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como el Rey Don Felipe III. en cuyo Reynado notó el Padre Juan de Mariana con grande peligro de su vida, que los Sacerdocios eran venales, y hallamos una confesion pública del mismo Rey, de que muchos Beneficios Eclesiásticos se habian vendido, segun consta de la Pragmática mandada publicar por el mismo Rey en Madrid año 1614, ley 19. tit. 26. lib. 8. de la nueva Recopilacion; pero hubo una notable inconseqüencia, porque se pusieron penas á los compradores de los Beneficios Eclesiásticos, y no á los vendedores: hoy tenemos la gran felicidad de que el Rey nuestro Señor tiene una intencion sanísima , y una grande oportunidad para hacer que su Monarquía sea sumamente feliz.

Las Universidades son los Seminarios de los Clérigos, y de las Religiones, aquellos y éstas de los Obispados, y los Obispos los principales instrumentos de la felicidad pública, porque son los que conservan, y enseñan la buena doctrina con palabras, y obras , y los que eligen los Curas de almas, que son tanto mejores, quanto mejor regidas. Convendria que en las Universidades solamente estudiasen los que hubiesen de aprovechar á la República, saliendo hábiles en el conocimiento de las ciencias ; esto es los bien inclinados de buen ingenio, juicio, y aplicacion, y suficientemente instruidos en las artes liberales, porque de otra suerte son los zánganos de la Monarquía, que chupan la miel de las conveniencias que no merecen, y serian útiles rigiendo un arado, ó exercitando otro oficio, ó llevando un fusil.

Los Exâminadores de las Universidades tienen grande culpa delante de Dios y de los hombres, por la perniciosa aprobacion de tanta gente inutil.

A

asunto

por

A los Magisterios de Gramática, y de Retórica de las Ciudades, Villas, Lugares, y Cabildos, no debiera admitirse á ninguno sin aprobacion, que debiera preceder con actos públicos, hechos en alguna de las Universidades principales de España. Juzgar del mérito de los pretendientes de Cátedras por el número de los actos literarios en que muchas veces vemos mudos á los Presidentes, y por las lecciones de puntos hechas por otros, y mejor dichas los mas memoriosos, y por los que acomodan al sorteando sus estudiados centones, son ma-los medios para elegir Maestros públicos. El que es digno de serlo es capaz de escribir en público, á vista de todos, sin ayudante alguno, y sin interpretes, en compañía de sus Coopositores sobre el texto sorteado dentro de cierto tiempo, y sin limitacion en el asunto, porque no está la habilidad en escribir poco ó mucho sino al caso y bien. Esto solamente parecerá cosa imposible á los que únicamente han estudiado alguna parte de las ciencias. Pero es cosa clara , porque si uno dice que sabe latin para enseñar á otros, ¿qué dificultad tendrá en traducir de repente, y por escrito, y delante de otros, algunas pocas cláusulas de Ciceron? De repente, para que se vea si sabe lo que quiere enseñar, por escrito, para que se cotege con el de los otros opositores, y delante de otros, para evitar engaños. Lo mismo digo de las otras ciencias.

En lo que toca á la enseñanza pública, el Príncipe debe procurar que en las Universidades se enseñen aquellas ciencias que sean mas convenientes, para conseguir la felicidad de la República Christiana, y Civil. Para aquella conducen la Theología Dogmática, y la Historia, y Disciplina Eclesiástica.

Pa

Para esta aprovechan las ciencias que facilitan el exercicio, y perfeccion de las Artes necesarias para el mantenimiento y comodidad de la vida humana, como la Física, y la Matemática, y las que enseñan el buen gobierno de la vida social, como el derecho natural, y de Gentes , y y el Civil Español.

