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Ni los tribunales ni el Gobierno han cerrado sus oidos al titulado Conde de San Isidro, quien ha podido, si en forma hubiera presentado sus gestiones cstener plena justicia en el caso de estar asistido de ella.

Algunas otras aseveraciones hace el Sr. Mazarredo para captarse las simpatia, de los lectores de su manifiesto; pero todas están ya fuera del alcance del Gobierno que no puede ni debe ocuparse de aislados é infundados dichos sin el mas lij ero y, so de legalidad.

Lo expuesto hasta aquí, en contestacion á los cargos del agente, examinados, no sin dificultad por el modo como han sido presentados, basta para llenar una exijencia tan recomendada por la dignidad de la Nacion y de su Gobierno.

Generoso, por demas, ha sido el Perú, durante su independencia, con todos los españoles, y en esto no se equivoca el Sr. Comisario; pero esa generosidad no supone la indiferencia de sus derechos, ni envuelve la idea de sacrificar su decoro por complacer en sus caprichos á algunos súbditos de la Península que quieren especular mediante reparaciones indebidas, con los caudales y riquezas nacionales. No son los hombres públicos de la República los únicos que se resisten á suscribir pretensiones de mal carácter:-el Perú entero las rechaza porque celozo de sus fueros, no consiente jamas en ser deprimido, ni humillado. Vea el Sr. Mazarredo, en testimonio de esta asercion, el entusiasmo con que el pueblo enterose levanta contra las demasias de su escuadra:-vea que ese decantado amor de los ciudadanos á los hijos de Castilla, se convierte en ódio contra los que quieren renovar los aciagos episodios de la conquista:-vea, para vergüenza y oprobio del atroz atentado del catorce del actual, qui ni nacionales ni extranjeros escasean sacrificios para recobrar las riquezas usurpadas y para defenderse de los ataques contra la independencia, si fuera como no es de creerse, amenazada euando menos se pensase.

El Sr. Mazarredo ha merecido la respuesta de su manifiesto de un pueblo ilustrado que aprecia su dignidad en lo que efectivamente vale; pero el Sr. Mazarredo como escritor de la "Epoca" y como Comisario, no ha sido nada feliz en su doble carácter. Pronto, muy pronto está recojiendo amargas y tristes decepciones; y los hombres que acojió antes y despues de su nombramiento, no son los mas aparentes, por cierto, para dar informes exactos sobre el pais. Que goce en buena hora de la posesion de las islas guaneras, tomadas con violencia cuando se descansaba en esa lealtad española que alguna vez ha sido tan severa y estrictamente observada; pero sépase que entre el Perú y su Gobierno hay solidaridad de sentimientos: que el uno, lo mismo que el otro, se arinan para defenderse, para revindicar la propiedad nacional arrebatada, y para llevar sus deseos patrióticos y sus esfuerzos hasta donde los llevaron nuestros padres, cuando sus adversarios salieron â ocultarse lejos de esta tierra, despues del vencimiento.

El Sr. Mazarredo que tomó de su Gobierno el encargo de representarlo en el Perú, era el menos aparente para llenar una comision de tan valiosos y hasta complejos intereses. Mal informado, ó mejor dicho, fuertemente prevenido contra el pais:-escritor muy virulento contra los derechos de America, carecia de aquella alina reflexiva de que debe estar dotado todo negociador de grandes ó pequeñas cuestiones. Con amistades peligrosas, porque sabido es que ha estado en estrecha y perfecta comunicacion con españoles mal recibidos en la sociedad, acojia sus inspiracionos con entera confianza, y rechazaba las insinuaciones de muchos compatriotas suyos, testigos oculares y objeto mismo de nuestra benevolencia para con todos ellos. En el manifiesto reboza la adnimadversion de su autor para con los peruanos y conmemora hechos y compulsa documentos, no con la sangre fria y con la prudenciu anexa á su carácter elevado, sino con el mas notable desenfado y con una animosidad indigna de quien hace alarde de ser el gestor de derechos vulnerados. Su mision tenia un fin importantísimo que no se malogrará,si esa España tan sensata ahora, como antes, desaprueba y condena severamente el atentado de su enviaEl Gobierno Peruano pronto estuvo á reconocerlo en un carácter confidencial; y diúle, por el órgano de su Ministro de Relaciones Exteriores, una explicacion que

do.

