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los cinco Gremios, y no perderlos de vista en sus progresos, hasta en la actualidad. A.)

Casi desde la mitad del pasado siglo desapareció la envidiada prosperidad de nuestro floreciente Comercio. Las guerras tan continuadas que sufrió la España, y los implacables zelos de las naciones, extrañaron el Comercio de nuestro continente. No tiene patria ni vecindario. Se domicilia donde halla mas proporciones y patrocinio. Todas las potencias se empeñaron en connaturalizarle. Todas, unas mas, otras menos, consiguieron su proyecto, enriqueciendose su tráfico con la ruina y despojos del nuestro.

Los tratados de paces, las alianzas, todo era animado del espíritu de Comercio, disputandose mutuamente las naciones, la adquisicion de los ramos y giros. Cesaron las fábricas en España, se adormecieron las artes, y fue la pobreza succesora de la antigua prosperidad. La poblacion se fue deteriorando: principiaron los extrangeros á provisionarnos dé sus manufacturas. Su capricho daba la ley al valor de los frutos y materias primeras. Tocabamos ya los umbrales de la irreparable ruina, si el amor de los señores Reyes no hubiese hecho los esfuerzos que se creerian imposibles y sin efecto, atendidas las circunstancias. Por todas partes nos bloqueaban insuperables dificultades. Despoblacion, miseria, falta de Maestros, seducion de los extrangeros, pues como dependientes suyos en el Comercio é industria, mirabamos en calidad de propios sus intereses, y finalmente escasez del oro y plata. No desmayó sin embargo el generoso corazon de nuestros Soberanos, porque como amantísimos de la felicidad de sus vasaIlos, se propusieron el restablecimiento del Comercio, Fábricas, Agricultura y demás ramos de la

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sociedad. Para desempeñar objetos tan importantes, se erigió por la Magestad del Señor Don Felipe IV. la Junta General de Poblacion, Comercio y Agricultura, expidiendose Real Cédula en 18 de Noviembre de 1625. (1) Restablecióla la Magestad del Señor Don Carlos II. por sus Reales Decretos de 29 de Enero de 1679, 25 de Diciembre de 1682, y 13 de Noviembre de 1691.

La Magestad del Señor Don Felipe V. la dió nuevo movimiento por sus Reales Decretos de 5 de Junio de 1705, y 18 de Abril de 1707, expidiendose Real Cédula; tambien se expidieron en las anteriores erecciones en 18 de Mayo del mismo año.

"Esta es la epoca mas notable (en dictámen del Señor Valiente); pues desde ella ha continuado la junta, conociendo sin intermision en los asuntos que el tiempo ha permitido, relativos al restablecimiento del Comercio y sus partes. (2)

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Por Real Decreto de 9 de Diciembre de 1730, se incorporó esta junta con la de moneda, agregándose por el de 3 de Abril de 1747 el conocimiento sobre minas; y por el de 21 de Diciembre de 1748 el de negocios extrangeros. Permitaseme que el amor al Real servicio y causa pública, exclame lleno de gozo al contemplar tan loable institucion. Uno de los primeros Ciudadanos de este Real tribunal fue la reparacion de las Fábricas, y reglamento' del Comercio interior y exterior. No se les ocultó á los sábios señores Ministros, que le formaban, que

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(1) Sigo el acertado dictámen del Señor Valiente, Ministro del Real Supremo Consejo, y Fiscal de la Real Junta, que en una de sus respuestas opina ser aquel el origen.

(2) El Señor Valiente en su citada respuesta.

el remedio mas inmediato sería la absoluta prohibicion de que se introduxesen géneros extrangeros. El conceptuar que nuestras Fábricas, por pronto que se reparasen, no serían bastantes á provisionar el Reyno, y mucho menos los dominios Americanos; fué dificultad que desde luego se propuso á su superior penetracion. Aunque la actividad, y el tiempo la superasen, todavia quedaba por vencer el presuntivo resentimiento de las demás Naciones, que pudiesen reclamar la convencionada libertad de los tratados de paces; y aunque conocian la ninguna fuerza de semejante reparo, desistieron los señores Ministros de aquella idea , y propusieron como arbitrio equivalente en el modo posible, la exâcta observancia de las leyes del Reyno, sobre la cuenta, peso, marça, y, . medida, con que debe fabricarse y comerciarse los texidos, pues siendo uno de los motivos del mas. equitativo precio de los géneros extrangeros, el no atemperarse á las citadas calidades, , porque ahorraban materia y mano de obra siempre que se les sujetase no podrian vender sus ropas á menos precio que las de España, y cesaba una de las causales de su preferible consumo.

