tierra de Arauco, ya estuviera rebelada, o ya pacífica, llegó a ser desde entónces una especie de oficina gentium, de la cual se sacaban indios ra proveer de ellos a las despobladas encomiendas del norte.

pa

"En este reino, agregaba Quiroga en la carta ántes citada, procuraré haber a las manos, así por via de paz como de guerra, los mas de los indios belicosos con el ménos daño que yo pudiese, de los cuales convendrá desterrar alguna buena parte de ellos de su naturaleza, i trasplantarlos en los valles i tierras fértiles, así de esta ciudad de Santiago, como de la Serena, lo cual pondré en ejecucion i castigo de sus delitos, con los cuales se sacará oro, con que se podrá dar entrenimiento a algunos soldados i personas que han servido i sirven a Vuestra Majestad en esta tierra, i se sustentará la jente de guarnicion que necesariamente

algunos años ha de haber en la frontera de este reino, con lo cual vuestros reales quintos serán aumentados i reservados de muchos gastos que hasta aquí de ellos se han fecho en la guerra, aunque los vecinos en quien están encomendados los tales indios de guerra pretenden contradecirlo, diciendo que pues los tales indios son de sus repartimientos i encomiendas se los han de dar a ellos."

Se advierte desde luego que lo que Rodrigo de Quiroga proponia al rei era precisamente todo lo contrario de lo que estaba ordenado por las reales cédulas. El monarca habia mandado repetidas veces, i con la mayor formalidad, que no se exijiera a los indios mas que un tributo pecuniario. Miéntras tanto, Rodrigo de Quiroga, a pesar de disposiciones tan reiteradas, pedia que se impusiera a los indios el servicio personal, i no uno cualquiera, sino el mas rigoroso.

En otra carta de 2 de enero de 1577, dirijida tambien al rei, Rodrigo de Quiroga espresa todavía de una manera mas categórica el motivo de una contradiccion tan decidida a los mandatos siempre acatados del soberano. "Sobre la tasa de los tributos de los indios de este reino, por otro escrito digo a Vuestra Majestad que la guerra i pacificacion que tengo entre manos es gran estorbo para ello, porque estos indios es jente desunida i tan bestiales, que no viven en pueblos juntos ni conforme a la lei natural, i entre ellos no hai ninguna órden de justicia ni vida política, ni tienen haciendas, ni crian ganados en cantidad que baste para mantenerse i dar sus tributos; i así convendria que la tasa fuese de tributo personal, i que se reformen al ser de hombres para que vengan de tener capacidad i reciban lumbre de cristianos."

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