conducia á entenderse y allanar ciertas dificultades de pundonor nacional que era preciso, indispensable consultar, Bien sabia el que llevaba la cartera delicada de los negocios internacionales que el Sr. Mazarredo no podia cambiar nunca el título que traía y le habia conferido su Gobierno:-bien sabia que si las intenciones del Comisario no eran sinceras ni cordiales, la nota comedida que se le pasó el dia primero del actual, descubría todo lo que de él y de su sagacidad podia prometerse el Gabinete. Un medio habia para comenzar á negociar sin que el Perú y España sufrie sen detrimento en su honra, y ese medio fué insinuado por el Ministerio. Una discusion tranquila, por escrito ó de palabra, nos habria llevado, sin remedio, á tan plausible resultado. No lo ha querido de este modo para desgracia de él, de su patria y de la nuestra; pero dia llegará, y no muy tarde, en que su conducta sea examinada á la luz de una crítica desapasionada.

Los comisarios son admitidos en el Derecho de Gentes, no ahora sino desde muy antiguo; pero tales funcionarios, segun la opinion unánime de los tratadistas y las reglas mismas del derecho consuetudinario, no pueden jamas ejercer misiones como la que el Sr. Mazarredo traía cerca de este Gobierno. Entre dos naciones, cuyas buenas relaciones son indisputables, se celebran tratados, si se quiere, por me ddio de Comisarios; pero nunca sucede lo mismo, cuando esas relaciones no están claramente definidas. Los Comisarios se encargan de arreglos sobre límites, liquidaciones de cuentas y algunos asuntos de semejante ó igual naturaleza; esto es lo usual y aceptado entre los gobiernos y esto lo que no ofrece, ni puede presentar dificultades de ninguna especie. Para las reclamaciones en forma de un Gobierno cerca de otro, para fijar bases ó concertar los puntos de un pacto, sea cual fuere su carácter, se necesita indispensablemente una personería distinta de la de Comisario, porque de otra manera se hieren susceptibilidades nacionales y reciprocas que malogran de seguro las negociaciones. Tan convencido estuvo de estos principios el mismo gobierno español, que para definir asuntos de menos gravedad, sin duda, que los sometidos actualmente al señor Mazarredo, nombró Agente Confidencial al Sr. Tavira.

Sea bajo una faz histórica ó bajo un aspecto puramente diplomático, la cues tion está favorecida del lado del Perú por autoridades competentes y respetables, que si no fuera ageno de las circunstancias, citaríanse para acreditar que este Gobierno no ha procedido ni caprichosa ni deslealmente. Y para obrar asi, lo estimulaba mas que todo la conciencia que tenía de que la aceptacion llana del título de "Comisario" atribuido al señor Mazarredo, como adoptado otras veces por las que fueron Colonias de la España, habría envuelto algo de vergonzoso y algo de injusti ficable timidéz; y tan cierto es esto, que en la declaracion que, en union del General Pinzon, hace el señor Mazarredo acerca de la posesion de las islas guaneras, se llama Comisario de España en el Perú y no cerca del Gobierno del Perú. Todos los derechos y todos los intereses procuró el Ministerio conciliar perfectamente; pero la disposicion genial del Enviado no era la mas aparente para la discusion y el razonamiento mesurado. El mismo conflicto se habria realizado si se le hubiese recibido sin contradiccion alguna: de la exposicion de su encargo y de sus exigencias mismas, ninguna exenta, de exajeracion, hubiesen sin remedio surjido las diferencias que ahora se deploran; y nuestras propiedades y nuestros derechos conculcados.habrían pasado a las manos de un estraño de la manera aleve que ahora se ha verificado. Entonces si, que á la defraudacion de la riqueza nacional, se habria agregado la humillacion del país, cuya dignidad resplance ahora tanto, cuanto se presentan desleales y menguados sus enemigos y detentadores de sus bienes.

