format. cap. 18. Las almas deben tener Párrocos idáneos. La idoneidad consiste en que el que ha de ser Cura de almas, teniendo ya la edad legítima para serlo, esté dotado de virtud, y especialmente de la caridad, ciencia, y prudencia que requiere este oficio de oficios, y arte de artes. De forma, que si falta ó la edad prescripta por el derecho Canónico, ó la caridad, ó la ciencia, ó la prudencia, que son necesarias para el empleo, ya no hay idoneidad. Esto supuesto, luego que el Obispo tiene noticia de la vacante, si fuere necesario, debe elegir un Vicario idóneo, esto es, que tenga las dichas partes, seña lándole la porcion de frutos que le parezca proporcionada para su decente mantenimiento; y el que tiene derecho de Patronazgo, dentro de diez dias, ó del tiempo que el Obispo prescribiere, debe señalar algunos Clérigos idóneos, para regir la Iglesia, su jetándolos al exâmen de los Exâminadores Sinodales, y debe quedar á la libertad de otros, que supieren que hay algunos á propósito para la cura de almas, dar noticia de ellos, para que el Obispo pueda hacer despues diligente averiguacion de la edad, costumbres, y suficiencia de cada uno; y se entiende por suficiencia la ciencia, y prudencia, debiendo aquella ser bastante para confesar, y predicar, y ésta para corregir, y regir con suavidad y acierto. Y si al Obispo, ó al Sínodo Provincial (segun la costumbre del País) pareciere que conviene llamar por edictos públicos á los que fueren idóneos, podrá convocar á los que quisieren ir á exâmẹn; pasado el tiempo determinado, todos los que hubieren dado su nombre, deben ser exâminados por el Obispo, ó en caso de estar impedido (dice el Concilio impedido , y así la asistencia no se dexa á su arbitrio) por su su Vicario General, acompañado el uno ó el otro, , y , y siendo solamente seis los Exâminadores anuales sabiendo quienes son, ya saben ellos tambien la obligacion que tienen de averiguar los méritos de los Clérigos de la Diócesi, de instarlos á que vayan al Concurso, y de avisar al Obispo si dexan de ir por modestia, porque estos suelen ser los mas beneméritos. Fuera de esto, asistiendo los Exâminadores á repetidos exâmenes, conocen mejor la suficiencia en las letras de los que concurren á ellos, averiguando en que libros estudian, de que manera aprovechan, y como saben, debiendo esto explorarse, no por medio de qüestiones sutiles, y casos meramente metafísicos, sino prácticos y freqüentes, que son los que se deben saber; porque para los demás es menester cierto temple de ingenio, y ciertos dias y horas, bastando una leve perturbacion para desatinar en ellos, cosa que no sucede tan facilmente en la Doctrina necesaria; pues quien la sabe, la mantiene en su memoria facilmente. Los Exâminadores han de ser ó Maestros, ó Doctores, ó Licenciados en Teología, ó en el Derecho Canónico, ó otros Clérigos ó Regulares, aunque sean de Ordenes Mendicantes, ó Seculares tambien, los que parecieren mas idóneos para el exâmen, y todos deben jurar por los Santos Evangelios, que executarán fielmente su empleo, dexando atras toda humana aficion. Y guárdense de recibir algo por ocasion del exâmen, antes ó despues; porque incurrirán en el vicio de simonía, así los que recibieren, como los que dieren, y no podrán ser absueltos sino haciendo dimision de qualesquier Beneficios que tuvieren antes, y quedarán inhábiles para recibirlos en adelante, y deben entender, que de todo lo dicho han de dar cuenta no solo á Dios, sino tambien al Sínodo Provincial, que si se halla re I re haber hecho algo contra su oficio,' podrá1 grave- R de de las malas elecciones, fuera de otros muchos que tiene uno y otro Derecho. Pero prosiguiendo la explicacion del contexto del Sagrado Concilio en el cotejo de los méritos, debe considerarse la ido neidad en sí, y el cúmulo de obras y dotes añadidas à ella. La idoneidad en sí supone, segun' diximos, la edad legítima, las buenas costumbres, la doctrina, y la prudencia, cuyas buenas partes són el necesario esencial constitutivo de ella, Pero debe considerarse que esta idoneidad puede tener mayores menores realces en uno que en otro, y el que cede en uno puede exceder en otro, teniendo Ticio, pongo por exemplo, mayor edad que Sempronio, pero menor virtudó mayor ciencia, y prudencia que el otro, en cuyos casos no és la comparacion con absolutas ventajas, sino con respectivas, y de esto nacen las dudas de mayor dignidad, y de dificultad de la prelacion, ó la facilidad de preferir el digno por medio de sofisterías, siendo cierto que supuesta la idoneidad general ó abstraida de circunstancias, que nunca deben faltar en las buenas elecciones, debe despues considerarse para hacer una cierta y determinada eleccion, que importa mas para el gobierno de la Iglesia la mayoría de la virtud en Tició, que la de la edad en Sempronio y supuesta la virtud necesaria para el buen gobierno y el exemplo, aunque esta en sí es mejor, respecto de quien la tiene, que la ciencia, porque la una es virtud moral, y la otra intelectual agesimas conveniente a los feligreses la mayoría de la doctrina (útil del Cura, que la de la virtud del mismo, porque supuesto, como siempre suponemos, que el que rige sea virtuoso, y deseoso de cumplir con su obligacion, mejor regirá las al(mas el virtuoso, que sabe mejor, como debe regirlas, y |