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sia de Plasencia en España, que con tanta razon celebra el mismo Alfonso de Acevedo (14).

En fin, ¿qué confirmacion mas oportuna de todas las constituciones de esta especie, y del sumo interés que tiene la Iglesia, en que sus ministros se crien entre el gobierno particular de cada uno de los templos que el establecimiento de los seminarios diocesanos que tan apretadamente se . encarga por el mismo Concilio Tridentino, señalando desde luego los fondos que deben servir á su dote y fundacion, para que de esta manera no falten jóvenes instruidos en el servicio de la Iglesia, y pueda proveerse esta de útiles ministros (15)?

Ademas del objeto de este edicto importantísimo á la patria y á la Iglesia; no alcanzamos porque camino pueda herir à la corte Romana su publicacion, ni su cumplimiento efectivo. Sus facultades, prescindiendo ahora del origen de las reservas tan perjudiciales á las nativas autoridades de los Obispos en la colacion de beneficios, quedan espeditas, sin la menor novedad, y con bastante estension en los naturales de Parma, para templarse, mediante un uso y ejercicio mas conforme à las circunstancias que desean los cánones en los provistos. Ultimamente ignoramos que estos estatutos, costumbres ó derechos de los Reinos se puedan reprobar por las leyes eclesiásticas; antes bien los mismos autores mas adictos á las máximas de la Curia, nos aseguran lo contrario (16). Limitan á la verdad los arbitrios de los curiales que quisieran gozar beneficios en Parma: mas no se sigue de aquí ofensa de los derechos del santuario; antes las provisiones eclesiásticas se acercan por este medio á la primitiva obsérvancia de la Iglesia.

La circunstancia que contiene este edicto, de que preceda indispensablemente, para impetrar en Roma los subditos de Parma cualquiera especie de beneficio, noticia del Soberano, tampoco ofende los derechos que pretenda tener la silla Apostólica en este punto.

Es una prevencion oportunísima, para libertar á la misma Santa Sede de molestas y falsas relaciones; y en una palabra de todos los artificios que sabe usa el afan de ad

quirir pretender en algunos. Bien se dejan entender los males que inevitablemente reciben las Iglesias, cuando por otros medios reprobados logran las personas faltas de mérito, ocupar las rentas que deben servir al premio de la virtud y del servicio de la Iglesia. Estos fines, como tan justos, no los puede llevar á mal su suprema cabeza en manera alguna (17). Mejor y mas útil es que los beneficios se confieran con agrado y noticia del Soberano, que dar lugar á la retencion de las bulas que vengan sin este requisito. La retencion se puede hacer, aunque los provistos sean Obispos, siéndole sospechosos, como lo sientan gravísimos doctores, y lo tiene admitido la práctica diaria (18).

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NOTAS

DEL PARRAFO PRECEDENTE.

1. Cap. Hortamur &, dist. 71, Ecclesiis à vobis fundatis aliunde veniens clericus non suscipiatur: cap. Buna 2, §. fin. de Postulat. prælat. Non poteramus salva conscientia, eidem Ecclesia in alia persona, quam de Regno Ungariæ originem duceret, congruè provide re, nec vellemus ei proficere; et cap. Nemirem, dist. 70, cap. ultim. de cleric. peregr.

2. Leg. 1. In Ecclesiis, Cod. de Episcop. et cleric. Leg. un Cod. non licere habita metropol.

3. Prophetam suscitabo de medio fratrum suorum. Deuteron. cap. 18.

4. D. Salgad. de Suplicat. part. 1, cap. 4, D. Covarrub. Practicar. cap. 35, num. 5, D. Salced. de Leg polit., cap. 9.

5. Acevedo in dict. leg., num. 7, ibi: Ex quibus omnibus rectè sequitur nullibi gentium, maximè in hoc Regno, alienigenas posse obtinere beneficia Ecclesiastica. Omninò videndus.

6. 9. Salgad. de suplicat., part. 1, cap. 4, per totum. D, Salcedo de Leg. polit., cap. 10, et generaliter, qui de hoc materia scripsere. 7. Gonz. in reg. 8. Cauc. glos. 1, proæm. num. 25.

8. Reg. 20, Cancell. de Idiomate, ibi: Item voluit, quod si contingat tam in Curia, quam extra alicui persona de Parrochiali Ecclesia, vel quovis alio beneficio exercitium curæ animorum Parrochianorum quomodolibet habente, provideri; nisi ipsa persona intelligat, et intelligibiliter loqui sciat idioma loei, ubi Ecclesia, vel be. neficium hujusmodi consistit, provisio, seu mandatum, et gratia de super quoad parrochialem Ecclesiam, vel beneficium hujusmodi, nullius sint roboris vel momenti. Vid. Riganti, tom. 2, pag. 259, edit. Colon, Allobrog.