El tratado ajustado en España por el señor D. Joaquin de Osma, fué desaprobado por el Gobierno del Perú, no sin razones suficientes que lo autorizaran. Los tratados están sujetos á las ratificaciones de los gobiernos; y en el Perú, pais sometido á las formas constitucionales, necesita ademas de la aprobacion del Congreso. Nada de extraordinario ni de inusitado tuvo la conducta del gabinete de entonces que, no conformándose con algunas condiciones de ese pacto, las observó. y dirijić

á su Ministro, por notas de 25 de Noviembro y 12 de Diciembre de 1853, las ins trucciones correspondientes. No conviene entrar en apreciaciones que ya se hicieron con el mejor resultado sobre algunas de las cláusulas esenciales del tratado de esa época, por que sería, sobre la extemporaneidad del asunto, remover cuestiones agenas de la materia ruidosa de que está tratándose al presente.

Lo que hizo el señor Paz-Soldan, persona tan competente en materias de derecho público, nada tenia de erróneo, ni de ofensivo al gabinete de Madrid. La nota que escribió á nuestro Ministro Plenipotenciario es un documento luminoso en que están expuestos hechos y principios con tanta presicion que ellos bastan, á su simple lectura, para manifestar la justicia del Gobierno y de la nacion de cuyos altos intereses se trataba: si ella no tuvo efecto, nuestra no fué la culpa, porque esa comunicacion era una nueva instruccion, ó como tal podía estimarse, para proceder á la apertura de las conferencias diplomáticas.

No puede confirmarse el hecho que refiere el señor Mazarredo sobre la publicacion de la consabida nota ministerial; pera cuando asi fuera, ninguna responsabilidad asume el Gobierno por esta circunstancia. Se dijo al señor Ministro peruano lo conveniente, y con esta medida se llenaron las exigencias diplomáticas y se llenó un deber, sin que hubiese necesidad de notificaciones de ninguna otra especie, ni de declaratorias sobre un pacto imperfecto, puesto que no podia ser ni considerarse de otra manera que como un simple proyecto de tratado.

El Perú, sin embargo, cuando las condiciones de su administracion interior se lo permitieron, siguiendo la política liberal y eminentemente benevola que siempre ha ostentado en sus relaciones iuternacionales, excojitó un medio para salvar las dificultades que nos tenian con España en cierta sensible interdiccion. Nombró al señor Galvez con este motivo, Ministro Plenipotenciario cerca del Gobierno Español, y este nombramiento nuevo importaba el retiro de su antecesor. Las formas tampoco han sido como se afirma, lastimadas en este procedimiento que mucho tiene de franco y mucho revela nuestras tendencias á arreglarnos con España. Y estos deseos, y estos pasos tan desinteresados y tan nobles no eran dados á impulso de ningun interés nacional que tuviera carácter de egoismo.

La independencia del Perú es una realidad desde hace cuarenta años y las naciones todas, desde las mas poderosas hasta las mas pequeñas, la han reconocido de una manera tan solemne como esplicita. La España, si bien no lo ha dicho categóricamente, ha mantenido relaciones con el Gobierno nacional, ha dado á su Ministro de Estado el tratamiento que los usos universales le atribuyen y la personalidad política del Perú ha sido, con este proceder, evidentemente aceptada. En un tratado iba á buscarse el perfeccionamiento de este estado de cosas:~ -iba á acreditarse la buena fé de nuestro Gobierno y á robustecerse esos lazos entre padres é hijos, que fortuitos accidentes no habian permitido reanudar en forma y en convenciones expresas.

Los tratados no son obligatorios sino cuando se consulta la espontaneidad y la libre decision de las dos partes contratantes. De no obrar así, dejarian de ser lo que por el derecho público están llamados á representar;y muy malos efectos producirían esos pactos arrancados por la coaccion ó por la presion moral que uno de los gobiernos quisiera ejercer ó de veras ejerciese sobre el otro con quien estipulára algana convencion.

El Perú, merced á su leal proceder, no tiene nada de que arrepentirse en esta materia tan delicada y tan honrosa por parte nuestra. Ahora mismo, haciendo jus ticia al Gobierno actual de la Península, crée el del Perú que la conducta de su agente será desaprobada, y que esta nacion tan escandalosa como alevemente injuriada será reparada en su honra para no cerrar por mucho tiempo el camino de la reconciliacion.

