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"Pudieran los barcos del país ser los conductores de las mercancías que los estranjeros traigan, recibiéndolas o pasándolas en el mar, i desembarcándolas en parajes poco frecuentados para trasportarlas por tierra a donde se facilite su espendio, por lo cual debe tenerse mucha vijilancia en averiguar si se introducen o comercian clandestinamente jéneros de semejante calidad, justificando reservadamente el hecho i sus cómplices, i procediendo contra ellos segun la gravedad de los casos, de los que inmediatamente se dará parte a esta superioridad para que en su consecuencia disponga en la suya lo que convenga" (1).

Segun se ve, los estranjeros eran considerados una especie de apestados, cuya introduccion, o mejor dicho, cuyo contacto no se permitia si no con las mas esquisitas precauciones para que no contaminasen a los colonos con su vírus.

"Han recalado en el Callao, en Valparaíso i en la costa de abajo, escribia don Ambrosio O'Higgins al ministro español don Antonio Valdes con fecha 19 de setiembre de 1792, muchos de los pescadores anglo-americanos, algunos franceses i muchos ingleses: tenemos dos de estos últimos en Valparaíso, que entraron pocos días há, llenos de escorbuto i miserias, pidiendo el alivio de la hospitalidad, i he mandado que sean atendidos con arreglo a las órdenes que por acá hemos tenido a este fin.

"Hasta aquí no se esperimentan mas perjuicios. que el desdoro i desazon de ver sobre nuestras costas de continuo buques estranjeros, al paso que siguen la pesca, tomando a su sombra los conoci

(1) O'Higgins, Instrucciones a los cuatro gobiernos del reino i partidos de esta provincia, fechas 30 de enero de 1792.

mientos náuticos i noticias de nuestra situacion, que no dejarán de alentar mas tarde sus empresas hostiles cuando seamos enemigos.

"He procurado cortar todo perjuicio, impidiendo a estos habitantes toda especie de comunicacion con ellos, publicando en Valparaíso i en toda la costa el bando mas rigoroso a este respecto."

¡Desdoro i desazon por que se divisaban buques estranjeros en nuestros puertos! ¿Al escuchar el lenguaje de O'Higgins, no pareciera que estuviéramos contemplando a Carlomagno llorando a la vista de las velas normandas que comenzaban a infestar las costas de Francia?

Así O'Higgins i sus subordinados solo 'daban socorro a las naves estranjeras, cuando venian en la última estremidad.

El 29 de diciembre de 1794, entraron en el puerto de Coquimbo las fragatas norte-americanas Rubí i Favorita; pero "se les despidió, escribia O'Higgins al duque de la Alcudia en 11 de febrero de 1795, sin los ausilios que pedian, acaso porque no se juzgaron tan indispensables i urjentes, que sin nota de inhumanidad no pudieran denegarse; i notificados (los tripulantes de aquellas fragatas) de dejar con la posible brevedad estos mares, navegaron el 2 de enero último poco satisfechos de este acojimiento, por desemejante al que espresaban haber tenido en Pisco, en cuya poblacion habian sido alojados por un clérigo, ausiliados con cuánto pidieron, i aun obtenido la gracia de penetrar cuatro o cinco leguas en caballerías que se les franquearon."

Segun aparece, don Ambrosio O'Higgins estendia su vijilancia contra los estranjeros, no solo a Chile, sino tambien al Perú.

En esa misma comunicacion de que he sacado

el pasaje que acaba de leerse, advertia al duque de la Alcudia que el 11 de diciembre de 1794, habian entrado en el puerto de Coquimbo dos fragatas inglesas que habian pagado los víveres que pidieron "dinero contante acuñado en Lima el mismo año."

O'Higgins era un hombre que merecia ser virrei del monarca español, i éste hizo mui bien en elevarle a tan escumbrado puesto.

IX.

