Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Entre bromas i veras, Irisarri hacía un retrato bastante parecido al Henríquez de aquella fecha, si bien es preciso amortiguar los colores subidos i suprimir los rasgos exajerados que emplea para metamorfosearlo en caricatura.

XVI

Camilo Henríquez es nombrado miembro del senado de 1814.— Situación de los belijerantes.-Mediación del comodoro inglés Santiago Hillyar.-Camilo Henríquez firma el acuerdo del director i del senado para la celebración de un tratado con los españoles. Se censura la conducta de Henríquez en esta oca sión.

[ocr errors]

El 11 de marzo de 1814, a las ocho de la noche, entró don Francisco Antonio de la Lastra en la capital; pero solo el 14 tomó posesión del mando, como se ha referido en el capítulo anterior.

El consejero mas escuchado, i según muchos, el inspirador del nuevo gobierno, fue el intendente de Santiago, don Antonio José de Irisarri.

Camilo Henríquez fue nombrado senador. Hé aquí el decreto en que se le confirió el cargo de tal:

«Santiago, 17 de Marzo de 1814.

«A propuesta de la junta de corporaciones, he venido en nombrar para el digno cuerpo del senado consultivo a los beneméritos ciudadanos doctor don José Antonio de Errázuriz, don José Ignacio Cienfuegos, Camilo Henríquez, don José Miguel

Infante, don Manuel Salas, doctor don Gabriel Tocornal i don Francisco Ramón Vicuña.

«Para que tenga efecto, imprímase i circúlese.

«LASTRA>>.

Nótese que en este decreto no se hace preceder el nombre de Camilo Henríquez de la palabra frai o padre que se antepone al de los eclesiásticos regulares, o del don, «tratamiento de que, según un historiador gozaba el último artesano español establecido en Chile, por el solo mérito de haber nacido en España», i que acababa de concederse a los oficiales de un batallón compuesto casi en su totalidad de mulatos.

¿Por qué la supresión de este calificativo?

Mr. Gay dice amenudo en su historia don Camilo Henríquez.

El chantre de la iglesia catedral don José Antonio Errázuriz fue presidente del senado; i el doctor don José Gabriel de Tocornal, secretario.

Poco tiempo después de que don Bernardo O'Higgins sustituyó a don José Miguel Carrera en el mando del ejército chileno, don Gavino Gaínza reemplazó a don Juan Francisco Sánchez en el mando del ejército español.

El nuevo jeneral realista obtuvo por sí, o mas bien por medio de sus lugartenientes, algunas ventajas compensadas por crueles derrotas.

El león había ganado, sin embargo, bastante terreno desde el desembarco de Pareja, sin que los cazadores i su trahilla lograran acorralarlo o espantarlo.

La toma de Talca, Concepción i Talcahuano le había dejado pacífico poseedor de las provincias del sur; pero no podía dar un paso hacia adelante.

Los fusiles, los cañones i las lanzas de los independientes, se lo impedían por completo.

Gaínza aplazaba la conquista de Santiago para la primavera.

La empresa no era tan fácil, como alguno de sus parciales se lo figuraba.

¡La primavera!

Olvidaban que los árboles i las plantas suelen secarse antes de dar fruto cierto.

El viento, el sol, el hombre, el granizo de nieve o el granizo de plomo, han destruído en jermen muchas flores, han tronchado muchas esperanzas, han estinguido muchas vidas.

Don Bernardo O'Higgins, que oponía a su marcha un muro de acero, habría podido hacer que retardara su orgulloso intento hasta las calendas griegas.

El virrei de Lima Abascal pretendía que el ejército español se hallaba en un pie brillante, i que caminaba a una victoria segura.

El director supremo de Chile Lastra sostenía que el ejército patriota era superior al español por muchos motivos, i que pronto haría morder el polvo a los invasores.

¿Quién decía la verdad?

No habiéndose dado la batalla decisiva, cada cual tuvo ancho espacio para construír sobre arena o sobre el aire sus hipótesis o sus imajinaciones.

Don Francisco Antonio de Lastra terminaba en esta forma una Memoria sobre el estado actual de la guerra i la necesidad de concluírla, publicada el 5 de abril de 1814:

«Ciudadanos: ¿qué se dirá de nosotros si, a la vista de tantos recursos, abrigamos un temor pe

« AnteriorContinuar »