El señor Mazarredo ha ulcerado los corazones de todos los peruanos con su célebre Exposicion que seria una valla colocada entre los dos paises, si no se abrigá ra la fundada confianza de que ese caballero, titulado por sí mismo el representante

de la "España moderna," encontrará en sus mismos compatriotas que no han olvidado la tradicional hidalguía de la antigua y verdadera España, la mas amarga censura de sns actos. El ha tratado de enconar llagas que ya el tiempo habia cicatrizado;-él ha insultado, no solo al Gobierno, sino á la nacion entera de un modo que formará época en los anales de las aberraciones humanas. Muy templados han side nuestros actos y muy prudentes nuestros funcionarios cuando han sufrido los desmanes de los que formaban el círculo del señor Mazarredo, de aquellos de quienes exijía falsos datos é imposturas que aceptaba como sucesos reales y efectivos. No se retractan de esta prudencia por que, por ella se han conquistado la benevo lencia universal y las miradas del mundo sensato que advierte en toda la Exposi cion del señor Mazarredo un bosquejo claro de su carácter y apasionamiento.

No merecen la pena de analizarse otras circunstancias del manifiesto, porque ellas, mas que narracion de motivos justificativos de la conducta de sus actos, son alusiones personales que de otra manera extraoficial merecen ser respondidas con la moderacion que distingue todos los rasgos del Perú. Mas no pueden dejarse en absoluto olvido algunas voluntarias equivocaciones que atañen á la honra del pais. Sea entre otras la de que la victoria de Ayacucho no fué apellidada tal, sino por sus resultados, cuando contemporáneos y la historia que comienza para los sucesos de la epoca de la independencia, han valorizado esa jornada por sus efectos militares y por sus resultados políticos.

Los ejércitos peruanos son admirados por su disciplina, por su moralidad, por el sufrimiento en las privaciones de la vidamarcial y por la ejecucion de las operaciones mas dificiles y arriesgadas; y no es extraño que ellos, al hacer el esfuerzo supremo en el combate mas notable de los tiempos modernos, pudiesen alcanzar un triunfo que completó la libertad, no de una sola República, sino de todas las del continente. Aunque colombianas fuesen las tropas que auxiliaron á nuestros cuerpos en la lid, esta circunstancia no menoscaba la gloria de éstos, como no lo atenía el que fuera venezolano el esclarecido General Sucre á quien cupo la suerte de dirgiir tan brillante hecho de armas. Al lado de esa gran figura americana, habia otras de la misma talla que pertenecían al Perú. Lamar y Gamarra son hombres épicos cuyas acciones durarán tanto cuanto tienen que conservarse los recuerdos imperecederos de la revolucion. Si las fuerzas españolas sucumbieron, fué, no por la calidad ni por la procedencia de ellas, sino porque tuvieron que ceder al impulso de una ley irrevocable, de una necesidad, que no podia satisfacerse sino por la feliz conquista de un derecho: tambien contribuirían à esté resultado, inesperado para ellas mismas, la falta de inteligencia y el desacuerdo que reinaba entre las tropas que sostenían el imperio fatal del coloniage.

En el prurito de reunir cargos contra el Perú, se habla de la circular que el Gobierno Peruano dirigió á los demas del continente con motivo de la anexión de la República Dominicana á la corona de Castilla;-se califica este acto como de patente hostilidad y se hacen otras alusiones con el fin de presentarnos al mundo como gratuitos enemigos de la España. No hay ni latente razon para increparnos esta conducta, desde que, menos por mezclarnos en asuntos enteramente estraños, que por ponernos á cubierto de ulteriores emerjencias, se tomó la iniciativa para una alianza puramente precautoria. No puede entrarse en consideraciones de otra esfera, relativamente á este ruidoso acontecimiento, porque sería fomentar discusiones agenas de las circunstancias y tal vez un motivo, aunque infundado, para creernos interesados en provocar desconfianzas contra la Península.

La defensa propia y las medidas de precaucion no son jamas reputadas como hostilidades manifiestas y gratuitas, cuando pueblos de pequeña consideracion se ven expuestos y se convocan para estrecharse mas, y para prestarse en beneficio comun sus recursos, sus esfuerzos y sacrificios. Presindese de las razones que la España tuvo en cuenta para la toma de posesion de la Isla mencionada; pero no puede prescindirse de inculcar que cuando formuló su protesta el Gobierno Peruano hizo uso de su derecho. No fué, pues, provocacion, ni auxilios, ni intervencion

en la cuestion dominicana lo que dispensó el Gobierno cuando circuló su oficio de 24 de Agosto de 1861, sino un acto de prevision que inducía á promover la union del continente, no para ofender y buscar aventuras en lejanas tieras, sino para evitar sucesos que pudieran comprometer su autonomía.

