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mar y viento, que se le tuvo casi por perdido. Despues de vuelto, dió buena relacion de lo visto y hallado. Considerando el general la aspereza de los alrededores, y que no podia ir mas adelante, ya por el archipiélago como por otros rios caudalosos, dió la vuelta por mas poblado y mejor camino. Por él fué hasta llegar al rio del desaguadero del gran lago, con intencion de fundar una ciudad en el mas sano y fértil paraje. Hizo visitar toda aquella provincia, la que pareció bastante agradable, porque aunque la ceñian montes se descubrian llanuras y valles llenos de fuentes, arroyos y arboledas, en que habitaba una grandisima cantidad de indios. Era esto en tiempo de cuaresma, por lo que los devotos pasaban muchos trabajos, y en particular D. García, que no interrumpió la observancia del ayuno por la falta de regalo ni el prolijo viaje, gustando viniesen los otros cristianamente imitando su ejemplo. Se informó aquí de lo que mas deseaba por medio de algunos naturales que hizo venir á su tienda. Les preguntó quienes eran sus encomenderos y poco mas ó menos cuanta la gente de aquel distrito. Diéronle cuenta de todo, percibiendo al punto con su vivo entendimiento lo mas importante. Ordenó fuesen algunas tropas à recorrer la tierra con mucho cuidado. En tanto pasó adelante hasta llegar á un grueso rio que llaman de las Canoas. Ahogósele allí una acémila cargada con toda su bajilla y con el oro de su servicio, que valia mucho. Los que se hallaban por aquellas partes eran de condicion doméstica, y aunque se pintaban y tomaban las armas á su modo para defender sus habitaciones, duraban poco en la resistencia, por lo que se conservaron quietos en servidumbre desde que se descubrieron.

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Habiendo pasado este rio, asentó el campo el general en su orilla, y aunque aquel sitio estaba al fin del reino, parecióle apacible, cómodo y bastecido de lo necesario al uso comun, y trazó una ciudad en él. Habia cumplido con la casa de su padre llamando Cañete de la Frontera á la ciudad que pobló en Tucapel, y no quiso olvidarse de la de su abuelo el conde de

Osorno, dando su nombre á este lugar, que se fundó en la parte que llaman los indios de Chauracabi, á 27 de marzo de 4558. Es su contorno abundantísimo de mieses, de ganado de frutas, de legumbres, de pesca, de mar y rios, y sobre todo de miel, aunque silvestre y sin beneficio, por estremo buena. Dióle don García cinco leguas de jurisdiccion ácia la parte donde está fundada la de Valdivia, y por confin el rio Bueno. De la banda de Oriente todo lo que se fuese descubriendo. Señalóle lo mismo ácia el estrecho de Magallanes. Corren las calles de Oriente á Poniente. Son anchas: sus edificios hermosos, iguales y grandes. Está en altura de cuarenta grados. Hay invierno y verano como en España, aunque al contrario. Quedáronse á vivir en ella algunos caballeros, adornándola el general de templos, imájenes, sacrificios, justicia y policía. Despues se fabricaron en la misma tres monasterios de frailes y uno de monjas. Es puro y sanísimo su aire. Lábranse allí casi tan finos paños como en Segovia. Abunda en madera, cal y ladrillo. Sus términos son tan frescos y selvosos, como paises de Flandes, y nada inferiores en fuentes, arroyos, heredades, huertas y lagunas. Encima destas se ven altos volcanes, ceñidos de nieve con respiraderos de fuego en sus remates. En varios tiempos echaron estos de sí tanta ceniza, que creció mas de un palmo sobre la tierra. Dilatóse con espantosos tronidos hasta mas de sesenta leguas de allí; causando esta novedad notable asombro en todos los moradores de las convecinas comarcas. Hay tanta yerba buena y manzanilla, que á la una pacen ganados, y la otra daña no poco las heredades. Críanse claveles de todas colores, rosas de Alejandría y otras en abundancia: muchos y varios lirios, sin otras infinitas yerbas olorosas y saludables, con que los indios curan sus accidentes y heridas. Hállase una semillia menuda llamada Mare, que molida y cocida da de sí gran cantidad de aceite, tan escelente y claro, que se gasta en la comida, sirviendo en las demás cosas que suele el de oliva, con bonísimo gusto. Sácase de un celimin un azumbre, siendo de poco ó nin

