Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que con la mayor cautela buscasen, i con la mejor custodia remitiesen a la metrópoli a un frances cuya filiacion se les enviaba: edad, cerca de cuarenta i dos años; talla, cinco piés i dos a tres pulgadas; temperamento, seco; la forma del rostro, mas bien larga que redonda; un poco señalado de viruelas; los ojos, pardos; la nariz, aguileña i achatada; cabellos, pardos atados por detras con una roseta; su vestido ordinario, color escarlata o pardo con una chupa de seda azul adornada con un gran galon de oro.

Todos buscaron al tal individuo, pero nadie pudo encontrarle; todos se preguntaban qué crímen habia cometido, pero nadie lo sabía, escepto el presidente, que tenia buen cuidado de no decirlo, habiendo recibido órden de guardar el mayor silencio.

Sin embargo, el historiador, que andando los años, puede leer los papeles ocultos en una gabeta, i quizá descubre los secretos mas recónditos, puede en el dia revelar el secreto de estado que en aquel entónces no se logró traslucir.

El frances a quien se perseguia con tanto encarnizamiento se llamaba Mr. Potier, habia nacido en Marsella, i habia vivido largo tiempo en las Antillas Francesas. En una época pasada, habia suministrado al ministerio británico los avisos i las intelijencias necesarias para la toma de la Martinica; por lo cual los españoles le habian procesado i condenado a ser ahorcado; pero como no se habia podido ejecutar la sentencia en su persona, se la habia ejecutado solo en su efijie.

En diciembre de 1763, este frances se hallaba en Londres, donde, segun una comunicacion del ajente de España en aquella ciudad, habia tenido una larga conversacion con lord Albemarle, quien

habia resuelto enviarle en una nave inglesa a visitar las costas de la América para levantar planos, con encargo de que desembarcara tambien para contraer intelijencias que mas tarde se harian fructificar (1).

Temiéndose que Mr. Potier estuviera en Chile, levantando planos, i tendiendo redes, se habia enviado contra él la misteriosa requisitoria que habia por algunos dias interrumpido la quietud i monotonía de la existencia colonial.

A los motivos señalados de desconfianza contra los estranjeros, se agregaba el temor de que pudieran venir a contaminar en materias de fe "a los indios i jente ignorante," esto es, a todos los habitantes de la América (2).

Los estranjeros en jeneral eran, pues, para el gobierno español, o contrabandistas, o enemigos, o herejes; i por este triple título, i por otros, peligrosos perturbadores de la sociedad i corruptores de la moral. Así no se cansaba de mandar a los virreyes, audiencias i gobernadores, i de encargar a los arzobispos i obispos que purgasen la tierra de aquellos facinerosos haciéndolos embarcar a costa de ellos mismos en la primera ocasion.

Ni siquiera el hábito o la sotana libertaban a los estranjeros de la sospecha i de la persecucion. El 11 de junio de 1768, el presidente de Chile don Antonio Guill i Gonzaga recibió una real cédula fechada en San Lorenzo a 17 de octubre de 1767, por la cual Cárlos III le comunicaba que en adelante no se concederia permiso a los relijiosos estranjeros, regulares o seculares de cualquier insti

(1) Real Cédula dada en Madrid a 21 de enero de 1766; i Comunicacion de Londres, fecha 26 de diciembre de 1765.

(2) Recopilacion de Indias, libro 9, título 27, lei 9.

tuto o condicion que fuesen, para pasar a la América; i le ordenaba que se remitieran a España los que aquí hubiera, como "desnudos de afecto a la nacion, i preocupados de pasiones contrarias a sus dominios en las Indias."

Solo se esceptuaban de esta proscripcion jeneral los oficiales mecánicos, por ser indispensables sus servicios, i no podérseles reemplazar (1).

"No hai prohibicion mas repetida, dice Cárlos II, que la de pasar a nuestras Indias, estranjeros sin nuestra espresa licencia, como siempre se ha ordenado por muchas cédulas i ordenanzas, i nada importa tanto como ponerlas en ejecucion." Sin embargo, a pesar de la prohibicion, de las cédulas i de las ordenanzas, los réprobos del rei lograban muchas veces burlar la vijilancia de los guardianes, i establecerse en aquel paraíso, de donde se les repelia, aun cuando no hubieran cometido el menor delito o falta, aun cuando fueran las personas mas inofensivas.