Cuando el Honorable Señor Encargado de Negocios de Francia D. Edmundo de Lesseps, participó que estaba encargado de las reclamacioues de algunos súbditos de S. M. C., el Gobierno, teniendo en cuenta los muchos y graves inconvenientes que casi siempre trae consigo un doble encargo diplomático, manifestó á aquel funcionario, que las negociaciones que se entablasen sobre asuntos españoles, serian incompletas, y á su juicio inútiles y aun perjudiciales, puesto que en el curso de' ellas, podrian sufrir algun detrimento las relaciones del Perú con el Gobierno Imperial, en el inesperado, pero posible caso, de no mirarse por ambos negociadores las cuestiones españolas bajo un mismo punto de vista. Nada habia de inusitado en esto, ni nada de hostil, si se tiene en cuenta, ademas de lo expuesto, las circunstancias muy excepcionales y el género mal definido de las relaciones existentes entre el Perú y la España.

Ya podría darse por concluido este manifiesto habiéndose en conjunto tomado los argumentos del Sr. Mazarredo empleados en el suyo y destruídolos, tanto en el sentido moral, como en el sentido histórico y politico; pero quedarían pendientes algunas reflexiones harto sérias que fluyen de la naturaleza de los últimos aconteci

mientos.

Esperando la contestacion à una nota comedida que este Ministerio formuló é hizo poner en las manos del Sr. Comisario, cuando nas confianza se tenia en la lealtad española, tan descantada ahora mas que nunca, se pasó por ese alto funcio nario al Ministro de Relaciones Exteriores una comunicacion y el "Memorandum" que se contesta,piezas ambas, donde canpean á la vez el insulto, los errores y la calumnia; y para hacer resaltar mas todavia este hecho, inolvidable para el Perú, se esperó que el despacho oficial de ese dia estuviese concluido, y estonces, horas antes de la salida del vapor y cuando ya estaba ausente el señor Mazarredo, se entregaron al Ministro tanto el uno como el otro documento, circunstancia que impresionó no poco al Gobierno y que indujo al Gabinete entero á tomar una actitud dis-` tinta de la que habia asumido hasta esos momentos malhadados.

Mas esta descortesía combinada con la irrespetuosidad á las autoridades nacionales, no era sino el preliminar de otro atentado, quizás sin ejemplo en los fastos de los abusos de la fuerza.

La escuadrá de España en el Pacífico al mando de su Almirante Pinzon ha arrancado al Perú su propiedad,violando los derechos de la guerra, atacando las leyes universales que garantizan los bienes agenos y estableciendo principios que mas tarde refluirán en contra de la nacion, cuyos indiscretos agentes los han empleado con mengua de la civilizacion y de la justicia. Ved aquí, pues, consumado un plan que, por su alevosia, merece la reprobacion de todas las naciones cultas, plan desnudo hasta de las ligeras apariencias legales que desfiguren su deformidad, plan preconcebido entre el valiente marino y el habil diplomático que lo acompaña en sus excursiones navales, para estrecharnos á la celebracion de un tratado que dé el mismo resultado de quitarnos las islas guaneras por las vías de las negociaciones. Se equivocan en esto entre ambos personajes: ni las islas serán usurpadas perpetuamente, ni se celebrará pacto alguno que no sea conforme con la dignidad nacional, con las reglas del derecho público y consultando la reciprocidad, sin la cual no pue de haber nunca convencion estable y duradera.

La España tiene ante el mundo una responsabilidad moral de altísima significacion y la tiene igualmente ante la posteridad que examinará sus actos y los de sus tenientes con la filosofia de la justicia, que es uua filosofia inapelable y de terribles consecuencias. Los señores Mazarredo y Pinzon han revindicado, á nombre de su patria, unas islas valiosas que pertenecen á una nacion independiente, contada en la comunidad de las demas, y que ha sido generalmente reconocida en la plenitud.

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