9. Referuntur adamussim à D. Petro de Ulloa in illustratione ad Forum Sobrarbiæ (nota 68).

10. Zurita Anal. de Aragon, lib. 6, cap. 6. Y porque el Rey ca tólico no quiso recibir al Obispo de Arecio, que venia a España por su nuncio, con solo ocasion que era Florentino. Véase á Narciso de Peralta, tratado de la potestad secular en los eclesiásticos, cap. 11, que al número 7 trae este caso del Obispo de Arecio.

11. D. Covarr. Praet., cap. 35, num. 5, secundo ad notandum est jus hoc, quod Castellanus hic Principatus, et Regia obtinet respublica, ne dentur Ecclesiastica beneficia exteris, non tantum procedere a concesione Romanorum Pontificum præscriptione, et

usu immemorialis::::: Sed et à maxima, et evidenti regiminis spiritualis, et ecclesiastici utilitate, ita quidem, ut ex contrario usu, et praxi plures contingant Ecclesiarum ministerio calamitatis, quarum si certam habuerit suminus Christi vicarius cognitionem, dubio procul pro illius supremæ dignitatis, quam summus totius Ecclesiæ Pastor, et rector obtinet, integritate, justitia, et divini cultus zelo tantis, et tot malis medelam adhibebit.

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12. D. Covarrub. ubi suprà: Undè Santissimum esset, et reipublicæ consultissimum, quod summus Ecclesiæ Pontifex, aut OEcumenica Synodus sanciret, ut omnia cujuscumque diœcesis beneficia, saltem curam animarum habentia, patrimonialia efficerentur, atque non reciperentur, nisi cives, vel qui inde sunt oriundi. Quod in Concilio Tridentino summo omnium consensu consultatum fuisse, testis est Dominicus Soto, lib. 3, de Just, et Jur., quaest. 6, art. 2, p. 258. 13. Concil Valentin., can. 7.

14. Aceved. ad leges 14, et 25, tit, 3, lib. 1 de la Recopilacion, num. 8.

15. Concil. Trident., ses. 23 de reformat., cap. 18, Concil. 4 Tolet., cap 23, Concil. Aquisgran, cap. 135, Concil. Lateranens, sub Leo 10, ses. 9, de reformat. Curiæ, et aliorum.

16. Azor in Institutionibus: Moral. part. 2, lib. 6, cap. 4, quæst. 25, vers. Deinde cum alienigenæ, ibi: Hinc est quod statutis et legibus Principum et Reguum exteri, et alienigena penitus excludantur à beneficiis in Regno, provintia vel urbe institutis quæ, leges jure canonico permittuntur, nec improbantur.

17. D. Salgado de Supplicat. part. 1, cap. 4, num. 76, et innumeris is locis.

18. Narciso de Peralta dict. Traet., cap. 11, sign., num. 8, D. Salgado, de Suppl. ad Sanctis, cap. 2, part. 4, num. 50, ibi: Rectè conducunt illi omnes doctores, sinè contradictione probantes, posse Principem sæcularem non admittere a Sede Apostolica, aliter sic provissum, seu electum, si sit persona sibi suscepta, de, qua non possit confidere, ne fortè revelet adversariis arcana, et secreta sui Regni. Ergo ubi concurrit similis illi causa justa contra reipublicæ utilitatem, aut cum scandalo, illorum litteræ provi sionis licitè (reverenter tamen), retineri possunt.

# de

S

SECCION IX..

Tandem ne qu elibet scriptura, mandatum, epistola, sententia, decretum, bulla, breve, aut alia provisio, que ab Apostolica Sede emanaverit exequi ullo pacto possit in eisdem ducatibus, nisi impetrato exequatur, ut vocant, à sæculari potestate.

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S. I.

ni admite

El genio de la Soberanía es escrupuloso compañía suprema en el mando, ni debe permitir acto esterno en el Reino que no examine y reconozca. Cualquiera omision en este asunto seria, ó un comprometimiento de la Soberana autoridad, ó un descuido que pudiese producir la ruina, ó la turbacion del estado, cuando menos se pensase, si en mano de los curiales estuviese introducir providencias, monitorios é innovaciones sin ser vistas antes en un tribunal acreedor de la confianza del Soberano.

Por esta razon los príncipes celosos de la potestad que han recibido del Omnipotente, no han consentido jamás (no obstante su reverencia á la silla Apostólica), la publicacion de bulas, rescriptos ó breves de cualquier género que sean, sin que primero se examinen por sus magistrados con aquellas formalidades que piden las leyes de cada pais.

Disputar al señor Infante duquè de Parma esta regalía, es hacer á las claras ofensa á su Soberania.

Bastaba traer al medio el dictámen universal de las gentes sobre este asunto, para convencer el derecho de los Soberanos, sobre que sin su noticia, no se divulguen, ni publiquen en sus dominios los actos de otra potestad. Con razon juzgaba Ciceron que el consentimiento universal de las gentes forma una especie de ley natural, secundaria á lo menos (1). A la verdad, no puede negarse que la voz casi comun de los vivientes forma un cuerpo general de sus le

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