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Así lo propusieron en su sábias eruditísimas consultas. Así se mandó: pero desde el año 1679 hasta de presente no ha podido conseguirse la exâcta observancia, que tanto interesa á la causa pública. Se aplicaron oportunísimas providencias á la reparacion de las Fábricas. Efectivamente se restablecieron muchas, y se erigieron no pocas: pero como subsistia el impedimento de la falta de despacho, no podian prosperar. Los Extrangeros, especialmente los Flamencos, á título de vasallos, sin atemperarse á las órdenes prefinidas sobre las calidades de los te

mares,

xidos, disfrutaban todo el Comercio. No quedaba rano que no aprovechasen. Sus navios poblaban los retornaban las preciosas materias primeras de lana, y seda, y por todas partes se enriquecian. Siempre que se queria sostener la prohibicion del tráfico de los géneros adulterados, ocurrian los Embaxadores, y Consules Consules, reclamando infundadamente la libertad acordada por los tratados. Los Flamencos ponderaban perjuicios, y recordaban méritos.

El superior gobierno indulgente permitia el envio de las citadas ropas á las Indias. Este era un nuevo daño, pues aunque se previniese el que hu biesen de pertenecer á naturales, y navegarse por su cuenta; los Españoles precisados á contemporizar con los Extrangeros, prestaban su nombre, baxo el qual se navegaban los efectos, disfrutando el Extrangero las grandes utilidades de las ventas, y de los retornos. Ignorabamos á descuidabamos la negocia cion de hacer venir de fuera del Reyno las ropas, que se necesitaban para las expediciones. Los Olandeses eran los conductores (y lo son) de todas las Naciones. Los Genoveses nos conducian su papel, terciopelo, cinterías &c. Fraceses, Ingleses, y Flamencos los suyos, esto es, sus generos. Se depositaban en los almacenes de sus comisionados, despues. de haber logrado la rebaxa de derechos que les hacian los arrendadores de las Aduanas, especialmente los lla mados Vuez y Emminente. Los Españoles navegantes pasaban á las casas de los Extrangeros, compraban los generos al contado fiado, y tomaban á comision sobrecargados con los renglones siguientes.

Sobre su principal valor en las Fábricas, el coste de su transporte al embarcadero, su flete, seguro, avería, y demás derechos, la conducion, el des

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embarco en Cadiz, los Reales derechos por entero (que no pagaba el Extrangero), los consulares, y nacionales (segun la vandera en que se navegaban), la comision, el corretage (que no hubo), el almacenage, y otros varios gastos. Con tantos gravamenes compraba el Español, y ya fuese en los géneros que vendia, ya en los que consignaba, el Extrangero lucraba en todos los pasos, que desde la fábrica hasta sus almacenes habian dado los fardos. Algunas manufacturas de nuestras Fábricas se navegaron, estas y las grandes utilidades que entonces rendia la navegacion Americana por no estar tan viciados aquellos dominios del luxo, y haber mas economía en los Comerciantes, pudieron sostener nuestro Co mercio, y que á su sombra se estableciesen casas opulentas. Por lo general á los Españoles no les quedaba otra ventaja, que la de puro comisionista. Los Toledanos, Granadinos, y los vecinos de otros Pueblos fabricantes, enviaban algunos géneros á Cadiz y se embarcaban á Indias. Los Sevillanos trabajaban bastante, pero era durante el apronto de una flota, ó galeones, y pasada la expedicion, quedaban parados los telares, precisados los maestros á tomar otro oficio, y los oficiales á ser albañiles. Este punto historial de nuestro Comercio, le creo digno de alguna mas explicacion. Aunque la benignidad de los señores Reyes difundió á consulta de la Real junta general de Comercio quantos auxilios fueron imaginables á favor de los Fabricantes, fueron raros (y siempre muy pocos en comparacion de lo que necesitaban nuestra España, y las Indias) los que á su costal establecieron grandes Fábricas. Los mas la reducian al limitado número de telares, y los que se erigieron con la mayor solidez, surtimiento de ins

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