gun gasto su cultura. Ocupa la sementera de una hanega terreno de ocho de trigo. No hay en toda esta comarca animal que haga daño, salvo en las ovejas ciertos leones pequeños, mas escúsales qualquier cachoro que ladre. Hay Alcones, Sacres, Gerifaltes, Neblies, Azores, y Baharis grandemente buenos. Hay mármoles jaspeados, baños de aguas calientes maravillosos, gran suma de gallinas de las nuestras, minas de todos metales y en particular de oro y plata, junto con salinas, y colores los mejores del mundo. Son amigos de sembrar y criar, sin tener otras grangerías, y así por la mayor parte es personal el tributo que ofrecen. El número de naturales visitados en sus principios, fué de ciento y cincuenta mil, mas han venido en notable disminucion, así por las viruelas (enfermedad general que los menoscabó mucho el año de 64) como por otros trabajos corporales. Válense de bocodos y hechizos, pecado comun entre ellos. Vivian despoblados, mas redujéranse poco á poco á vida mas sociable y política, sino lo estorvaran las armas, movidas entre ellos con general detrimento suyo. Son de buen entendimiento, blancos todos y las mugeres hermosas. Aplícanse á lo que enseñan. Son de cuerpos no muy crecidos, mas ágiles para todos juegos. Nacen inclinados al robo, y así hurtan cuanto pueden á los españoles, siendo fieles tan solo entre sí. La lengua que hablan es general y poco diferente de la que usan las otras ciudades convecinas. Tienen casi, en diversidad de asientos, un mismo temple la Imperial, Rica, Valdivia, Castro, Osorno y los Infantes. No las destempla demasiado el calor ni el frio; ocasion de entera salud en los moradores. Es fértil de contínuo allí la cosecha de todas semillas. Por invierno vienen las lluvias, que son muchas, acompañadas de tempestades. Señaló D. García para el gobierno de Osorno varones de canas, calidad y partes. Nombró por correjidor al licenciado Alonso Ortiz, á quien instruyó en todo lo que importaba,

DOCUM. I.

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XXII.

Informe de la real Audiencia de Lima sobre los méritos de D. García Hurtado de Mendoza (1).

Católica real Majestad. --En esta real Audiencia se pidió por parte de don García de Mendoza, hijo legítimo del marqués de Cañete, viso-rey que fué de este reino, que conforme á la ordenanza de Vuestra Majestad y con citacion del fiscal, se hiciese informacion de lo que él ha servido á Vuestra Majestad en este reino y en las provincias de Chile, donde estuvo por gobernador, que es la que con esta va. Por ella parece que llegó á este reino en acompañamiento de su padre, hará mas de cinco años, y que antes que llegasen, estaban en esta ciudad dos procuradores de Chile pidiendo persona que gobernase aquella tierra y la pacificase, por estar los naturales alterados y de guerra y haber despoblado dos ciudades, y las demás estar en gran aprieto y riesgo. Y sabida la muerte del adelantado Alderete, á quien Vuestra Magestad habia proveido aquella gobernacion, el marqués, vista la gran necesidad que aquellas provincias tenian de ser socorridas y este reino de sacar gente dél, mandó á su hijo don García de Mendoza fuese por gobernador dellas, y él lo aceptó por servir á Vuestra Majestad, y para ello se aderezó de armas y caballos; y sacó cuatrocientos hombres, y con ellos doce clérigos y religiosos, con que y con la mayor parte de la gente, se habió por la mar en cuatro navios, y el resto envió por tierra. Y que así mismo, juntamente con la gobernacion de

(1) Sacado de un libro de apuntes, escrito por J. Perez García.

Chile, le fué encargada de los Yures y Diaguitas, en que habia sola una ciudad poblada, que es Santiago del Estero. Y llegado á la ciudad de la Serena, envió al capitan Juan Perez de Zorita con cien hombres á las mismas provincias de Tucuman y Diaguitas con los pertrechos y municiones necesarias, armas y caballos, con un sacerdote; y el dicho capitan pobló en los Diaguitas la ciudad de Londres, y en Caltaquí, la de Córdova, y en Tucuman el viejo la de Cañete, y allanó y pacificó aquellas provincias. Consta así mismo que partió de la Serena, y fué por mar con ciento y cincuenta hombres al puerto de la ciudad de la Concepcion, y pasó gran trabajo y tormenta, por ser tiempo de invierno y el viaje peligroso; y saltó en una isla, donde estuvo cuarenta dias, y della envió á requerir con la paz muchas veces á los indios, que estaban rebelados, y procuró atraerlos con dádivas, y apercibiéndoles perdon de lo pasado en nombre de Vuestra Majestad, y visto que no aprovechaba, saltó en la Tierra Firme con los ciento y cincuenta hombres, á quien hizo hacer un fuerte de tierra y fagina para ampararse de los naturales, los cuales vinieron de allí á seis dias en gran cantidad, y le cercaron y acometieron por todas partes, y el mismo don Garcia les resistió y desbarató, con pérdida de algunos indios, é hizo en ello lo que un buen capitan debia hacer, y que despues que llegó el resto de la gente y caballos por tierra, habiendo hecho otros nuevos requerimientos y amonestaciones á los naturales, pasó el rio de Biobio, y para ello hizo hacer barcas, y fué al estado de Arauco, y á la primera jornada salieron mucha cantidad de indios en escuadrones á pelear con él, y los desbarató, y castigó algunos, y que a cabo de quince dias, habiéndolos requerido con la paz otras muchas veces, fué al yalle de Tucapel, donde habian muerto al gobernador Valdivia, y yendo, le dieron otra batalla, acometiéndole por dos partes, y así mismo los desbarató y castigo; y para mejor pacificarlos y asegurar la tierra, pobló en el mismo valle la ciudad de Cañete de la Frontera, y dejó en ella al capitan don Felipe de Mandoza, su

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