comandante general. Por otra parte, parece que él no vino al Brasil con el título de general: así, dice Manuel Querino, que Labatut era brigadier cuando el Príncipe regente lo nombró jefe del ejército pacificador. Cuanto a las vejaciones de que hablan los historiadores de Colombia, también acá en el Brasil se valió de ellas: el mismo Querino dice que en el rigor tocaba en lo inhumano, y que por cualquier pretexto mandaba fusilar no solo a militares sino a quien quiera que fuese; la benevolencia para las mujeres consistía en que eran azotadas!... (1) También acá fué depuesto, se dice que por causa de una calumnia. Sin embargo, su biógrafo Brígido asegura que «no supo guardar el decoro debido a su causa: deslustróla con una acción innoble: el día 21 de noviem bre de 1822 hizo fusilar 51 cautivos de la provincia de Pirajá». Y agrega: «La brutalidad de Labatut bien mereció los ultrajes y amarguras que le estaban reservados». El Carabaño de acá, que lo depuso, fué el coronel Felisberto Gómez Caldeira, acaso aquel Marqués de Barbacena y nieto del fa (1) Véase el estudio de Manuel Querino, Revista do Institulo geographico e Historico da Bahia, t. XVIII, 1913. moso Felisberto Caldeira que inspiró a Rodrigo Octavio uno de sus más bellos volúme menes. No se rehabilitó en Santa Marta: en cambio el 7 de Abril de 1824 el Imperio le devolvía íntegro su honor militar. Volvió a Bahía y parece que sus amigos quisieron rendir homenaje al triunfador. En el teatro de San Juan fué la apoteosis, y el poeta repentista Moniz Barreto le improvisió el soneto siguiente: Vê, nobre Labatut, contempla o effeito Olha como a Bahia commemora Aqui, consolação beba teu peito! Olha como te afagam os bahianos, Do povo que serviste, abençoado, Murió siendo Mariscal de Campo en el Brasil y Caballero de la Legión de honor francesa, a edad avanzada, el 24 de setiembre de 1849. (') A partir de 1819, él ha debido tener noticias de la figura asombrosa que se definía en el Congreso de Angostura, que acometía la empresa anibalina de vencer los ventisqueros andinos para caer en Boyacá: él ha debido tener noticias de Carabobo, de Junín y de Ayacucho; a su cuartel general debió llegarle la noticia de que el humilde coronel a quien él destinara para el fracaso en Barranca, era el Libertador de los pueblos de América, alma y cerebro que sintetizaron la grandeza heroica de todos los cerebros y de todas las alinas. (1) Véase la misma Revista, año XII, 1905. |