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Habiendo Beneficios simples, Prebendas, Curatos y Prelacías, cada una de estas cosas se debe dar al mas digno, y al que haya de residir, porque los Beneficios eclesiásticos se fundaron para servicio de las Iglesias, no para utilidad de los Beneficios. Los simples se podrán conferir á los hombres de virtud, y letras, que solamente aspiran á servir á Dios con retiro: las Prebendas á los mas hábiles de los concursos de las Escuelas, ó á los profesores en ellas: los Curatos se deben conferir á los mas dignos de los concursos, hechos destinadamente para ellos, procurando que en los casos en que concurren los parientes, familiares, ó dependientes de los Obispos, no dexen de oponerse otros mas beneméritos, por miedo ó contemplacion de los Obispos. Las Prelacías requieren mayor cuidado, porque como no se dán por oposicion es mas dificultosa la eleccion › y las astucias de las pretensiones prevalecen mas. El Licenciado Luis Muñoz en la vida de Don Bartolomé de los Martires (venerado ya en los Altares), lib. 1. cap. 9. nos representó vivamente lo que suele suceder en la vacante de los Obispados. Habia (dice) en todas las Religiones muchas personas de virtud y letras. No faltaban Sacerdotes seglares, que á las letras, y virtud juntaban merecimientos, y servicios hechos á la Corona, propios y de sus Progenitores. Comenzaron á esforzarse la codicia, y la ambicion, y á entrar en batalla con la constancia, y

en

entereza de la Reyna, (Doña Catalina) y con aquella su resolucion firmísima de buscar el hombre mas conveniente á aquella Iglesia (de Braga), rompió con todos los respetos, y consideraciones humanas què tanta parte suelen tener en estas elecciones; pero como los hijos del siglo son mas diestros en las pretensiones, que los hijos de la luz, eran los combates fuertes, y continuos ; porque si bien no parecian pretendientes (que aun se tenia entonces este respeto á las Prelacías, que no se pretendian sin mascara), tanto mayor era la fuerza, quanto eran los medios mas secretos. Muchos aspiraban á la Prelacía, y ninguno tan desamparado de valimiento, y esperanzas, que no se prometiese la victoria, y por ventura habia alguno que repartia cargos, y mandaba hacer la mitra. Daban asaltos por horas los parientes, instaban los aliados, y amigos, unos con intereses manifiestos, otros ocultos. Los pretendientes estaban escondidos, queriendo que se entendiese de ellos, que vivian inocentes del empacho, y vergüenza, que daba la negociacion, ¡Quántos cargados de años y achaques, inútiles para otros ministerios, pretendian esta Iglesia para irse á descansar, como si fuera para esto la mayor ocupacion, el mas severo trabajo, que encargó Lios á los hombres! Muchos pretendian ser Maestros de perfeccion, como lo son los Obispos, sin haber sido discipulos, ni saber que es perfeccion. Los nobles, esquadron mas esforzado, daban mas fuertes las baterías, persuadidos á que todas las dignidades, y honras se les deben por título de su nobleza. Dase mucho á los apellidos, y como dixo Ausonio, sirve Roma de mérito &c. Hasta aquí el Licenciado Muñoz con el juicio que suele.

El Príncipe que desea hacer una acertada elec

cion, debe tener presente aquel documento de Fadrique Furio Ceriol, escritor Valenciano, y varon insigne por su juicio, letras, y persecuciones, en el fol. 68. del lib. 1. del 5. tratado de la institucion del Príncipe, que dice así: cada Provincia tiene sus virtudes, y sus vicios, tiene sus hombres buenos, y malos, doctos, y indoctos, agudos, y torpes, hábiles, y inhábiles, leales , y desleales. No hay para que hacerme contraste á lo que digo. Entiendame quien pudiere, que yo me entiendo.

El Príncipe de derecho es persona pública: no se haga particular contra razon. Es natural Ciudadano de todas sus Provincias, y tierras no se haga extrangero de su voluntad. Es padre de todos: no hay por que se muestre padrastro á nadie, no haciendole por que. Es tan necesario el conocimiento de las propias ovejas, que el Rey Don Alonso el Sábio entendió ser obligacion presentar los Obispos á los de las propias Iglesias, si los hay idoneos, ley 13. tit. 15. part. 1. La primera diligencia debe ser evitar la negligencia en la elecion, procurando no diferirla, para que las Iglesias no estén sin Pastor.

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Despues de esto se ha de exâminar muy bien si el propuesto tiene alguna excepcion, como ser enemigo del Príncipe, ó avaro ó lascivo, ó sobervio, ó de pocas letras, ó imprudente.

Se ha de atender tambien, si los que le proponen tienen alguna utilidad en que lo sea el propuesto, o por ser su pariente, ó por estar sobornados de él. ó por la intercesion de algun poderoso.

Tambien tiene lugar la consideracion, si el propuesto pretende ser Obispo, porqué es indicio de ambicion. Suele ponderarse mucho que alguno tiene que dexar para que haya muchas resultas, pero esto

es

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