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tad, y particulares respetos, pues además de cumplir con su conciencia, no habrá cosa que le haga

mas amable.

134 A los sugetos exemplares en su vida y de prendas sobresalientes, no les ha de perjudicar para el oficio la humildad del nacimiento. Tenga sin embargo entendido, que en iguales circunstancias debe ser preferida la nobleza.

135 No pocas veces se experimenta que los que - eran buenos para subditos, son malos y perjudiciales en el mando. A estos y á los que proceden con costumbres torcidas y vidas relajadas, quitarles los empleos, pues sobre el daño que ocasionan, afrentan que los puso.

al

136 Los puestos grandes se han de dar á sugetos que hayan pasado de los deseos y apetitos de la mocedad, , y exercido con satisfaccion los menores, porque llevan gran ventaja á los que entran de golpe y sin experiencia. Al que ha pasado por sucesos prósperos y adversos, y en cada uno de estos estados ha descubierto una vida arreglada, valor, virtud y templanza, bien merece se le coloque en los mas distinguidos manejos de la República.

137 Para Pueblos relajados no son buenos Gobernadores blandos y apacibles, sino sugetos vigorosos, y de resoluciones fuertes y constantes: pero elijan Ministros subalternos de un brio templado, y tales, que con la suavidad moderen sus ardores, porque se hará el gobierno insufrible, y será causa de sediciones.

138 La fuerza atractiva de las dádivas y dones, no hay ánimo tan severo, ni natural tan rígido, que no ablanden. Debe abstenerse de recibir de los pretendientes, singularmente en causas de justicia aun

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cosas muy menudas, si quiere conservar ilesa su en

tereza.

139 Quiero concluir estas producciones del ardiente cariño con que deseo tu acierto, encomendandote con las veras de que soy capaz, que no las desperdicies. Si las observas con vigilancia en tu vida privada y pública, lograrás una gran ventaja á los que en sus operaciones proceden sin método, regla, ni sinderesis. Mas no des á entender obras con reflexîon artificiosa; por eso soy de sentir no las manifiestes á nadie, aunque las tengo por muy sanas y seguras. Como la malicia humana es tan suspicaz, y invierte lo mas justo, sospecharán vives con un cauteloso estudio.

140 En fin te encargo, que así en oficios como 'sin ellos, siempre procures no ofender ni agraviar á nadie, y que solo entiendas en cumplir puntualmente con tus obligaciones. Debes tener presente, que todo pasa, los oficios fenecen, y la vida se acaba; solo lo malo jamás se olvida. Has de dar cuenta á Dios, á quien nada se le oculta, y aun á los hombres, que se suelen cebarse en el descrédito ageno, por sus fines torcidos y voracidad maligna. Dios te guarde y asista con su gracia. Amen.

NOTA DEL EDITOR.

Nada tenemos que fatigarnos para exponer nues

tro dictámen sobre la presente obra. Su asunto es del Comercio, y de los interesantes objetos que á éste corresponden. Su autor Don Juan Antonio de los Heros Fernandez, Diputado Director que fue de los cinco Gremios mayores, y Sócio fundador de las Reales Sociedades de Madrid, y Bascongada; cuya erudicion, y literatura son tan públicas, como el claro discernimiento, y alta comprehension que tuvo del Comercio; pues en él poseyó el talento que hace admirable á un perfecto Comerciante. Sus luces se difundieron en varias obras que escribió, y dexó MS. dirigidas á perfeccionar el Comercio, y á facilitarle adelantamientos que le vigorizasen, y produxesen la felicidad de la Monarquía. Quanto expresa del establecimiento, direccion económica, y gubernativa, desde su principio, de los cinco Gremios mayores de Madrid; quanto asegura de la integridad con que proceden, y de las utilidades que producen á la nacion; nada es dimanado de la lisonja, ó de la pasion, que le pudiera preocupar como principal miembro que fué de ellos: sino lo que enseña, y acredita la experiencia. Nadie puede dudar, que los cinco Gremios mayores componen una basa principal sobre que estriba la pública felicidad. Por lo mismo debe interesarse todo el Estado en la subsistencia de este cuerpo respetable, y bienhechor. A todos toca su benigna influencia: todos participan de sus beneficios, y todos deben consideTom. XXVI. T

rar

rarlos como un conducto por donde se derrama la opulencia, y comun utilidad. Los Decretos de muchos Señores Reyes manifiestan sus servicios hechos á la Corona, su desinterés, y que trabajan en beneficio comun. Los puntos históricos que se tocan en esta obra, la explicacion de las letras de cambio, y seguros, y otras exquisitas noticias que nos dá su autor correspondientes al Comercio, creemos la hagan grata á los amantes de nuestro periódico, que es el unico objeto que nos alienta, y el mayor premio que apetecemos se dé á nuestras fatigas. Un sugeto de distinguido carácter, y de igual literatura, nos franqueó generosamente este precioso escrito, con el objeto de que sirviese para instruccion de todos; circunstancia, que hace recomendable á este , y digno de que le tributemos repetidas

sugeto

gracias.

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AL REY NUESTRO SEÑOR D. CARLOS III.

Con

SEÑOR.

on el mas profundo, reverente, y respetuoso rendimiento, dedico á los R. P. de V. M. la adjunta obra, fruto de mi amor al Real servicio de V. M. y causa pública. Ella por sí misma se conduce á tan supremas aras como á su centro.

El Señor Don Carlos II. por sus Reales Decretos, expedidos en los años 1679 y siguientes, promovió la reparacion del Comercio, y fábricas.

Los señores Reyes succesores siguieron igual máxîma lograndose bastantes adelantamientos.

La perfeccion, y complemento de tan gran proyecto en que consiste la felicidad del Reyno, se destinaba por la divina providencia á otro Señor Don Cárlos, cuya Real clemencia ha difundido el caudal de sus gracias, auxilios exênciones, y Real Erario, al restablecimiento del comercio, fábricas, agricultura, y artes.

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Los Consulados de Barcelona, Valencia, Burgos, y sus juntas particulares, la declarada compatibilidad de la nobleza con el comercio en sus ordenanzas las especiales exênciones, aun de las quintas, por punto general á sus individuos, las primorosas manufacturas, y artefactos de todas clases, dotandose hábiles Maestros, la propagada fecundidad de los terrenos anteriormente incultos, las aumentadas poblaciones, los edificios públicos, limpieza de calles, los facilitados caminos, y finalmente, la adT 2

mi

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