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dia del señor san Nicolas Toletino, y por esto la nombramos la isla de San Nicolas, y al rio llamado Tórmes, porque pasamos con tormenta por él.

Aquí tomó el dicho tesorero Gerónimo de Alderete posesion desta isla y tierra firme, caciques é indios della, desde la nao, por S. M. y por el dicho señor gobernador de Valdivia, en su nombre, y pidió á mí, el dicho escribano, se lo diese por testimonio, como me lo tenia pedido en las posesiones pasadas, y á todos los que allí venian rogó le fuesen dello testigos: testigos los sobredichos.

Mas abajo ácia el puerto de Valparaiso está el Ribimbi, que es en la provincia de Rouco, que mandó el cacique Leochengo, y confina con la provincia de Itata y de los Promascaes, de las cuales tiene tomada posesion tres años ha el dicho señor gobernador Pedro de Valdivia, en nombre de S. M., y de nuevo la tomó aquí en nombre de S. M. y del dicho señor gobernador, el dicho Gerónimo de Alderete, y me pidió y requirió se lo diese por testimonio, é á los presentes le fuesen dello testigos: testigos los dichos.

Y así cesándonos la tormenta á la entrada de la provincia de Itata, con buen tiempo que nos hizo tornamos al puerto de Valparaiso, de donde habiamos salido, y surjimos en él mártes á 30 dias del dicho mes de setiembre del dicho año de 544 años, con la ayuda de Dios y de su bendita Madre, y del apóstol Santiago, llegados á este dicho puerto, saltando en tierra pidió el dicho tesorero Gerónimo de Alderete á mi el dicho Juan de Cárdenas, escribano del juzgado, le diese por fé y testimonio cumplidamente todo lo que me habia pedido en las posesiones que habia tomado, y lo que se habia hecho en este viaje en servicio de Dios y de S. M. y del señor gobernador Pedro de Valdivia, para que hiciese entera fé ante S. M. y de su muy alto Consejo y Chancillerías de las Indias, y supiesen como por S. M, y por el dicho gobernador Pedro de Valdivia, en su nombre, y con su poder, habia tomado el dicho Gerónimo de Alderete,

del principal cacique y señor, llamado Leochengo, la posesion de las provincias, tierras, islas, rios y puertos, caciques é indios arriba declarados, así y de la forma é manera que está escrita de antes.

Y así mesmo el dicho señor gobernador Pedro de Valdivia pidió á mí, el dicho escribano, pusiese en la cabeza de esta dicha escritura lo que habia pasado con el dicho Juan Bautista de Pastene, su teniente general en la mar, en la del entregarle el estandarte real, y el despacho de los navíos que envió á descubrir, y todo lo demás en esta escritura contenido.

É yo Juan de Cárdenas, elejido, nombrado y creado escribano mayor del juzgado, en nombre de S. M., en este Nuevo Estremo, por el muy magnífico señor Pedro de Valdivia, electo gobernador y capitan general, en su cesario nombre fuí presente á todo lo susodicho, juntamente con los sobredichos testigos, y lo fice escribir, y doy fé y verdadero testimonio que en los sobredichos dias arriba nombrados y declarados del dicho mes de setiembre año susodicho de 1544 años, el dicho gobernador entregó el dicho estandarte al dicho capitan Juan Bautista de Pastene, y despachó los dichos navios á descubrir, y el dicho Gerónimo de Alderete, tesorero de S. M., tomó y aprehendió la tenencia, propiedad y posesion real y actual en los dichos caciques é indios de las provincias, tierras, islas, rios y puestos de susonombrados y declarados, con todas las solemnidadas dichas, y en lugar de posesion puso en todas las partes donde la tomó las cruces dichas, y hizo los autos arriba declarrdos, y todas las cosas sobredichas.

Por tanto, á pedimento del dicho señor gobernador Pedro de Valdivia, y del dicho Gerónimo de Alderete, tesorero de S. M., fice aquí este mio signo, rogado y requerido á tal. —En testimonio de verdad. JUAN DE CARDENAS, escribano mayor del juzgado.

IV.

Carta de D. Pedro de Valdivia à S. M. Cárlos V, dándole noticia de la conquista de Chile, de sus trabajos y del estado en que se hallaba la colonia (1).