El presidente irlandes de Chile habia tomado, como se ha visto, todas las medidas imajinables para que no entrasen estranjeros por el lado del Pacífico. Pues otras parecidas habia tambien adoptado para que no entrasen por el lado de los Andes. Voi a copiar una de las circulares que se dirijian a los empleados que custodiaban los boquetes de la cordillera.

"Reservada.-Tengo motivos mui fundados para sospechar la introduccion por ese tránsito de jentes peligrosas; i es preciso por lo mismo que esté Ud. con el mayor cuidado acerca de ello. Para que esta dilijencia tenga el efecto que deseo, es consiguiente que examinando Ud. con sagacidad, escrupulosidad i reserva el dialecto de todo sujeto que se le presente para pasar por ese puerto a esta capital, u otro destino del reino, su patria, la autenticidad de la licencia i permiso que traiga, sus baúles, maleton, i cuánta ropa i papeles en ellos se encuentren, me dé aviso cada ocho dias de todo pasajero que por él transite, intimando a todos de mi órden la necesidad precisa de presentárseme a su llegada con apercibimiento de que en caso de faltar a esta disposicion, se le pondrá por

este solo hecho en arresto. Comunícolo a Ud. para su puntual i exacto cumplimiento, i me dará luego aviso de su recibo. Dios guarde a Ud. muchos años.-Santiago, 9 de abril de 1795.—Ambrosio O'Higgins Vallenar.-Al Guardia Mayor del camino principal de la cordillera."

Los bandos de O'Higgins habian infundido tanto terror en los habitantes, que cuando se divisaba en la costa algun estranjero, aunque viniese de paz i sin armas, todos huian despavoridos, como si vieran al diablo, o al espectro de la muerte.

X.

En la víspera de la revolucion de la independencia, el 28 de noviembre de 1809, el presidente. don Antonio García Carrasco ordenó que se espulsara de Chile a todos los estranjeros que careciesen de permiso para residir en el país.

Solo podian permanecer, aun cuando no tuvieran licencia, segun Carrasco: 1o los que estaban casados i con hijos; 2o los solteros de buena conducta que fueran católicos, i que tuvieran veinte años de residencia; 3o los que ejercieran algun oficio mecánico de conocida utilidad; i 4° los que por la vejez o las enfermedades estuvieran imposibilitados de partir, a todos los cuales se les concedia un plazo para que impetraran carta de naturaleza conforme a la lei, debiendo prestar juramento so-. lemne de guardar fidelidad al rei de España.

Los demas debian salir sin remision, cosa que mas tarde o mas temprano habrian tenido que hacer muchos de los esceptuados, porque era evidente que carecian de algunos de los numerosos requisitos prefijados por la lei para obtener aquella gracia.

De un censo que se levantó en tiempo de Carrasco resultaba que entónces habia en Chile setenta i nueve estranjeros, los cuales no vivian reunidos en un solo punto, sino esparcidos a grandes distancias. Entre éstos, solo cuatro no eran católicos, pero uno de ellos estaba dispuesto a convertirse.

XI.

Este sistema de restricciones i de prohibiciones estupendas para mantener completamente aislado del resto del mundo un continente tan vasto i lejano como la América dió orijen a falsificaciones que fueron el escarnio de las disparatadas pretensiones de la metrópoli.

Durante toda la guerra de sucesion, al principio del siglo XVIII, un español llamado don Fernando de Guzman, que tenia la habilidad de imitar con la mayor perfeccion la firma del rei i de los ministros, ganó su vida en Londres, espidiendo' falsos permisos a naves estranjeras para que llevasen mercaderías a los dominios hispano-ameri

canos.

Tales permisos fueron obedecidos sin dificultad por los gobernantes coloniales que no descubrieron el engaño.

Esto duró cuatro años, hasta que el duque de Osuna, embajador español en la corte de Londres, a cuyas manos fué a parar por casualidad uno de aquellos documentos apócrifos, lo remitió a Felipe V.

Era una cédula enteramente igual a todas las de su clase, en la cual se habia supuesto la firma del rei i la de su ministro don Juan de Elizondo, i ademas la certificacion i firma del embajador fran

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