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caso debe tener la conviccion de que un triunfo, próximo o lejano, es posible.

Me parece que esta es la verdad acerca de la participacion del hombre en la direccion de los sucesos, pretendan lo que pretendan ciertas teorías que deslumbran por la elocuencia o la dialéctica de sus autores.

La enseñanza de los hechos es la que acabo de esponer en pobre i rastrera prosa.

Ella nos manifiesta que el hombre no debe alucinarse con que todo es posible i fácil a despecho de los obstáculos de la naturaleza i de la sociedad; pero que tampoco debe desanimarse considerandose impotente para influir de un modo inmediato o mediato, próximo o remoto, en la suerte de sus semejantes.

Frecuentemente tendrá que afrontar una lucha penosa, pero jamas debe perder la esperanza de que al fin de la lucha pueda estar la victoria.

VII.

El convencimiento que el linaje humano tiene de esta verdad de hecho, que algunos pensadores, impulsados por el espíritu de paradoja, o cegados por un razonamiento quimérico, se esfuerzan por negar u oscurecer, es el que hace que venere la memoria de sus benefactores, que deposite coronas sobre sus tumbas, que erija monumentos en su honor, que encargue a la poesía o a la historia el elojio de sus hazañas o virtudes, para que otros imiten su ejemplo i continúen su obra.

Hasta ahora no tengo noticia de pueblo que no haya atribuido a algunos de sus individuos una parte mas o ménos activa en los progresos que ha alcanzado.

Pero quizá no hai historia que suministre pruebas tan convincentes como la de América para demostrar la influencia humana sobre los acontecimientos.

Efectivamente, ella pone en escena a varias sociedades de civilizacion enteramente análoga, establecidas en comarcas mui diferentes por las peculiaridades físicas.

Esas sociedades, fruto de la revolucion de la independencia, han sucedido a otra que estaba basada sobre creencias i principios diametralmente opuestos.

Así estas son dos demostraciones prácticas de la falsedad de los sistemas que atribuyen a las influencias físicas i sociales un predominio absoluto e inevitable en la condicion de los pueblos.

Los autores i promotores de la revolucion americana se habian formado una idea justa del poder del hombre. No despreciaban el imperio de las causas jenerales, físicas o sociales; pero tampoco las consideraban indirijibles.

Habian concebido cuál era la verdadera teoría en esta importante materia.

Por eso tuvieron brios para combatir contra tantos obstáculos.

Por eso obraron convencidos de que los individuos podian impulsar las sociedades hacia un término dado.

La grande empresa que llevaron a cabo fué a su vez una elocuente confirmacion de la teoría.

VIII.

El pensador mas hábil i audaz de la revolucion chilena, el escritor eminente que el primero por la prensa en este país difundió las nuevas doctrinas,

suministró en su persona un ejemplo notable de lo que puede la enerjía individual para sobreponerse a las preocupaciones mas arraigadas, i fué al mismo tiempo uno de los mas calorosos apóstoles de esta verdad tan fecunda en provechosos resultados. Aludo a Camilo Henríquez.

A medida que los años van trascurriendo, va tambien apareciendo su noble figura sobre un pedestal mas alto i magnífico.

Vivió i murió pobre, sin otro caudal que algunos libros, sin otro instrumento de grandeza que una pluma.

Su existencia humilde no tuvo ni las consideraciones de la opulencia ni el prestijio del poder. Pero Camilo Henríquez fué el redactor de la Aurora.

Esa es su gloria inmarcesible.

Ese es el mérito que a proporcion que la distancia del tiempo nos permite juzgar mejor los sucesos i los hombres, va enalteciéndole sobre tantos otros de sus contemporáneos en su época mas aplaudidos que él, mas acatados, mas recompensados.

La Aurora, el primer periódico que apareció en este país, contiene en sus columnas las ideas que fomentaron la revolucion chilena, que trasformaron desde sus cimientos nuestra sociedad, que nos han hecho lo que somos.

¿Dónde las habia aprendido Camilo Henríquez? Habia nacido en la segunda mitad del siglo pasado en la ciudad de Valdivia, entónces una de las poblaciones mas atrasadas del atrasado Chile.

Se habia educado en Lima en un convento de frailes, cuyo hábito habia tomado.

I sin embargo, salió del claustro un filósofo que rechazaba las creencias segun las cuales era dirijida la sociedad colonial.

Bajo la capucha monacal se ocultaba una cabeza en que bullian las ideas de los libres pensadores franceses.

Era aquel un ejemplo en carne i hueso de como un individuo a despecho de todas las dificultades imajinables puede emanciparse de la ignorancia i del error que le asedian por todas partes.

El hombre que habia visto operarse en sí mismo una revolucion tan estraordinaria no podia dudar de que ella fuese posible en la sociedad.

Fué esto lo que Camilo Henríquez emprendió manifestar en las columnas de la Aurora.

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El territorio de Chile estaba ocupado por una poblacion escasa, ignorante, pobre, esclavizada, privada de toda especie de goces.

¿Qué le impedia ser numerosa, instruida, rica, libre, dotada de todos los beneficios de la civilizacion? No la naturaleza, respondia Henríquez, que se ha mostrado pródiga con este suelo concediéndole un clima delicioso i benigno, adecuado para todas las producciones de la Europa, i guardando tesoros de riquezas en las entrañas de sus montes.

Camilo Henríquez oponia de este modo a la teoría del predominio absoluto de las influencias físicas una refutacion deducida del ningun aprovechamiento que el hombre por su culpa sacaba en Chile de las ventajas naturales.

Aquí teneis, decia, una comarca a la cual Dios parece haberlo otorgado todo, i que sin embargo permanece estéril i miserable.

Las causas de tanto i tan vituperable atraso, agregaba el redactor de la Aurora, son las instituciones viciosas, los malos hábitos, la ignorancia, la indolencia.

Todo eso es difícil de correjir, pero de ninguna manera imposible.

"Veamos si podemos levantarnos del polvo" esclamaba aplicando al caso unos versos de la Eneida.

"Los hombres se forman. Los árboles de una misma especie varían por la diversa cultura que reciben. Pero el dar la razon de los acontecimientos tristes ni consuela, ni debe lisonjear la incuria i la desidia: ántes debe ya crecer la actividad a proporcion de la grandeza i gravedad de las causas infaustas cuya influencia hai que destruir" (1).

"La libertad tiene que vencer muchos obstáculos, i que atravesar mui densas tinieblas; pero las tinieblas se disipan con las luces, i los obstáculos se superan con la fuerza i la prudencia, la actividad i la constancia" (2).

Nihil desperandum era el frecuente grito de guerra, el Santiago i cierra España, que el redactor de la Aurora lanzaba repetidamente para animarse a sí mismo i a sus lectores en la tremenda lucha que habia acometido contra la armazon colonial levantada en el nuevo mundo por Felipe II i la inquisicion.

I la reforma que Camilo Henríquez deseaba que se realizara no era parcial, sino total; era una reforma que lo abrazaba todo, desde la disciplina de los hospitales hasta la educacion pública, desde el cultivo de los campos i el laboreo de las minas hasta la civilizacion de los araucanos, desde el aseo de las calles hasta la organizacion del gobierno.

Escribiendo en cierta ocasion sobre la conveniencia de convertir el inmundo basural de la Cañada de Santiago en un delicioso i saludable paseo, decia: "Yo tengo razones para no proponer el plantío del

(') Aurora de Chile, fecha 24 de setiembre de 1812, tomo 1, núm. 38. (2) Aurora de Chile, fecha 7 de enero de 1813, tomo 2, núm. 1.

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