S. C. C. M. Cinco años ha que vine de las provincias del Perú con provisiones del marqués y gobernador D. Francisco Pizarro, á conquistar y poblar estas de la Nueva Estramadura, llamadas primero Chile, y descubrir otras adelante, y en todo este tiempo no he podido dar cuenta á V. M. de lo que he hecho en ellas, por haberlo gastado en su cesáreo servicio. Y bien sé escribió el marqués á V. M. como me envió, y dende ha un año que llegué á esta tierra envié por socorro á la ciudad del Cuzco al capitan Alonso de Monroy, mi teniente general, y halló allí al gobernador Vaca de Castro, el cual así mismo escribió á V. M. dando razon de mí, y otro tanto hizo el capitan Monroy, con relacion, aunque breve, de lo que habia hecho hasta que de aquí partió, y tengo á muy buena dicha hayan venido á noticia de V. M. mis trabajos, por indirectas, primero que las importunaciones de mis cartas, para por ellos pedir mercedes, las cuales estoy bien confiado me las hará V. M. en su tiempo, con aquella liberalidad que acostumbra pagar á súbditos y vasallos sus servicios. Y aunque los mios no sean de tanto momento, cuanto yo queria, por la voluntad que tengo de hacerlos mas crecidos que ser pudiesen, me hallo merecer en de todas las mercedes que V. M. será servido de me mandar hacer, y las que yo en esta carta pediré, en tanto que los trabajos de pacificar lo poblado me dan lugar á despachar y enviar

(1) Sacado del original que se halla en el archivo general de Sevilla entre los documentos traidos de Simancas.

DOCUM. I.

larga relacion de toda esta tierra, y la que tengo descubierta en nombre de V. M., y la voy á conquistar y poblar, suplico muy humilmente me sean otorgadas, pues las pido con zelo de que mi buen propósito en su real servicio haga el fruto que deseo, que esta es la mayor riqueza y contentamiento que puedo

tener.

Sepa V. M. que cuando el marqués D. Francisco Pizarro me dió esta empresa, no habia hombre que quisiese venir á esta tierra, y los que mas huian della eran los que trujo el adelantado D. Diego de Almagro, que como la desamparó, quedó tan mal infamada, que como la pestilencia huian de ella; y aun muchas personas que me querian bien, y eran tenidos por cuerdos, no me tovieron por tal cuando me vieron gastar la hacienda que tenia en empresa tan apartada del Perú, y donde el adelantado no habia perseverado habiendo gastado él y los que en su compañia vinieron mas de quinientos mil pesos de oro; y el fruto que hizo fué poner doblado ánimo á estos indios. Y como vi el servicio que á V. M. se hacia en acreditársela, poblándola y sustentándola, para descubrir por ella hasta el estrecho de Magallanes y mar del norte, procuré de me dar buena maña, y busqué prestado entre mercaderes, y con lo que yo tenia y con amigos que me favorecieron, hice hasta ciento y cincuenta hombres de pié y caballo, con que vine á esta tierra, pasando en el camino todos grandes trabajos de hombres, guerras con indios, y otras malas venturas que en estas partes ha habido hasta el dia de hoy en abundancia.

Por el mes de abril del año de 1539 me dió el marqués la provision, y llegué á este valle de Mapocho por el fin del de 540. Luego procuré de venir á hablar á los caciques de la tierra, y con la diligencia que puse en corrersela, creyendo eramos cantidad de cristianos, vinieron los mas de paz, y nos sirvieron cinco ó seis meses bien, y esto hicieron por no perder sus comidas que las tenian en el campo, y en este tiempo nos hicieron nuestras casas de madera y paja en la traza que les di,

en un sitio donde fundé esta ciudad de Santiago del Nuevo Estremo, en nombre de V. M., en este dicho valle como llegué á los 24 de febrero de 1544.

Fundada, y comenzando á poner alguna órden en la tierra, con recelo que los indios habian de hacer lo que han siempre acostumbrado en recojiendo sus comidas, que es alzarse, y conociéndoseles bien en el aviso que tenian de nos contar á todos; y como nos vieron asentar pareciéndoles pocos, habiendo visto los muchos con que el adelantado se volvió, creyendo que de temor dellos, esperaron estos dias á ver si haciamos lo mesmo, y viendo que no, determinaron hacérnoslo hacer por fuerza ó matarnos, y para podernos defender y ofenderlos, en lo que provei primeramente fué en tener mucho aviso en la vela, y en encerrar toda la comida posible; porque ya que hiciesen ruindad, esta no nos faltase; y asi hice recojer tanta que nos bastara para dos años y mas, porque habia en cantidad.

De indios tomados en el camino, cuando vine á esta tierra, supe como Mango Yuga, señor natual del Cuzco, que anda revelado del servicio de V. M., habia enviado á avisar á los caciques della como veniamos, y que si querian nos volviésemos como Almagro, que escondiesen todo el oro, ovejas, ropa, algodon y las comidas; porque como nosotros buscábamos esto, no hallándolo nos tornariamos. Y ellos lo cumplieron tan al pié de la letra, que se comieron las ovejas, que es gente que se da de buen tiempo, y el oro y todo lo demás quemaron, que aun á los propios vestidos no perdonaron, quedándose en carnes, y así han vivido, viven y vivirán hasta que sirvan. Y como con esto estaban bien prevenidos, nos salieron de paz hasta ver si dábamos la vuelta, porque no les destruyésemos las comidas, que las de los años atrás tambien las quemaron, no dejando mas de lo que habian menester hasta la cosecha.

En este medio tiempo, entre los fieros que nos hacian algunos indios que no querian venirnos á servir, nos decian que nos habian de matar á todos, como el hijo de Almagro, que

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