III.

Perseverando en el método que me he propuesto seguir en este libro, voi a hacer ver con ejemplos prácticos, tomados de nuestra historia nacional, la manera como se ejecutaba esta que podria denominarse la caza de los estranjeros.

No seré yo quien la refiera, sino el rei i sus ajentes.

Los lectores harán por sí solos las oportunas reflexiones que los hechos innegables i los documentos auténticos vayan sujiriendo.

Principiaré por dar a conocer una cédula en la

(1) Recopilacion de Indias, libro 9, título 27, lei 10.

que el rei, junto con manifestar que las leyes relativas a la introduccion de estranjeros no se cumplian con la debida estrictez, suministra una nueva prueba de la tenaz insistencia que ponia el gobierno español para obligar a que se observaran disposiciones demasiado restrictivas, que por lo mismo que eran contrarias al órden natural de las cosas, era mui difícil que no fueran violadas.

"El Rei. Mi gobernador i capitan jeneral de las provincias de Chile. Porque deseo tener relacion de los estranjeros que hai en esa provincia, así flamencos, franceses, ingleses, italianos, como portugueses i de otras cualesquier naciones; i el tiempo que há que residen en esa tierra; i cuáles de ellos están casados, avecindados i naturalizados, os encargo i mando que por el tiempo que mejor os pareciere, i con todo secreto, sin que se entienda ni cause ningun inconveniente esta dilijencia, procureis saber i entender esto, i envieis relacion de ello en la primera ocasion.-De Madrid a 2 de abril de 1606 años.-Yo el Rei.-Por mandado del Rei Nuestro Señor, Gabriel de Saa."

Los documentos que paso a insertar van a revelarnos otro de los caractéres peculiares de la administracion peninsular: la sed insaciable de di

nero.

Hemos visto cuán convencida estaba de lo perjudicial que era la introduccion de estranjeros en sus dominios ultramarinos; i hemos visto el firme propósito que tenia de no permitirla.

Pues bien, si esos estranjeros, que, segun el rei, desempeñaban en el mundo moral el papel de los apestados en el físico, se componian, esto es, compraban por una cantidad de plata su permanencia en las Indias, el gobierno español, olvidando todas sus prevenciones, aceptaba el negocio.

No puede imajinarse una transaccion mas vergonzosa; era nada menos que la venta de una conviccion, la venta de una infraccion legal, que repetidas veces se habia declarado altamente perjudicial para el órden social.

El gobierno español, en sus apuros, no vacilaba ante nada, a trueque de obtener los fondos de que habia menester.

"El Rei. Presidente i oidores de mi audiencia real de la ciudad de Santiago de las provincias de Chile. He sido informado que sin embargo de que por diversas cédulas i ordenanzas del rei mi señor i padre, que está en gloria, i mias, está ordenado i mandado no se consienta pasar, estar ni residir en ninguna parte de las Indias ningun estranjero de estos mis reinos de Castilla, i que los que hubieren pasado i estuvieren en ellas sin mi licencia sean echados de la tierra sin escepcion de personas; contraviniendo a ello, han residido, i residen en esas provincias al presente mucha cantidad de los dichos estranjeros que han pasado sin licencia, i la mayor parte de ellos se han casado i avecindado en ellas, i tratan i contratan públicamente, sin que las mis justicias a quien toca la ejecucion i cumplimiento de las dichas cédulas hayan puesto en ello el cuidado que fuera justo, ántes lo han disimulado i consentido; i como quiera que por ser este un caso de tan dañosa consecuencia, pudiera mandar proceder contra ellos, i que se ejecutaran en sus personas i bienes las penas en que han incurrido, todavía por hacerles bien i merced, i por otras justas causas i consideraciones que a ello me han movido, usando de benignidad i clemencia por esta vez, con acuerdo i parecer de los del mi consejo de las Indias, he tenido por bien que sirviéndome cada uno de los dichos estranjeros con la

« AnteriorContinuar »